sábado, 26 de mayo de 2018

LA FUERZA DEL LENGUAJE NO VERBAL

A continuación un  breve artículo publicado en la Revista Digital "Ser Feliz", de fecha 30 de julio del año 2005. La autoría de este artículo es de Sergio Valdivia Correa, aunque está adaptado sobre un texto de Gordon R. Wainright.

La comunicación gestual o kinésica, muchas veces no se le considera con la atención necesaria, sin embargo, es más dificil simular con los gestos que las palabras, por ello nos da el fundamento para conocer más a las personas con que nos comunicamos.

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Las medidas 90-60-90 resultarán familiares a muchas personas, sobre todo a los sexistas aficionados al concurso de Miss Universo. Las cifras 55-38-07 son menos conocidas, pero tienen quizá una mayor importancia en la vida diaria. Hacen referencia a la proporción del impacto que tienen en una comunicación cara a cara las expresiones faciales, los aspectos no verbales del lenguaje y el lenguaje hablado en sí mismo. En otras palabras, sólo un 7 por ciento es verbal, el 93 por ciento restante es no verbal. El componente verbal es mucho menos importante de lo que se suele suponer. La expresión corporal y el modo como se expresa el hablante es mucho más significativo que lo que verbalmente está expresando.
Los aspectos no verbales del lenguaje incluyen muchos elementos. A la hora de interpretar estos aspectos hemos de tener en cuenta el volumen, tono, timbre, cualidad de la voz (por ejemplo, si es nasal, velada o resonante), velocidad al hablar, acento y entonación. Es lo que se conoce como modulación. También se ve influido por la naturaleza y número de los errores lingüísticos.
La voz nos proporciona gran cantidad de información (de momento vamos a dejar a un lado las palabras pronunciadas). Nos permite evaluar la edad, el sexo, el atractivo, la clase social y el nivel educativo. Nos ayuda también a deducir el tipo de ocupación, a decidir si creemos o confiamos en alguien y si nos gusta o no. Quien más y quien menos habrá tenido alguna vez la experiencia de conocer a un atractivo desconocido por el que sintió repulsión con sólo oír el tono de su voz.
Con la ayuda de un grabador regístrese a sí mismo intentando convencer a un amigo o a un desconocido de que usted es una persona de fiar. También puede fingir que trata de convencer a alguien de que merece la pena comprar lo que usted vende, o de que deberían apoyarlo como candidato en unas elecciones para la administración local, o de que se va a suicidar tirándose por una ventana. Si puede contar con la colaboración de otra persona para llevar a cabo este ejercicio, tanto mejor.
¿Cómo determina la intensidad, tono, matiz y cualidad de su voz, la velocidad con que habla, la entonación, y cómo acentúa las palabras que utiliza? ¿Cómo se integra su uso de los aspectos no verbales del lenguaje con los aspectos verbales y con las propias palabras? ¿Qué éxitos cree haber conseguido? Si ha realizado el ejercicio en colaboración con otras personas, pídales su opinión al respecto. Si lo ha realizado en solitario tendrá que contentarse con su propia autoevaluación al volver a oír la cinta.
Si ha realizado el ejercicio razonablemente bien, habrá notado algunos de los puntos siguientes:
·                    Para lograr inspirar confianza, la intensidad de la voz no ha de ser ni demasiado alta ni demasiado baja. La confianza es una relación en la que dos personas tienen la misma categoría. Es un proceso recíproco. Es muy difícil confiar en alguien si no se siente que ese alguien también confía en nosotros. El hablar en voz muy alta suele dar la impresión de que se desea dominar, lo que obra en contra de la creación de una relación de confianza mutua. El hablar con una voz muy baja suele dar la impresión de timidez o sumisión, que también supone un entorpecimiento para el establecimiento de una relación de mutua igualdad.
·                    El tono de la voz no ha de ser ni demasiado áspero ni demasiado suave. La dureza hiere los oídos del que escucha y le repele. Un tono de voz demasiado suave puede llevarle a pensar que le están intentando engañar y le hará recelar, justo lo contrario de lo que se pretende. El tono de voz ha de reflejar seguridad en sí mismo. Es difícil confiar en alguien que ni siquiera da la impresión de confiar en sí mismo.
·                    Ha de evitar el tono de voz agudo o estridente. Un tono razonablemente bajo y suave, aunque no en exceso, tendrá muchas más probabilidades de inspirar confianza.
·                    No es probable que un tono de voz nasal o jadeante inspire el tipo de seguridad que lleva a la confianza.
·                    El hablar muy de prisa impide que se desarrollen lazos de confianza. Una persona que habla muy rápido no suele pasar de ahí en la consideración de los demás.
·                    A las personas que hablan sin un acento regional determinado se les suele considerar más dignos de confianza y convincentes que aquéllos en los que se reconoce un característico acento regional. La investigación también ha puesto de manifiesto, que, por ejemplo, los profesores con un acento de clase media, son considerados por sus alumnos como mejor preparados, más competentes y dignos de confianza que los profesores con acento típico de personas que han tenido menos oportunidad de educación.
·                    Quizá haya observado que se obtienen mejores resultados si se pone el énfasis en las palabras y frases positivas en vez de las negativas. No obstante, un uso excesivo del énfasis tendrá los mismos efectos que el hablar muy alto, pues comunicará una sensación de dominación o deseo de dominar.

SVC