lunes, 9 de junio de 2014

LA ESTRUCTURA DEL CONOCIMIENTO

Trancribo a continuación un artículo publicado en la Revista "El Rosacruz", órgano oficial de A.M.O.R.C., Enero de 1982,  y cuya autoría es de Ralph M. Lewis, Imperator de la Orden hacia esa fecha.

Considero que el tema de los peligros de ilusión a los cuales está constantemente sometido el estudiante, es importante de tratar y jamás se ha de excluir de los estudios y experimentaciones de quien desea ingresar al Sendero de la Iniciaicón.

En este número, además se tratan otros temas como son: La aplicación práctica del misticismo - Las beatitudes - Comprensión - La muerte y el más allá.

Que sirva de provecho.

****************************************************************************



Generalmente pensamos que conocimiento significa la adquisición de hechos o la extensión de la experiencia pero, ¿qué es exactamente el fenómeno del conocimiento? Este consiste en conocer, y lo que conocemos se convierte en ideas. Las ideas son producto de la experiencia. La palabra experiencia sólo es el término general que se aplica a dos fenómenos, a saber, percepción y concepción. La percepción es la recepción de impresiones a través de nuestros sentidos receptores, las sensaciones de las que finalmente se compone la substancia de nuestras ideas.
La percepción puede ser voluntaria e involuntaria. Por ejemplo, cuando escuchamos intencionalmente una orquestación, enfocamos nuestra percepción auditiva sobre ella. O, para usar otra analogía, cuando leemos un libro, estamos percibiendo voluntariamente a través del sentido de la vista.
Sin embargo, podemos experimentar sensaciones que son una percepción involuntaria. Podemos sentir un dolor intestinal; no buscamos el dolor, es decir, no causamos voluntariamente esa sensibilidad. No obstante, la experiencia del dolor fue una percepción. En otras palabras, la sensación de dolor dio por resultado una idea o una síntesis de ideas afines tales como la ubicación, intensidad y duración del dolor. Simplemente, hubo un conocimiento del dolor.
¿Debemos entender por esto que hasta el más elemental estado de conciencia es experiencia y que, por lo tanto, la experiencia es sinónimo de conocimiento? Una de las características fundamentales de toda la materia viviente es la irritabilidad, es decir, una sensibilidad a los estímulos. Como analogía, ¿puede decirse acaso que un insecto que reacciona al estímulo del calor ha tenido una experiencia y que, por lo tanto, conoce?
Una experiencia es algo más complejo que la simple reacción a un estímulo. Para ser una experiencia, debe haber un estado dual de conciencia. Debe haber una percepción de la sensación y, al mismo tiempo, también de aquello que causó la sensación. Simplemente, para que sea una verdadera experiencia, debe haber tanto una percepción de la entidad personal, como el conocimiento de lo que actúa sobre ella. Por lo tanto, para referirnos otra vez a la analogía del insecto, su sola reacción al estímulo no es una experiencia. (Ver figura 1).

Si aceptamos como un hecho que la naturaleza de la experiencia es una forma dual de conciencia, ¿es necesario entonces un punto de conocimiento? Para que un elemento de la existencia constituya conocimiento, debe tener realidad para la mente. No es suficiente percibir algo, sino que a ese algo se le debe otorgar una relación con nosotros o con otras cosas que suponemos conocer. Para que una cosa sea conocida, no puede tratarse sólo de una percepción. Por ejemplo, no puede tener únicamente una cualidad dimensional de 3 x 3 X 4. Aun cuando percibamos un artículo de esas dimensiones, no habría otro punto de conocimiento además de sus cantidades dimensionales. Para tener significado, para tener realidad, la idea debe estar relacionada con más de una de nuestras cualidades sensoriales; debe ajustarse a categorías tales como calidad, cantidad y substancia.
Lo Desconocido
¿Y qué hay acerca de lo desconocido? ¿No atribuimos a lo desconocido cierta condición? Esta condición es la falta de una realidad identificable. El concepto de lo desconocido no es una idea aislada. No puede existir en la conciencia en sí misma y por sí misma. En otras palabras, ¿qué es lo desconocido? Una idea de lo desconocido es engendrada por la percepción o concepción de una idea, pero de una idea incompleta. No tiene la integridad que le concede identidad como una realidad. Usemos a manera de analogía una extraña luz tenue vista por la noche en el espacio; la luz es en sí una realidad común, objetiva. No obstante, sigue siendo desconocida en relación con todos los otros fenómenos celestes a los que la experiencia ha dado identidad. Por lo tanto, esta luz tenue particular, como podemos ver, es desconocida para la mente.
Para usar otra similitud, consideremos la interrogante que la humanidad se ha hecho por mucho tiempo: “¿Existe vida inteligente en otro lugar del cosmos?” La respuesta es hasta ahora una incógnita para el hombre. No obstante, existe para nosotros como una idea sólo porque está relacionada con lo que es conocido, es decir, que hay seres inteligentes en la Tierra, Para explicarlo más simplemente, el elemento positivo de que existe vida inteligente sobre la Tierra trae a la mente la idea del opuesto negativo ―lo desconocido― es decir, en cuanto a dónde más puede existir vida.
Esto nos conduce al otro fenómeno de la experiencia, la concepción. Si la percepción es la reacción a los estímulos externos, entonces su contraparte es la concepción, con la diferencia de que los estímulos de la concepción se originan en impresiones internas. La memoria, la razón y la imaginación, son los procesos primarios por medio de los cuales obtenemos las impresiones internas de la concepción. Sin embargo, el material básico que usa la concepción, como en el razonamiento o en la imaginación, son producto de la percepción. Las imágenes, los conceptos de espacio, tiempo, cantidad, cualidad y substancia, son el resultado de las impresiones de los sentidos receptores registradas en el cerebro. No podemos tener un pensamiento que este desvinculado por completo de los elementos de la experiencia, de lo que con anterioridad hemos percibido en parte. (Ver figura 2).
Podemos decir que la concepción es un entremezclamiento de ideas previamente registradas, pero casi siempre de acuerdo con un arreglo determinado. Esta síntesis o combinación, v la selección de las ideas que se recuerdan, en la estructura del concepto se convierten en la idea “nueva”. Como analogía, el inventor concibe un dispositivo que es diferente, en su forma y función, a cualquiera otra cosa que existe. Empero, no es una idea completamente original; está compuesta de lo que el inventor sabe que satisfacerá una necesidad, o substítuirá aquello que ya existe. Cada concepción tiene una motivación, es decir, una idea que está relacionada con la experiencia objetiva y con la percepción.
¿Tiene un concepto más realidad, como punto de conocimiento, que una percepción, que aquello que es percibido objetivamente? Aunque sabemos que nuestros sentidos pueden engañarnos algunas veces, aun así los aceptamos usualmente v dependemos de ellos hasta que pueda probarse que nuestra interpretación de sus impresiones es falsa. Por lo tanto, una percepción tiene para nosotros un mayor realismo o, si quieren, una mayor realidad que la que tiene la concepción.
Aunque, como hemos dicho, un concepto puede ser una síntesis de percepciones, aun así la nueva idea que surge de ellas carece de la misma confirmación que tienen las percepciones. En otras palabras, el concepto no surge directamente de nuestros sentidos receptores. Tiene todavía que ser experimentado objetivamente.
Creencias y Conocimiento
Las Creencias son Conceptos: son puntos de conocimiento relativo, tal como las ideas de la razón y la imaginación. Sin embargo, su valor como conocimiento sólo subsiste mientras no son refutados empíricamente, es decir, mientras no son rebatidos por medio de la experiencia objetiva. Los estados de experiencia objetivos y subjetivos se apoyan mutuamente. Cada uno contribuye a aumentar nuestro conocimiento. ¡Cuán limitado seria nuestro conocimiento si se basara en aquello a lo que nuestros sentidos receptores estuvieran expuestos! La razón y la imaginación del aspecto subjetivo de la mente, son los que pueden concebir lo desconocido surgiendo de lo que es conocido. Por lo tanto, son la razón y la imaginación las que se esfuerzan por explayarse en lo conocido. El aspecto subjetivo de la mente es el que se aventura a ir más allá de lo conocido.
No todo lo que se concibe puede llegar a ser evidente, es decir, pasar el examen de la comprobación objetiva definitiva. Pero siempre existe el reto de demostrar las creencias personales y convertirlas, por lo tanto, en un conocimiento universal. Esta universalidad sólo es posible cuando las personas inteligentes pueden percibir y comprender de la misma manera lo que fueron creencias anteriores. A lo que nos gusta llamar verdad, o verdadero conocimiento, es el resultado de esta coordinación de los procesos mentales objetivo y subjetivo.


La superstición es la suposición de causas sobrenaturales de los fenómenos. Cuando no se comprende la causa natural de un fenómeno, la imaginación puede suponer la existencia de una, aunque desvinculada de las verdaderas leyes de la Naturaleza. La superstición expone arbitrariamente que existe una fuerza o un ser teleológico independiente de la  Naturaleza, que es la causa activa de los fenómenos cuyas causas naturales no son conocidas. 

Hay una diferencia importante entre la imaginación creativa y la superstición. En su síntesis de ideas, la imaginación creativa usa sólo lo que tiene realidad objetiva para llegar a aquello que todavía no ha sido experimentado objetivamente. Usando otra analogía, el inventor se esfuerza en crear, es decir, en hacer que tenga realidad lo que todavía no tiene existencia, tal como él lo concibe. Pero, en su visualización, usa como elementos para formar su imagen mental aquello que es conocido v aceptado como realidad.
Fantasía
La fantasía es la imaginación mental que, en su forma compuesta, carece de una realidad correspondiente. En otras palabras, objetivamente no hay detalles que se identifiquen con la imagen subjetiva, la fantasía. Cuando la mente normal se entrega a la fantasía, se reconoce totalmente que carece de una contraparte externa. Los cuentos de hadas y la ficción son un ejemplo: en ellos se emplea la facultad creadora de la imaginación, En parte, las ideas que contiene representan aquello que se conoce, lo que tiene una realidad reconocida. Pero en su totalidad son ficticias, no tienen objetividad.
¿Qué valor tiene entonces la fantasía como conocimiento? La investigación y la exploración, con frecuencia han evolucionado a partir de la fantasía y por medio de eso se ha convertido en conocimiento. Para algunas personas, una fantasía les sugiere que en ella hay una credibilidad aparente, que existe una posibilidad de que se convierta en hecho. Por ejemplo, ahora aceptamos como conocimiento mucho de lo que tuvo sus orígenes en la ciencia ficción. La fantasía motivará frecuentemente a la razón. Hablando en sentido figurado, la razón puede preguntar, con respecto a la fantasía: “¿Por qué esto no es posible física, materialmente?” De hecho, la razón puede considerar que ha sido desafiada a transformar la fantasía en la substancia del conocimiento.
¡Se iguala la intuición —o el discernimiento, como generalmente la llama la psicología— al conocimiento? La experiencia de la intuición es el súbito destello de una idea dentro de la conciencia. Su singularidad está en que no ha sido razonada, no es la conclusión de un proceso lógico consciente. Simplemente, la idea intuitiva posee tal claridad, que parece indudable; tiene poder de convicción. Tal como la idea de la imaginación, la intuición tiene asociadas a ella ideas de percepciones previas. Las ideas de la intuición son un concepto, la estructura de otras ideas, pero son de una naturaleza tal que de inmediato la razón no puede retar.
El Misterio de la Intuición
A causa del misterio asociado con la intuición, de su aparente independencia de nuestra racionalización consciente y de su claridad, con frecuencia se le ha atribuido un origen sobrenatural. En otras palabras, a menudo se cree que se deriva de una inteligencia que trasciende la mente humana.

.La causa de la intuición,  o discernimiento, es un asunto de polémica: hay muchas escuelas de pensamiento relacionadas con ella. Parece preferible considerar que la intuición es una función psíquica. Por psíquico se quiere significar los poderes naturales inmanentes en la mente humana. En este sentido, el subconsciente es psíquico, porque está relacionado con la inteligencia que impregna todas las células de nuestro ser. Sobre buenas bases puede exponerse la teoría de que algunas de nuestras ideas tienen tal intensidad, que pasan de la mente consciente a la subconsciente. Dentro del subconsciente, ocurre un discernimiento más elevado. Las ideas latentes del subconsciente tienen una relación potencial y están arregladas por ello en un orden racional, v después son lanzadas involuntariamente a la mente consciente. 

 
Sin embargo, si insistimos en someter nuestras impresiones intuitivas a un análisis lógico, pueden parecer aparentemente imperfectas en contraste con la primera vez que fueron recibidas. La razón puede presentar ideas contrarias que harán que la impresión intuitiva parezca carente de convicción lógica.
Sin embargo, parecía que la impresión intuitiva toma en consideración factores que trascienden la razón y funcionan como una especie de super discernimiento. Hay un sentimiento emocional con la impresión intuitiva. Es una especie de júbilo de iluminación, una sensación de infusión de conocimiento. Por lo tanto, el verdadero valor de la impresión intuitiva, como punto de conocimiento, depende de la necesidad de una continuidad de la reacción ante ella.
No podemos entender con nuestra razón los factores sutiles de la impresión intuitiva que, en el momento de ser recibida, la hacen tan apremiante. Parecería que hay percepciones psíquicas de condiciones o circunstancias recibidas por el subconsciente, que dan a la impresión intuitiva una eficacia especial. En consecuencia, cuando la razón se aplica subsecuentemente a la impresión intuitiva, estos factores sutiles no son comprendidos. Por lo tanto, si sometemos la impresión intuitiva a un análisis, al compararla podría parecer improbable. Esto explica el que muchas personas pasen por alto su discernimiento psíquico. Cuando se llega a una conclusión razonada, los factores de la impresión intuitiva no pueden ser entendidos emocionalmente y pierden su valor como un punto demostrable de conocimiento.
Es necesario que tengamos presente que el conocimiento es una interacción entre los estados de mente objetivo, subjetivo y subconsciente, Las impresiones subjetivas no pueden adquirir el término relativo de conocimiento, si no participan en las impresiones objetivas de externalidad. Además, las impresiones objetivas no son una fuente de conocimiento si no son evaluadas también mediante los métodos subjetivos del análisis y el juicio.
En relación con este artículo abstracto sobre el tema del fenómeno del conocimiento, pensamos que es oportuno citar algunos comentarios del insigne Albert Einstein, tomados de un artículo escrito por él sobre un tema afín:
“Estamos interesados en las categorías o esquemas del pensamiento, la selección de las cuales está, en principio, completamente a nuestra disposición y cuyas capacidades sólo pueden ser juzgadas en la medida en que su uso contribuya a hacer inteligible la totalidad del contenido de la consciencia”,

Ralph M. Lewis