A continuación un breve escrito anónimo extraido en algún momento en la red, que resume en alguna medida creencia del grial, un misterioso rey en oriente, lo que en algún momento impulsó, entre otros, una búsqueda mística entre Los Templarios
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La búsqueda del Grial equivale a la búsqueda del Paraíso: hasta ahí podemos interpretar sin problemas la imaginería relacionada con el templo y el país que lo rodea. El rey del Grial, o Rico Pescador, como quiera llamársele, es también un sacerdote, puesto que oficia en la misa en la que el Grial sirve de cáliz, y se identifica con Cristo, el auténtico Rey del vaso sagrado. Este es uno de los misterios del Grial que lo diferencia de la Iglesia establecida, del mismo modo que sus supuestas propiedades místicas trascienden el modo de interpretación cristiano propio de los autores occidentales de los relatos. Sin embargo, subyacentemente hay muchos elementos de origen no cristiano. El flujo de ideas y de ideas no cristianas procedente de Oriente —por mediación de los cruzados y de los trovadores que viajaban con ellos, trayendo a la vuelta relatos y canciones que adaptaron al cristianismo— ejerció duradera influencia en el desarrollo de la leyenda del Grial.A pesar de este intercambio de ideas, Oriente seguía considerándose un lugar misterioso, tras el cual se extendían tierras aún más extrañas y posiblemente maravillosas. En general se creía que el Paraíso, entendido como un paraje real, se encontraba muy al oeste o muy al este. Y cuando empezó a difundirse el rumor de la existencia de un reino cristiano situado más allá de los dominios del islam, muchos creyeron que se trataba del Paraíso perdido, el jardín de las delicias terrenales, el reino bendito donde crecía el árbol de la ciencia y donde manaba la fuente de la vida. Cuando se fue conociendo más este reino, se identificó a su gobernante: su nombre era "Preste (o presbítero) Juan", rey a la vez que sacerdote.
La primera persona que trajo noticias del Preste Juan fue el obispo Hugo de Zabala, que en 1145 presentó en Roma una crónica de la victoriosa campaña del Preste contra los musulmanes, lo cual provocó una gran conmoción en Occidente, más acostumbrado a recibir noticias de derrotas ante las fuerzas del islam. Pero hasta 1165, Occidente no fue directamente consciente de la existencia del gran monarca cristiano. Aquel año, el papa Alejandro III recibió una carta que empezaba así: "El Preste Juan, rey por la gracia de Dios sobre todos los reyes cristianos, saluda a sus amigos el emperador de Roma y el rey de Francia." La carta continúa describiendo con detalle "la posición y el gobierno de nuestra tierra, y de nuestras gentes y ganados", dejando al lector plenamente convencido del esplendor e importancia de este reino cristiano oriental, cuya existencia no habían sospechado hasta entonces.
Verdaderamente la descripción es asombrosa. Se dice que en el país habitan pigmeos, unicornios y el ave fénix, además de muchas otras criaturas aún más extrañas. Sus dos ríos están repletos de joyas y, según asegura la carta, "en nuestra tierra hay también abundancia de vino, pan, carne y todo lo que es bueno para el cuerpo humano... y en nuestro palacio tenemos (agua) y el mejor vino del mundo, y quien lo bebe pierde el deseo por las cosas mundanas, y nadie sabe donde va (el agua) ni de dónde viene". Todos estos detalles remiten a la abundancia de manjares que proporciona el Grial, pero la descripción no termina aquí; la carta continúa, utilizando una imaginería que podría haber sido extraída de alguno de los romances del Grial: "Existe aún otra gran maravilla en nuestro palacio, pues en él no se sirven alimentos, excepto en un... plato que cuelga de una columna, de manera que cuando nos sentamos a la mesa y deseamos comer, la comida aparece ante nosotros por la gracia del Espíritu Santo." Sólo es preciso sustituir la palabra "plato" por "Grial" para obtener una coincidencia casi exacta con las historias que hemos estado viendo.
Pero, ¿quién era el Preste Juan y cuál fue el origen de la carta? Se han propuesto varias teorías: hay quien dice que se trataba de Gengis Khan o del Negus de Etiopía, cuyo título, Zan, pudo ser traducido por los mercaderes franceses o italianos cono Jehan o Gianni, o, más probablemente, como Zanni (Juan en veneciano). Según otra teoría, se trataría de un monarca maniqueo llamado Yeh-lü ta-shi, o por otro nombre Gur Khan, que mandó un ejército contra el sultán Saijar de Seljuk y alcanzó fama como opresor de los musulmanes. Lo cierto es que el Preste Juan comparte ciertos rasgos con todos estos personajes, pero no existen pruebas que lo relacionen con ninguno que fuese histórico. Parece haber surgido de manera casi espontánea, como respuesta a los deseos del mundo occidental de que existiera un estado paradisíaco perdido, gobernado por un señor benigno y sabio. Una narración anónima, escrita poco después de la carta, parece demostrar alguna relación entre el Preste Juan y el apóstol Tomás, de quien se cree que partió a la India como misionero poco después de la crucifixión, fundando allí la iglesia nestoriana, una secta escindida de cristianos primitivos, que establecieron colonias primero en Siria y después en la India y China. Posiblemente esta conexión con los nestorianos originó la identificación del imperio del Preste Juan con la India.
Esta crónica anónima describe la visita a Roma, en 1122, de un cierto "Patriarca Juan", ofreciendo detalles de su gobierno y sus dominios. Se decía que habitaba en una ciudad con murallas tan anchas que por encima de ella podían pasar dos carros, uno junto a otro. Atraviesa la ciudad el río Phisón, que nace en el Paraíso; y a poca distancia de sus murallas se alza una montaña, en cuya cima se alza la iglesia del santo Tomás apóstol. Dicha montaña está rodeada por un lago, en cuyas orillas se levantan doce monasterios habitados por monjes piadosos. Sólo en ciertas ocasiones —una semana antes y una semana después de la fiesta del santo— descienden las aguas del lago, permitiendo el paso al santuario central, de cuyo techo cuelga un recipiente de plata suspendido por cadenas. En este recipiente se encierra el cuerpo incorrupto del santo; en tales ocasiones solemnes se descuelga el recipiente y se sienta el cuerpo en una silla, desde la cual, en el momento culminante de la misa, el propio santo Tomás reparte la hostia, depositada en un plato de oro. Los verdaderos creyentes salen beneficiados de la Eucaristía, pero si algún hereje participa de ella, se arrepiente al instante o cae muerto.
Una fuente de
mármol y un cuenco de oro colocado sobre un pedestal de mármol a cuatro
cadenas, que se extendían hacia arriba hasta perderse de vista... Se acercó
al cuenco y trató de asirlo, pero al hacerlo, las manos se pegaron al mismo y
los pies al suelo, y perdió el habla, siendo incapaz de pronunciar una sola
palabra. Allí permaneció. |
(Math
vab Mathonwy, incluído en el Mabinogion)
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¿Qué mejor lugar que esta tierra espiritual, de nadie, situada entre este mundo y el más allá, ligeramente apartado de la realidad pero aun así "históricamente demostrado", como alojamiento terrenal del Grial, al que a veces se le llama lapis exulis, expresión que Campbell (1969) ha interpretado como "deseo del Paraíso"? Precisamente aquí es donde Wolfram lo sitúa, convirtiendo de manera indirecta al Preste Juan en guardián del Cáliz. Al hacerlo, sigue, una vez más, su costumbre de tomar elementos de fuentes orientales e insertarlos en un contexto cristianizado. Nos muestra claramente sus simpatías hacia el islam, y al mismo tiempo nos ofrece su propia versión del origen del Preste Juan.
Gamuret, padre de Parzival, se pone al servicio del islam como mercenario porque ello satisface su ideal caballeresco, espiritualmente perfecto, de tal modo que no podría satisfacer a un señor occidental. Una mujer musulmana, Belcan, le da un hijo llamado Feirefiz, que es el hermanastro de Parzival; resulta interesante que a Belcan se la describa "negra como la noche", mientras que Herzeloyde, la madre de Parzival, es "clara como la luz del sol". Al casarse con ambas mujeres, Gamuret reconcilia la oscuridad y la luz y, por extensión, el este y el oeste.
Feirefiz, a pesar de ser musulmán, no es presentado como un personaje tan noble como Parzival. Resulta sorprendente que Wolfram considere a un pagano capaz de acercarse tanto a un objetivo que está fuera del alcance de muchos cristianos, pero lo cierto es que Feirefiz logra llegar al castillo del Grial, aunque cuando se hace entra la piedra en el salón es incapaz de verla, por no haber sido bautizado. Feirefiz sólo tiene ojos para la dama del Grial, hija del Rey Herido, y cuando le es explica la situación pregunta: "¿Es ése Dios?" Si acepto a ese Dios, ¿podré casarme con ella?
Al tener respuesta afirmativa, Feirefiz acepta el bautismo, que se lleva a acabo de modo bastante extraño: se hace traer una pila, colocándola frente al Grial, la cual se llena milagrosamente de agua: quizá se trate del aqua permanens o agua de la vida, concepto alquímico que se remonta a tiempos muy antiguos, cuando el objeto de veneración no era la copa, sino el caldero. En el Grial, el objeto más venerado después de Dios aparece un mensaje de tolerancia hacia las otras razas y creencias, incluyendo a los musulmanes, hecho que queda en evidencia en el contexto de la narración. "Si algún miembro de la fraternidad del Grial alcanzara, por la gracia de Dios, dominio sobre un pueblo extranjero, no debe hablarles de su raza ni de su nombre".
Feirefiz y la hija del rey del Grial contraen matrimonio, nace un hijo... el Preste Juan, que gobierna su reino con un cetro de esmeralda. De este modo queda directamente emparentado con la familia del Grial, y con el tiempo llega a convertirse en guardián del vaso sagrado. El Grial es llevado fuera de este mundo, al reino de los espíritus, donde ha permanecido hasta nuestros días. El verdadero tema del Parzival es la reconciliación de cristianos y musulmanes en un plano que está por encima de las diferencias, un paraíso en que ambos puedan vivir en paz.