sábado, 31 de marzo de 2012

ALOCUCIÓN A NEÓFITOS MARTINISTAS

Las siguientes palabras fueron dirigidas a varios profanos  por un Il. Hermano que presidía un Grupo Martinista en Francia hace ya más de un siglo. Las pronunció entre un grupo de neófitos que estaban siendo cuidadosamente preparados para recibir la Iniciación Martinista. Sus conceptos son tan válidos ayer como hoy pues delimitan plenamente la esfera y las finalidades de los estudios de nuestra Venerable Orden. Debe meditarse cuidadosamente en su significado y trascendencia, ya que este Cuaderno constituye un paso más en el proceso de preparación que debe culminar en el Grado de Asociado Martinista.
***********************
  

“Tú que estás en el umbral de un misterio, ¿qué fuerza te empuja a afrontarlo? ¿Es simplemente curiosidad? ¿Quieres con mano impía, ya que será insuficiente, levantar el velo que esconde lo que solamente pueden revelar grandes estudios? Si este es tu propósito retírate y no sigas adelante ya que la nuestra es una obra de trabajo; no una diversión.”
“¿Persigues la satisfacción de los instintos groseros y la dominación del Mundo? ¿Esperas encontrar en estos estudios la posibilidad de saciar tus pasiones, tus odios, tus amores, tus ambiciones y tus rencores? En tal caso, nuestros estudios no están destinados a ti. Su contenido no te proporcionaría más que desilusiones, ya que el objeto que se proponen es totalmente diferente, aún más, completamente opuesto.”
“¿Deseas el beneficio material? No será aquí donde lo encuentres; nuestros estudios son desinteresados y buscan a todos la felicidad proporcionada por la paz del alma y del bien hecho a sus semejantes. Aquí no hay ninguna idea ambiciosa.”
“Simple curioso y tú, ambicioso, que crees haber nacido para conquistar el mundo: nuestra obra no ha sido hecha para vosotros, ni para vuestras almas, que albergan un núcleo de vanas pasiones. Vosotros no podéis dar lo que solicitan estos trabajos un corazón tranquilo y un alma fuerte. No hablamos el mismo lenguaje y los conceptos que emitiríamos no harían más que agrandar la barrera que nos separa.; así es que, si no modificáis vuestros anhelos, no sigáis, no intentéis levantar el velo.”
“Pero tú, que has sufrido intensamente y a quien el dolor ha revelado la palabra del gran enigma que conduce al umbral del camino verdadero; tú, que quieres evadirte de la tormenta y devolver bien por mal; tú, que sinceramente deseas que los demás participen de la paz divina que el sufrimiento ha hecho nacer en tu corazón, dedícate a estos estudios; te están destinados juntos s todos los que se apasionan en la búsqueda desinteresada del bien y de la verdad.”
“Tú, que vienes a nosotros embargado por estos sentimientos, sigue valientemente el camino iniciador. Es el camino que en tu angustia busca y al final encontrarás la alegría que proporciona la fuerza tranquila y soberana y la paz divina que no se encuentran más que siguiendo el camino del bien.”
“Nosotros te ayudaremos a encontrarlos a fin de que tu cosecha sea tan dulce como clara fue la recolección; el dolor es un sembrador cruel, pero muchas veces necesario.”
“Con toda seguridad puedes entregarte a estos estudios que te seducen y en cuya práctica hallarás las energías deseadas.”
“Si tu sola ambición es perfeccionarte en el silencio, acelerar la evolución de tu espíritu, sin miramiento a la opinión ajena, estudia, trabaja; el resultado no se hará esperar; sobrepasará el límite de tus esperanzas.”
“Si tu corazón restringido a la vida material, aspira a más hermosos y vastos horizontes, sigue las trazas de los Iniciados; ven con nosotros siguiendo el camino que conduce a la luz, ven y verá brillar una vida nueva bajo la caricia de un sol siempre radiante. La Verdad, la Alegría y la Paz brillan en la cumbre del camino.”
“Ven, estamos a tu lado para sostenerte.”
“Nuestra obra no contiene nada nuevo. Loca pretensión sería imaginar que se renueva siguiendo a los Sabios y a los Iniciados. ¿No han expresado ellos en todos los tiempos las verdades eternas siguiendo su propia naturaleza y su propia misión? Si estas palabras sirven para expresarse, es necesario adaptarlas a la vida moderna para que su fruto sea más abundante. Las palabras no siendo nuevas, ¿pierden fuerza? ¿No se escucha con agrado una vieja música, oída una infinidad de veces? ¿El que ama no experimenta una gran emoción oyendo murmurar de nuevo palabras que lo colman de felicidad? ¿No le son cada día más queridas? El corazón enamorado vibra siempre dulcemente al evocar dulces recuerdos.”
“La ciencia que tú buscas es una ciencia de todos los tiempos. Su finalidad es perfeccionar al ser humano y hacerlo feliz, no procurándole satisfacciones groseras y envilecedoras, sino haciéndole conocer su lugar exacto en el mundo, revelándole el objeto que debe alcanzar. Los elementos de esta ciencia están repartidos en muchos libros.”
“Lejos de las miradas profanas, encontramos singular placer en hojear viejos tomos donde duerme la Sabiduría del mundo, en descifrar los enigmas que los sabios se vieron obligados a consignar en los tiempos de las persecuciones, en encontrar, en el símbolo de las antiguas religiones e iniciaciones, los pensamientos que rejuvenecen y vivifican nuestro espíritu.”
“Nos proponemos enseñar una ciencia; pero ¿cuál? Esta ciencia confiere poderes, pero ¿cuáles? Los autores antiguos han enseñado las iniciaciones severas y mesuradas que se daban en sus templos. Indican con palabras cubiertas, pero claras para quien quiera entenderlas, los dones sublimes que resultaban del trabajo arduo, al cual se libraban, La humanidad puede enorgullecerse del magnífico patrimonio que representan.”
“Trabajando se produce una magnífica reacción. La intuición que todos poseemos en estado latente y en estados diversos, no es ya en el Adepto un don caprichoso sumido a variaciones imprevistas. Esta intuición llega a ser un sentido perfeccionado y se llega a gobernar lo mismo que la vista y el oído. Se aprende a ver y sentir, no solamente los hechos que afectan directamente los órganos sensibles, sino también los que se encuentran lejos de este radio de acción y hasta los que se producen en el mundo interior del alma. Los mismo puede decirse de las demás facultades que adquieren una perfección y una flexibilidad que sobrepasan todas las previsiones.”
“Salustio lo ha definido perfectamente diciendo: «La finalidad de la iniciación es elevar al hombre hasta Dios». El platónico Proclus añade: «La iniciación sirve para retirar al alma del mundo material, llenándola de luz». Para ver la vida bajo un nuevo aspecto, se nos concede más hermosura moral y más energía física e intelectual, resumiéndose en un desenvolvimiento integral de todo el ser hacia una hermosura más perfecta. La iniciación nos permite sentir los ritmos y las armonías que convierten la vida en algo tan maravilloso, como los más hermosos poemas y también nos permute conocer las leyes que rigen los hechos tangibles, y, que, como ritmo del universo, nos muestra la necesidad de conocerlos.”
“Un nuevo ciclo empieza para ti, ya que cedes al placer apasionado de la ciencia. Gustarás de todos los encantos de una nueva vida si sabes reflexionar y empaparte bien de las enseñanzas que vas a recibir. No es solamente una enseñanza teórica, sino también una doctrina moral e intelectual y un llamamiento que tiene por objeto modificarte profundamente. Sigue los consejos que te serán dados y sentirás crecer tu espíritu para abrazar las magníficas ideas eternas. Tu corazón se abrirá fraternalmente al amor."
“En ti, como en un diamante en bruto, reside una fuerza que puede hacer milagros; por lo que se refiere al diamante, primeramente ha de ser arrancado a la piedra y es necesario que sea tallado para recibir el beso puro de la luz e irradiarla en colores centelleantes. ¿Qué sería de la Luz si la recibieras tú sin proyectarla sobre el mundo con la misma potencia y dulzura que te fue dada?”
“Quizás este trabajo te parezca pesado; no lo es, en absoluto. La soledad puede convertir en áridos los más admirables pensamientos, sobre todo cuando es necesario valerse por sí mismo para adquirirlos. En este caso, en cambio estarás sostenido y ayudado, te sentirás en perfecta armonía con un grupo fraternal que comparte tus sentimientos.”
"La soledad que has experimentado, te ha hecho reflexionar. Las desilusiones que has sufrido te han llevado a considerar este ·mundo y la vida bajo un prisma más exacto. Librado a ti mismo, has vertido en el crisol duro de la prueba, todo lo que dañaba la pureza de tu visión. Has dudado del bien y del mal; te has sentido a la deriva sin tener apoyo ni en ti mismo, contra el desespero que te acongojaba. Ahora, con paso seguro, marcharás hacía la luz que presientes y buscas y que algunas veces se ha revelado, en el fondo de tu ser agitado en forma de breves relámpagos, como un brillante espejismo. Estos relámpagos pasajeros se convertirán en una claridad fuerte y constante que no dejará de iluminar todos los tránsitos de tus caminos. La sombra se disipa completamente cuando se busca la luz fuera de las tinieblas del egoísmo.”
“La vida se abre ante tus pasos; la vida tal como es y debe ser, la vida, en su hermosa plenitud. Vas a dirigirte hacía el conocimiento de lo que tú solamente imaginas y que te acogerá con la bienhechora paz, concedida a los que trabajan. Delante de ti van a revelarse los vastos horizontes del pensamiento, embriagando al mismo tiempo tu mirada y tu espíritu. La esplendidez de estas visiones serenas es tan grande y tan perfecta que su hermosura penetrará hasta el fondo de tu corazón con la armonía de un canto. Guiado por estos encantos suaves avanzarás con alegría creciente, hasta llegar al templo de la Sabiduría.”
“Considerando que estamos rodeados de fuerzas, muchas de ellas malignas, debemos procurar no ser su presa fácil. Para conseguirlo con éxito no hay más camino que hacer un llamamiento a las fuerzas superiores y constructivas que nunca nos niegan su ayuda. Una vez conocidas e invocadas, nos es posible salir de la tormenta, buscar y encontrar la paz del corazón, la expansión del espíritu y el ritmo de la evolución. Tú, que te has acercado a estos estudios, con toda seguridad experimentas la sensación de que no estás solo; une tus esfuerzos al de los otros, viéndote al mismo tiempo ayudado y sentirás revivir tu maltratado corazón.”
Debes empezar por conocerte a ti mismo. No sin causa determinada los antiguos habían hecho de este conocimiento el primer estudio de su iniciación. Debes saber cuáles son tus cualidades y tus defectos, debes desarrollar las unas y eliminar las otras. Purificarse ha sido la primera, parte de todas las Iniciaciones y han sido practicadas en todos los templos y en todas las agrupaciones de filósofos.”
“Primeramente has de depurar tu cuerpo; debes darle por medio de una higiene racional, las fuerzas y la potencia que puede haber perdido o por una enfermedad o por una alimentación defectuosa, o por falta de aire y ejercicio, igualmente perjudiciales. Debes adoptar una regla de la vida más sana, basada en los, principios que regirán tu conducta. Tu cuerpo debe obedecer a tu espíritu, y, si no estuviera en disposición de seguir al movimiento del pensamiento, ¿para qué te serviría? Sería necesario considerarlo un mal servidor. Si sigues las reglas que te aconsejaremos, adaptarás tu economía material y los órganos  que te estén sometidos a unos ritmos, que son el eco de los ritmos superiores. Por medio de esta cultura te adherirás al plan divino.”
“Cumplido este precepto, será necesario que efectúes la educación de tu espíritu. Te esforzarán de obtener de él, una dirección más segura y una voluntad tranquila y activa. Debes desarrollar en ti estas facultades, y no abandonarte a la idea que no puedes adquirirlas. Desarrolla también tu discernimiento, ya que, sin él, la voluntad es como una barca sin piloto abandonada a los escollos del mar de la vida.”
“Cultiva también el silencio; en él te serán revelados los, poderes ocultos. Trata de obtener la calma en tus pensamientos para que armoniosamente se desarrollen. Calla, y ante las manifestaciones de opiniones contrarias, reflexiona. Tu fuerza consistirá en decir, al final, la palabra conciliadora que une todas las opiniones. Tu solo no puedes poseer toda la verdad. Ten calma y tu ejemplo será más eficaz que las palabras. Es el primer paso que debes dar para la obtención de los altos poderes, la conquista de las fuerzas en ti y a tu alrededor.”
“En seguida, efectuarán la educación del corazón. La mayoría, sobre todo los que han sufrido por esta causa, olvidan este cuidado tan necesario y están en la creencia de que proceden bien negándosele todo al corazón; estos males son consecuencia de escuchar demasiado los propios impulsos. Finalmente, tratarán de refrenar la impulsividad y el entusiasmo exagerado.”
“Quizás, atraído por cualidades exteriores, te sientas empujado hacia personas que no estén a la altura de tu ideal elevado y a los que no puedes pedirles un intercambio de ideas similares a las tuyas, y cuando se manifiestan contrariamente a tus deseos, te causan una profunda contrariedad. Esto sucede por juzgar a los demás a semejanza propia, lo cual debe evitarse cuidadosamente. El dolor sufrido tiene la ventaja de que te servirá de experiencia y guía para los futuros acontecimientos. Su papel consiste en iluminarnos para que sepamos comprender los que nos conviene; también nos enseña a tener paciencia para esperar la manifestación de los sentimientos ajenos. De todas maneras, refrenar los impulsos del corazón, no quiere decir suprimirlos, sino todo lo contrario. Cuando tu camino aparezca seguro, animado por los mejores sentimientos podrás buscar la alegría y el cariño de un afecto compartido. La satisfacción de haber encontrado el ideal soñado, te proporcionará dichas jamás sentidas, ya que el objeto de tu búsqueda no será el de un deseo momentáneo o de una victoria pasajera, sino una comunión de ideas que te llevará a desear el bien del ser amado antes que el tuyo propio. Tu corazón se dilatará y, dejando aparte los sentimientos conocidos, aprenderás a amar la Naturaleza y a extraer de su seno amigo, lecciones de calma, de bondad, de dulzura y de fraternidad universal. Gustarás de la expansión de una vida nueva y de la alegría superior de comprender lo que empezaste por seguir a ciegas.”
“La Naturaleza misma te ofrecerá la enseñanza de los altos poderes. ¿Qué más puedes desear? Tendrás estas facultades que pertenecen a los Iniciados, si eres digno de ello, y lo serás, si en lugar de pedirles la dominación, no les pides más que la posibilidad de socorrer a los que sufren y ayudar a los que buscan su camino; para que, a semejanza del sol, irradies sobre el Universo todas las fuerzas bienhechoras.”
“El Verbo humano, modelo de fuerzas elevadas, tienen poderes ilimitados, asequibles al que sabe hacerse dueño de ellos. Los experimentarás y podrás conocer la potencia mágica de que está dotado todo ser humano, cuando la Iniciación se le ha revelado y ha sabido conquistar su imperio interior.”
“La realidad de los hechos se vuelve siempre contra nosotros, cuando han sido efectuados bajo intenciones egoístas. Peladan ha dicho: «El que pida al Hermetismo el poder de la seducción, de vencer a sus enemigos y de humillar a sus rivales, perecerá». Es la transposición mágica de las palabras de Cristo: «El que hiera con la espada, perecerá con ella». A tu alrededor irradian fuerzas y vibraciones inéditas que puedes crear dirigir a tu gusto. Esta atmósfera física influye en los que te rodean y hasta puede obrar a distancia. Una vez que hayas penetrado en este arcano, que no se confía a la ligera, conocerás el secreto del Poder y de la Atracción, si es servido por las fuerzas misteriosas.”
“A medida que el Templo de la Iniciación abra sus inmensos horizontes, tu vista se extenderá sobre Mundos que, en tu ignorancia, no habías sospechado. “Entonces concebirás cuál es tu verdadero sitio en el Universo y verás que no tienes más valor, que el de una célula consciente en la marea de la vida.”
“¿Por qué tienes orgullo? ¿Qué eres en el cosmos inmenso? Compara tu pequeñez con la grandeza del infinito y perderás el orgullo mezquino y las vanidades insoportables que ayer te parecían tan importantes.”
“Si la meditación es mortal a tu vanidad, acrecentarás tu felicidad. Pequeña célula consciente, debes concebir la idea sublime de que estás sometido a los Ritmos y que los Ritmos son los mismos, desde el átomo al astro, y te verás sometido, como todo lo que te rodea, a los Ciclos inconmovibles, bajo su cambiante aspecto.”
“Examina el Ciclo de las estaciones; estudia las horas de invierno sobre la tierra todos nos parece muerto y sin esperanza; las hojas y las flores han perecido. Transcurre el tiempo; el alma despierta de un sueño pesado y la Naturaleza retoña bajo la caridad del sol. Es la primavera, es la esperanza, es la promesa de una vida nueva, es la certeza de las próximas cosechas. El sol ardoroso que dora los trigos no sé hace esperar, todas las flores abren sus corales, los frutos están prontos a madurar. También pasan los días radiantes y ardorosos y el otoño enriquecido con los frutos que la primavera prometió, nos lleva a las realizaciones esperadas. La juventud y las flores han pasado, no falta más que preparare para el invierno que no puede dejar el venir. El invierno de vejez y muerte, corporal será para ti la estación de la calma y del reposo, ya que habrás hecho ricas provisiones de felicidad y de bien con miras a tu evolución. En esta evolución, continuarás los Ciclos empezados, añadiendo siempre algo a tus adquisiciones, aumenta el resultado de tus valientes esfuerzos.”
“A medida que hagas esta maravillosa ascensión, te mezclarás más íntimamente a los Ritmos superiores y, ensanchando tu corazón, los comprenderás mejor. Te sentirás en dulce fraternidad con todas las criaturas y con el astro que sigue en el cielo tu carrera rítmica, y las grandiosas armonías de la creación te proporcionarán un encanto continuado. Los mundos te revelarán la fuerza misteriosa que los dirige en sus revoluciones por el espacio y tu deseo será el de ponerte de acuerdo con las maravillas divinas.”
“Desde el momento en que conozcas estas fuerzas, las llamarás y ellas te contestarán, sintiéndote en todo tiempo inundado por su potencia. Te darán un apoyo insospechado, que te proporcionar una felicidad perfecta y la alegría del saber cumplido inundará tu corazón consiente y libre. En medio del espacio inmenso y de todas las criaturas, sentirás la majestuosa presencia de Dios que ha creado todas estas cosas, concediéndoles leyes cuya hermosura perfecta nos deslumbra.”
“Volviendo de nuevo hacia el mundo conocido, descubrirás en todo una misma vida, un equilibrio igual, matizado por distintos tonos, pero el mismo en esencia y dirigido siempre por una justicia eterna. Comprenderás que tu existencia actual, con sus dolores y sus placeres, es la consecuencia legítima de tus pasadas existencias. Te someterás sin murmurar. Aceptarás las malas condiciones como deudas que hay que pagar y las pruebas que te veras obligado a sufrir te serán utilísimas ya que te librarán rápidamente del pesado fardo de tu pasividad.”
“¡Que alegría sentirse cada día más libre, aunque el acreedor sea benévolo! La iniciación te permitirá pagar más pronto, subir más rápidamente hacia las magnificencias que parecen llamarte y que efectivamente lo hacen. Cada nuevo paso te conducirá hacia el mundo de la perfección. Saldrás de la tormenta que te sacudía. Disiparás las fuerzas malas que sobre ti pesaban, siendo todo útil y justo, no podrás desesperarte por qué conocerás la causas de todo cuento pueda sucederte, pasarás del pesimismo al optimismo y la faz del mundo cambiará para ti.”
“Alcanzarán más pronto la alegría que te hemos sinceramente prometido, si haces hacia ella un esfuerzo continuo, sostenido en el transcurso del camino, por una Fe más viva. La Fe y la Felicidad consisten en el conocimiento de la vida, en su finalidad y en sus verdaderos intereses. La meditación y la reflexión que antes te parecían muy austeras, serán entonces dos amigas, dos hermanas, que llenas de ternura, iluminarán tu camino.”
“Adepto (a) futuro (a) que te sientes inclinado hacia la Iniciación trabaja, medita y persevera. Así te será revelado el gran secreto. Es necesario formarse, analizar, adquirir por uno mismo los conocimientos necesarios, desarrollar la percepción y los sentidos y sobre todo la intuición, que añade tanta potencia a los sentidos habituales….El trabajo personal es inevitable, es largo y el estudio parece árido a muchos, pero es fácil al que se entrega a él con toda la fe, te ayudará ella misma.”
“Para descubrir el  gran secreto, estúdiate, desarrolla paralelamente tu espíritu y tu corazón, las fuerzas que quieres poseer para tu bien y el de tus hermanos, están en ti y a tu alrededor; aprende a buscarlas y a descubrirlas la Naturaleza está delante de ti como un inmenso libro abierto cuyos ritmos dulces y sonoros te darán la ley de los otros ritmos, a cuyo compás palpita y se mueve la vida. Elévate hacia Aquel que los ha fijado con un soplo de sus labios y con un gesto de su mano. Busca, y todas las cosas te mostrarán a Dios, como un fragmento de espejo reflejaría al sol. Cuando hayas sentido la unidad del Universo, llegarás a ser un Iniciado y la vida tendrá para ti un sabor nuevo e inesperado.”
“Verás que todos los seres están ligados y que el esfuerzo tendrá que ser coman. Tu deber consiste en sacrificare, ayudar a tus semejantes a encontrar el pacifico ribazo que les ha de salvar de la tempestad; y el amor a tus hermanos. Tu corazón ha sentido ya la llamada poderosa del altruismo. No esperes más que conocerte mejor, para dar tus fuerzas, tus sentimientos, tus pensamientos, que pueden animar a tantos seres. Así vivirás en la alegría.”
“La finalidad que persigues es grandiosa; todos los Iniciados han aspirado a ella. Para conseguirla desarrolla tu vida interior tan rica en enseñanzas personales. A horas determinadas enciérrate en tu torre de marfil, en ese asilo interior que no permite que los tesoros de tu corazón y los pensamientos de tu espíritu se dispersen en el vago torbellino del mundo. A medida que subas los escalones de esa torre, primeramente sentirás la alegría robusta del esfuerzo, gustarán también durante largas horas la alegría del bien prometido y del que desea hacer, la felicidad con los secretos descubiertos en el libro abierto de la Naturaleza. La quietud inmensa, lejos de las agitaciones mundanas, la paz que nos permite sentir todas las pulsaciones de nuestro corazón, todos los movimientos de la Naturaleza, todos los ritmos e imágenes que hacen del Universo un poema inmenso que nos encadena por su hermosura. Nadie puede penetrar en te refugio y por consiguiente en él sólo reina la calma. Es el alto aposento de la meditación, y esta meditación profunda nos concede sin cesar paisajes maravillosos y secretos que no imaginábamos.”
“De todas maneras, es necesario descender y no dejarnos embriagar por el dulce opio de un misticismo que nos haría abandonar la tierra y faltar a nuestros deberes. Es necesario equilibrar la Fe, con la Ciencia y el sentimiento con el Trabajo. Todos nuestros deberes están sobre la Tierra todavía no ha sonado la hora de librarnos de ellos. Solamente evolucionaremos si lo cumplimos sin murmurar y con alegría.”
“Naturalmente que, elevándote a las regiones de la torre de marfil, abandonarás, como lastre pesado, las agitaciones y el egoísmo que te encadenaban a la tierra. Una vez que hayas desarrollado la percepción de tu sensibilidad y te sientas libre del fardo de preocupaciones, apreciarás mejor el llamamiento de los que sufren y lloran. Aguzaras el oído y te emocionaras sinceramente. Animado por un impulso fraternal te lanzaran hacia ellos para tomar sobre tu corazón todo el dolor y toda la miseria. Te sentirás llamado para hacer obra útil, para llevar primeramente la felicidad y la luz de tu hogar y a continuación a tu país ya tu raza y a la humanidad entera. Todos tus hermanos tienen necesidad de ti. No te niegues a acudir a su llamamiento.”
“El Iniciado no recibe la Luz para él solo la recibe para difundirla a su alrededor, como diamante que se cubre de irisaciones centellantes. Los rayos de la Luz no te pertenecen, vienen de un sol sublime que ni  el mismo espíritu puede alcanzarlo. No concibas el orgullo de que vas a adquirirlo solamente y sé feliz con el bien que veras florecer.”
“Lucharás con todas tus fuerzas contra las sombras vagas de las ideas falsas que entristecen y entorpecen tu atmósfera. Llevarás la luz y la ternura serena a la muchedumbre que gime en la sombra. Dales todo lo que sabes. Tu deber ideal es sostener a los que languidecen y se arrastran sin esperanza y sin fe, desesperados, hastiados y sin valor. Te esforzaran en formar un ideal que viva lentamente en tu cerebro y en tu corazón, pero ahogado por tantos escombros, que por sí mismo no pueden hacerlo revivir, ni probar a realizarlo en una acción social.”
“Todos tienden los brazos hacia un mañana mejor que deberá suprimir la lucha de clases y los rozamientos económicos, que hará desaparece las guerras y extinguir todos los odios. A los adeptos les corresponde contestar a este llamamiento desesperado. La humanidad doliente y ansiosa se debate entre una sombra compacta. Las necesidades del momento nos crean deberes nuevos. A nosotros, nos corresponde prodigar la armonía y la luz donde no existen.”
“He aquí tu ideas. Tendrás el poder de difundirlo y no te faltara ayuda para realizarlo. La hora de la aurora próxima ha sonado par ti. Todos los trabajadores se levantan; tú debes trabajar más que los que trabajan sin fe y sin esperanza. Date prisa; si la tarea es dura, la recompensa sobrepuja toda esperanza.”

miércoles, 21 de marzo de 2012

EQUINOCCIO DE OTOÑO

El 21 de Marzo los rayos solares caen directamente sobre la línea del Ecuador, lo que trae como consecuencia que el día y la noche tengan la misma duración. Este evento astronómico marca el comienzo de la estación de otoño en el hemisferio sur. Este evento se llama Equinoccio, es decir, que la noche es igual al día. 

La tierra, sufre una serie de cambios en su paso por las cuatro estaciones. Es el gran ciclo anual de los cultivos, algo que la humanidad conoce hace mucho tiempo y la ha retratado en diversas formas, yendo desde la representación simbólica y gráfica, pasando por la mitológica, hasta el aspecto científico―agronómico. Este ciclo nos indica que en invierno se siembra, en primavera brota y florece, en verano se abona, se desmaleza y se riega para permitir la maduración del fruto y en otoño se cosechan los frutos.

La ley universal de la analogía nos dice que así como en la tierra se cumple este ciclo, así también se debería cumplir en el ser humano. La ciencia esotérica enseña que existe un Macrocosmos y un Microcosmos. El primero es el gran universo en el cual estamos insertos y el segundo es el universo pequeño que existe dentro de cada ser humano y que potencialmente es igual al primero. Ambos universos están en directa relación y lo que hay en uno, existe en el otro. Por lo tanto, este ciclo anual del sol también se da internamente en cada uno de nosotros. 

La verdad es que todo el Universo funciona en base a un ciclo, llamado "ciclo de creación", el cual actúa como modelo para las evoluciones de la tierra alrededor del sol, así como también para los distintos ciclos personales que tienen cada ser humano. No podemos, ni nada o nadie, puede escapar de esta forma de operar del Universo. 

Este ciclo creativo está conformado por  cuatro elementos, a saber: principio activo, principio pasivo, principio neutro y principio de transición. El primero actúa como el que hecha a andar algo, entrega la energía. El segundo, el que recoge esta energía, se fecunda con ella. El tercero es el resultado de la fecundación de los dos anteriores. Y el cuarto es la trascendencia total de los tres anteriores, para así dar paso a algo renovado para que comience nuevamente el ciclo.

Las cuatro estaciones también tienen su correspondencia con estos cuatro factores, así tenemos que: la primavera corresponde al principio activo, el verano al principio pasivo, el otoño al principio neutro y el invierno al principio de transición

Por lo tanto el equinoccio de otoño da inicio a algo más que la estación correspondiente, da principio además al período llamado neutro en la naturaleza. Pero, ¿qué significa y que sucede en estos momentos? Es la hora de la cosecha, de la recolección de los frutos sembrados en invierno, brotados en primavera y madurados en verano. 

El trabajo personal que tiene relación con este principio es el recuento y análisis de todas las cosas obtenidas en el año, para posteriormente evaluarlas concienzudamente en invierno y así poder sembrar los objetivos a lograr el próximo año.

Para poder hacer este trabajo, es condición previa que en el invierno anterior se hayan sembrado objetivos personales para el año que comenzaría en primavera, con la germinación y brote de dichos objetivos. En verano deberíamos haber revisado y alimentado dichos propósitos.
Es importante, por consiguiente, recapacitar en las cosas o hechos que cosechamos, ya que según la "Ley de causa y efecto" (Karma), todo obedece a una razón o causa. Al hacer una adecuado y objetivo recuento, podremos evaluar nuestra cosecha lo más correctamente posible en invierno y de esta forma llegar realmente a un crecimiento y desarrollo, con el paso de cada uno de estos ciclos en nuestra persona. 

La recolección se puede hacer en base a defectos y virtudes, a objetivos logrados y no logrados o una combinación de ambas cosas. 

Este es el momento preciso para revisar nuestra persona, observarla y ver qué cosas tenemos y que no, que cosas nos gustan de nuestra personalidad y cuáles no, que cosas quisiéramos tener, que situaciones nos traen problemas, etc. Es el momento del inventario de las bodegas que somos nosotros mismos.

Debemos tomar en cuenta que cosecharemos, de acuerdo a como hayamos cuidado y alimentado nuestra siembra a través de todo el ciclo, para ello es necesario constancia y claridad en lo que queremos, herramientas fundamentales para lograr éxito en toda misión que nos encomendemos. Mientras más alimentamos y más cuidamos lo que sembramos, mejores y mayores frutos cosecharemos. 

Después de recolectar es necesario evaluar esta cosecha, para así poder separar las mejores semillas para sembrar en invierno. Debemos desde ya ver qué quisiéramos en el próximo año, a fin de sembrar estos objetivos, en invierno para que germinen en primavera. 

El año solar es el día nuestro para el planeta Tierra, y así como existen cuatro estaciones que delimitan bastante claramente los cuatro principios de la creación, así también nosotros, en un día los tenemos delimitados. La primavera corresponde a la mañana, el verano al mediodía, el otoño al atardecer y el invierno a la noche. Por tanto así como el trabajo con los objetivos personales esta circunscrito por grandes ciclos como es el año, así también por unos más pequeños como son los días.

El otoño diario es el atardecer o bien momentos antes de irnos a dormir, en donde realizamos la cosecha o recolección de todas las cosas hechas en el día con la técnica de la Retrospección“, en donde en forma secuencial analizamos qué cosas externas y sobre todo internas han sucedido en el día. Una vez que se hace el recuento se realiza una evaluación y se configuran los objetivos para la siguiente jornada. Éstos se pueden repetir a medida que nos vamos quedando dormidos y de esta forma los sembramos en nuestro subconsciente, de tal forma que queden internalizados y así se prepara todo nuestro ser para el trabajo que nos espera al nacer el nuevo día.

La semana también puede ser abordada como un ciclo de creación, dejando los dos primeros días como elementos activos, los dos que siguen como pasivos y los dos siguientes neutros y el último día generalmente es el de descanso, lo cual justo calza con el elemento de transición (el invierno o la noche).

Finalmente permítanme entregar algunas sugerencias prácticas para este periodo:

1. Haga un recuento de su cosecha personal en este año con una lista en la cual por un lado estén todas las    cosas logradas por Ud. y por otro las que no pudo lograr.

2. Analice  los logros y los no logros. ¿Por qué algunas cosas se dieron y por qué otras no?

3. Haga una lista de todos los objetivos que tenga y ordénelos en cuanto a prioridad. En esta lista deben ir también los objetivos no logrados de esta cosecha.

4. Seleccione tres objetivos a sembrar en la próxima estación de invierno.

Finalmente es importante considerar  que muchas de las Escuelas Iniciáticas de Occidente conmemoran los solsticios y equinoccios con eventos y trabajos esotéricos significativos, y aunque la participación personal esté restringida a los “iniciados” en dichos Colegios o Escuelas, todos pueden participar contactándose con la intención y pensamiento con estos trabajos; por lo tanto sugiero que piense, ore, medite, etc., verá como se establece un contacto real que irá en beneficio personal y de los que le rodean.

ALV

domingo, 18 de marzo de 2012

LA KABALA COMO YOGA DE OCCIDENTE



Este es el título del primer capítulo de la obra de Mario Satz, llamada "El Dador Alegre" (Ensayos de Kábala), el que a continuación transcribo en su totalidad. Es muy probable que pueda parecer un tanto complejo, pero si lo leen varias veces comenzarán a encontrar el sentido de las ideas vertidas aquí, y podrán considerar que el estudio de la Kábala, si bien es cierto para muchos es desalentador por lo "complejo" que puede ser, no lo es tanto en realidad.


*****************************
 

En la historia del pensamiento occidental hay tres momentos singulares de entusiasmo por lo secreto que coinciden entre sí gracias al descubrimiento de lo que podría llamar —con Evola—, la tradición hermética, lo esotérico u oculto: Alejandría en el siglo I, Florencia en el siglo XVI y Jena en el siglo XVIII. En ellos, tres grandes pensadores —Filón de Alejandria, Pico della Mirándola y Novalis— encarnan, en su interés por el pensamiento alegórico y, sobre todo, mistérico, los procesos de interiorización por medio de los cuales el hombre aprende a acrecentar su conciencia y así descubrir su filiación cósmica. El primero fue un judío egipcio tan interesado en la Biblia como en Platón; el segundo, amigo y discípulo de Ficino, fue un iniciado en los secretos de la Kabala y su primer defensor cristiano en Italia, y el tercero, el alemán, es un acabado modelo de pensar teosófico en el que se mezclan las interpretaciones místicas de las Escrituras como la filosofía natural procedente de Bohme, que proviene, a su vez, de la Kabala.
Tales lugares y tales personajes, aparentemente separados en el espacio y el tiempo, están, sin embargo, unidos V por una especie de corriente continua del saber que, a partir de los escoliastas y gnósticos alejandrinos —cuya herencia sube a Occidente tras la caída de Constantinopla— impregna los ángulos íntimos no acaparados por la razón ni fijados para siempre por la geometría renacentista. Llamo  ángulos íntimos a las preocupaciones que, reflejadas en la  Prisca Theologia[1] o filosofía hermética, animaron a un Giordano Bruno o, inclusive, a un Marsilio Ficino preocupado como los kabalistas hebreos antes que él por una orkdumá o «luz preexistente». De esa luz, o a esa luz interior se refiere el saber de la Kábala.
Kábala o Kabalá significa a la vez que «Tradición», «Trasmisión» y trasmisión sobre todo oral. ¿De qué? Principalmente de un conocimiento sutil que permite unir lo separado, ligar lo distante a lo cercano y contrarrestar los efectos del tiempo (gran problema gnóstico) con atisbos de eternidad. Partiendo de una idea central, que postula la existencia de un saber adámico, anterior a la caída en la dualidad, la Kábala cree que el estudio y sobre todo la meditación en lo que llama el Árbol de la Vida, el estudiante o discípulo puede alcanzar una suerte de regressus ad paradisum apelando para ello a las letras y los números que consignan la historia misma del desgarrón original. Si bien existe un relato —un mito— cuya convexidad tiende a la dispersión y la multiplicidad, hay, más allá de lo aparente en ese relato, una concavidad en la que se alojan los poderes de concentración y unidad, un indivisible punto de partida. El texto genésico sería así una herida, pero también una cicatriz, pero también un enigma a resolver, un sello a abrir. En suma: un tesoro a desenterrar. Empleo la palabra «desenterrar» por más de una razón.
Los filólogos dedicados al estudio del indoeuropeo, esa extraña protolengua de la que poco y nada sabemos, deducen que la raíz yug, presente tanto en yugo como en Yoga, significa «unir», «ligar», pero también «uncir». Así, por el ejemplo, el Hatha Yoga sería entonces un método psicosomático para unir, en el laboratorio de nuestro propio cuerpo físico, las energías del sol y de la luna (ha/sol, tha/luna). Para ello, el yoguin o discípulo que sigue este método u otro que le sea afín, como el Raja o Jnana Yoga, se prepara durante meses y años meditando sobre las «ruedas» o «lotos» de energía que procede a enumerar y visualizar en los distintos segmentos de su columna vertebral. Paralelamente, entrena su respiración en el arte del pranayama, ensaya posturas o asanas que facilitan y provocan visiones y percepciones especiales. Esos chakras o «lotos de energía» son nódulos o filtros de diverso color y número de radios o pétalos, y se autogeneran en el cuerpo del sujeto con el fin de iluminarlo por completo.


En el Yoga tántrico, tal técnica suele ir acompañada de meditaciones sobre los mantras, sílabas o palabras de poder que en su oscilación vibratoria van ascendiendo poco a poco hasta alcanzar el chakra superior o sahasrara, llamado comúnmente el «loto craneano». Es allí, dicen los entendidos, en donde con exquisita blancura se abre la flor del lenguaje sagrado y se perfilan los cincuenta signos del alfabeto sánscrito. De manera semejante, el kabalista medita sobre los 32 senderos de la sabiduría que constituyen el Árbol de la Vida, compuesto por veintidós letras hebreas y diez números, la década pitagórica. En cierto modo, al igual que el discípulo del Yoga, el kabalista considera que su propio cuerpo es ese Árbol de la Vida, de ahí que los grandes textos de la Kábala —el Yetzirá, el Bahir y el Zohar— enfaticen el valor del lenguaje, de sus letras, puntos y acentos, en relación con las distintas partes del organismo humano.
Dado que el descenso de la energía o fuerza cósmica se produce, a lo largo del Árbol de la Vida, en forma de zigzagueante relámpago, convirtiéndose en un adepto de esa luz tan fulgurante como inasible, evasiva y peligrosa, el kabalista intentará volver a la fuente, ascender de la tierra al cielo en pos del «principio», del bereshit con que la Biblia abre la creación del mundo. Se conoce la existencia de un viejo texto gnóstico que lleva el extraño nombre de Truena, mente perfecta[2]. A qué experiencia aludiría, o dentro de qué sistema gnóstico se encuadraría ese consejo, no lo podemos decir con precisión. En terminología gnóstica se denominaba apolytrosis o «liberación» al pasaje de la ignorancia a la sabiduría, y es muy posible que ese tránsito fuera tan súbito como la duración de un relámpago. Experiencias semejantes se registran en el Kena Upanishad[3] donde leemos: «Esta es la señal en lo que a Brahman concierne; es comparable a un relámpago o a un parpadeo (4-4)».
Curiosamente, «tronar» se dice, en hebreo, raam, (רעם), palabra que, leída al revés y variados sus puntos discríticos, se lee meer, (מער), que quiere decir «desnudez», «lugar vacío». También es posible, variando la raíz, obtener arom, (ערם), «descubierto» o «revelado». Si, además, partimos la palabra en dos y volvemos a leer, hallamos la radícula er, (ער ), «despierto», «vigilante», «atento», y también ree, (רע), «semejante», «prójimo». Por su parte, (רם), la palabra ram, inscrita en «tronar», significa «alzar», «elevar». Paralelamente a todas estas operaciones de meditación activa, el kabalista buscará el valor guemátrico o numérico de tronar —reish=200+ain=70+mem= 40 =310—, cifra convertible, a su vez, en la palabra iesh, (יש), que significa «realidad suprema», «existencia». Trabajo a partir del cual le será posible «constelar» todas esas palabras-estrellas en un pattern o figura significativa. En suma: oído el trueno interior, se produce un vacío luminoso que despierta al sujeto, le abre los ojos ―como Adán y Eva en el Paraíso― al semejante, a la identidad. Entonces comprende, y al comprender se eleva, pierde peso, sube letra a letra y vértebra a vértebra hacia sí mismo.
Pero, para el kabalista, el conocimiento que le proporciona el Árbol del Bien y del Mal, o Sea el de la dualidad irreversible y complementaria (como el blanquinegro Tai-Chi o Punto Supremo de los chinos) debe conducirlo al hallazgo de una sabiduría reversible que se inicia en las palabras, sigue con los números, se explaya en permutaciones, aliteraciones y juegos homófonos en el tablero de los versículos bíblicos; y cuando la dualidad se disuelve, el yo se evapora, y en el interior del discípulo se actualiza el proceso viviente de la creación, ocurre que, así como la actividad permutatoria de los cromosomas no cesa de informarnos mientras vivimos, así también ese lenguaje sagrado puede crecer y recrear en nosotros el origen del mundo, informándonos acerca de sus secretos.
La trama de los genes teje nuestro cuerpo; la de las palabras, nuestra mente. Tanto una urdimbre como la otra son provisorias, relativas. Pero el poder absoluto que las articula es la luz. El kabalista se convierte primero en tejedor y luego cardador de su propia lana, o pintor de su propia seda, como parece haberlo hecho Yehuda Haleví, el poeta y filósofo judeoespañol del siglo XI en sus sabios comentarios al Yetzírá o Libro de la formación. Hallâdj el Sufi fue tejedor, y el padre de San Juan de la Cruz, que tal vez enseñó a su hijo a «romper la tela», también. Lo proteiforme de los hábitos, lo variado de las vestiduras, conforman una parábola a descifrar. En el Zohar (I, pp. 118, versión castellana de L. Dujovne), leemos el siguiente pasaje:
«Y los ojos de ambos se abrieron. Rabi Jiyá dicen que los ojos de ellos —Adán y Eva— se abrieron al mal del mundo que hasta entonces no habían conocido. Entonces supieron que estaban desnudos, porque habían perdido el viso celestial que antes los envolvía, y del que estaban privados ahora. Y ellos cosieron hojas de higuera significa que procuraron cubrirse con las ilusorias imágenes del árbol del que habían comido, las   llamadas “hojas del árbol". E hicieron para sí cinturones. Rabí José dijo: “Cuando obtuvieron conocimiento de este mundo y se ligaron a él, observaron que estaba gobernado por esas hojas del árbol. Por eso buscaron en ellas un sostén en este mundo, y llegaron a conocer toda suerte de artes mágicas, para guarecerse con implementos de esas hojas del árbol, con fines de autoprotección”. Rabí Judá dijo: “De esta manera tres fueron llevados a juicio y se los encontró culpables, y el mundo terrenal fue maldecido y despojado de su   estado por causa de la transgresión de la serpiente, hasta que Israel estuvo ante el Monte Sinaí. Luego Dios vistió a Adán y Eva con vestiduras suaves a la piel, tal y como está escrito: El les hizo abrigos de piel (ôr); primero habían tenido abrigos de luz (or) que les   procuró el servicio del Altísimo, puesto que, incluso los ángeles venían a iluminarse con esa irradiación". Las Escrituras lo dicen en el Salmo 8:6: “Pues lo hiciste un poco menor que los ángeles y lo coronaste de gloria y honor”. Ahora, después de su transgresión, sólo tienen abrigos de piel (ôr) buenos para el cuerpo pero no para el alma»[4].
Puesto que la «apertura de los ojos» determina también el conocimiento de la dualidad, la luz que inscribe el dimorfismo sexual es al mismo tiempo la que une los sexos. Mircea Eliade completa, en su libro Metístófeles y el Andrógino, con el capítulo dedicado a las experiencias de luz mística en el Tíbet, el pasaje ya citado del Zohar hebreo. Dice Eliade:
«En un comienzo (reza una leyenda tibetana) los hombres eran asexuados y sin deseos físicos. Poseían la luz y la irradiaban. El sol y la luna no existían. Cuando el instinto sexual se despertó, los órganos genitales hicieron su aparición, pero entonces la luz se extinguió en el ser humano y el Sol y la luna aparecieron en el cielo. Un monje tibetano dio al P. Mathias Hermanns estas explicaciones suplementarias: al comienzo los hombres se multiplicaban del siguiente modo: la luz que emanaba del cuerpo del varón penetraba, iluminando y fecundando, la matriz de la mujer. El instinto sexual se satisfacía únicamente por la vista. Pero los hombres degeneraron y comenzaron a tocarse con las manos y, finalmente, descubrieron la unión sexual.»
Exactamente como para el texto místico hebreo, para esta creencia tibetana la luz y la sexualidad son principios antagónicos. «Si la aparición de la sexualidad —comenta Eliade— fuerza a la luz a desaparecer, ésta última no puede encontrarse escondida más que en la esencia misma de la sexualidad, la simiente.» Sabiéndolo, el kabalista partirá de la novena sefirá en el Árbol de la Vida, llamada yesod, Fundamento, para realizar su trabajo, en tanto que el yoguín se esforzará en conquistar a esa «serpiente» enroscada en el muladhara o loto situado en la base de la columna vertebral. Si no recuerdo mal, hubo un grupo gnóstico llamado los naasenos, que derivaron su nombre de la palabra hebrea najash, «serpiente», y otro llamado los ofitas, que procede del griego ofis, que también quiere decir «serpiente». Para ambos, Najash, entidad relacionada con el Árbol del Bien y del Mal, es la fuerza oscura y divisoria que está contrarrestada por Barúj, un ángel de la luz que rige el Árbol de la Vida e instruye, en su momento, a Jesús. Es también ese personaje quien permite que el gnóstico o «conocedor» se acerque al árbol en su búsqueda interior. En la Carta de Pedro a Felipe, documento gnóstico hallado en Nag Hammadi, leemos que después de la muerte de Jesús los discípulos estaban rezando en el Monte de los Olivos cuando «apareció una gran luz, de manera que la montaña brilló a la vista del que había aparecido. Y una voz los llamó diciendo: ‘Escuchad, Yo soy Jesucristo, que está con vosotros para siempre’». Luego, cuando los discípulos se preguntaron cosas sobre los secretos del universo, una «voz surgió de la luz para responderles»[5]. La voz que es luz, y la luz que es voz, alude a una vieja idea kabalística que procede del Génesis 1:3, en donde el sintagma ve-yomer, «Y dijo (Dios)», puede también leerse como mi·or, «de la luz». Esa hierofanía fosforescente, a su vez, volverá a resurgir con la Transfiguración de Marcos 9:2, cuando las ropas del maestro se vuelvan resplandecientes, «muy blancas», y la iluminación interior en la cúspide del monte elevado traspase la carne y permee las vestiduras con el brillo de la energía eterna. En ese momento, nos atreveríamos a decir —y puesto que el Maestro se halla junto a Elías y Moisés, participando de la cadena iniciática cuyo origen está en el Sinaí— Jesús vuelve de la piel a la luz, de ôr a or.
Así como todas las escuelas filosóficas de la India tienen un sustrato común detectable en el Yoga, en sus métodos de trabajo espiritual y en Su fisiología mística, de igual modo las diferentes ramas de la tradición judeocristiana Se apoyan en una única herencia escrita: la Biblia, con sus comentarios rabínicos y patrísticos, sus escolásticos y sus místicos. Ese corpus visibílis se halla, a su vez, cifrado por un anima secreta que denominamos Kábala o tradición oral y que, para los hebreos, se remonta a Abraham primero y luego a Moisés, constituyendo, como ya insinuamos, un saber esencialmente oral, gnóstico, es decir, secreto. Puesto que sus orígenes más o menos registrados por escrito se sitúan en la Alejandría helenística, es obvio que la Kábala tiene que haber cruzado su camino antes o después con las corrientes gnósticas, fueran éstas cristianas o no.
«Jnana y gnosis tienen la misma raíz —escribe García Bazán—[6] jna-gho. Y esta correspondencia va más allá de la pura etimología.» De ambas voces procede, sin duda, nuestro cognoscere latino. Aventuro un esquema que esboza la evolución del indoeuropeo hasta llegar al hebreo, con el fin de detectar un posible corrimiento semántico y a la vez fonético:
Si tal suposición es cierta —y debido al contacto entre los griegos cosmopolitas y los judíos helenizados en el abonado suelo egipcio— las palabras gnosis y ganuz —«conocimiento» y «oculto»—, respectivamente, se superpusieron una a otra y comenzaron a referirse a cierto estado de conciencia adámico, anterior a la caída en la dualidad, anterior a la expulsión paradisíaca, Cuando dos ―eran― uno y no sentían «vergüenza». Un texto gnóstico, titulado la Gran Anunciación[7], alude a un poder que existe en cada ser humano, y que surge:
«generándose a sí mismo, haciéndose crecer, buscándose, encontrándose, siendo madre de sí mismo, padre de sí mismo, hermana de sí mismo, cónyuge de sí mismo, hija de Sí mismo, hijo de sí mismo: madre, padre, unidad, siendo fuente de todo el círculo de la existencia».
¿Y en qué otro lugar, sino en el «huerto», en el Gran Edén, se produjo ese estado indiviso? Ah, Sí, de creer en la biología, en el instante en que el zigoto (obsérvese la raíz zig y su parecido con el hebreo zug, «par», «pareja») es todavía diploide, es decir, posee un doble juego de cromosomas. Desafortunadamente, producido el nacimiento, la posterior «expulsión» o «separación» es inevitable. Tal vez por esa causa, imaginamos, surge la búsqueda de la sabiduría como compensación por la «recaída» de lo diploide en haploide. Una y otra vez.
La Kábala, que, como la biología, también pulsa sus números, nos permite volver a considerar el tema, ahora que sabemos que la «reducción» cromosómica puede, en cierto modo, ser sentida como una «parcialización» de la luz primogenia. Al releer la parábola del Zohar a propósito de la diferencia entre el cuerpo de or, «luz», y el cuerpo de ôr, «piel», notamos que la primera palabra hebrea totaliza la cifra 207 (alef=1+vav=6+reish=200), en tanto que la segunda 276 (aín=70+vav=6+reish=200), por lo cual, al restar luz de la piel obtenemos la guematría 69. ¡Asombrosa diferencia numérica cuya referencia sexual alude ―en la mujer— a un enfrentamiento con su origen paterno, y ―en el hombre― a una intensa mirada dentro de su origen materno!
Pero también alude, esa cifra, a la comprensión de que la relación masculino/ femenina es catóptrica o especular tal y como vieron Lucrecio en su Rerum Natura y Artemidoro en su interpretación de los sueños. Heredero de ambos, C. G. Jung anotó, en sus Siete Sermones a los Muertos, texto de inspiración gnóstica, que: «La sexualidad del hombre es terrestre y su espiritualidad celeste. (En tanto que) la sexualidad de la mujer es celeste, y su espiritualidad, terrestre.» De aquí en más se entiende, entonces, por qué la Sofía de los Sabios es siempre femenina. La cifra 69, es decir, la diferencia numérica entre la luz y la piel, emplaza un misterioso espejo entre sus dos números. Que los gnósticos cristianos como San Pablo sentían perplejidad ante ese objeto, nos lo recuerda el siguiente pasaje de 2 Corintios 3:18: «Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo de gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma semejanza, como por el Espíritu del Señor». Entonces, liberarse de la dura dualidad impuesta por el dimorfismo sexual tanto como por la frontera de la piel, ¿implicaba un pasar del otro lado del espejo, como Alicia en su País de Maravillas? Existe otro pasaje, previo al anterior, que también alude al espejo. En 1 Corintios 12 se dice que: «Ahora vemos por espejo, en oscuridad, mas entonces veremos cara a cara: ahora conozco en parte; mas entonces conoceré como soy conocido».
Lo que San Pablo llama «oscuridad» la Kábala zohárica denomina el «lado oscuro» del universo, atreviéndose, incluso, a leer en el sintagma ve-ra del Génesis 2:10 —que significa «y Mal» y alude al Árbol de la Dualidad­— la palabra ôr, «piel». En suma, que el mal está en la piel, o sea, en los límites mismos del cuerpo. Por tanto, si el gnóstico o kabalista desea salir de esa oscuridad, «conocer como es conocido», trascender su cuerpo, deberá, ante todo, comprender el misterio de inversión retiniana en el proceso mismo de su percepción visual de la realidad. Al observar un corte y proyección de las fibras nerviosas que van desde la retina hasta la corteza visual, se percibe que las fibras que salen del lado izquierdo de ambas retinas (correspondientes al lado derecho del campo visual) se proyectan hacia el hemisferio cerebral izquierdo, y que las que salen del lado derecho de ambas retinas (correspondientes al lado izquierdo del campo visual) se proyectan hacia el hemisferio derecho, el gnóstico comprenderá por sí mismo que aquello que es imposible fuera es posible dentro. Que lo que es masculino por fuera es femenino por dentro. Que lo que aparece separado en el espacio exterior, está unido en el espacio interior.
Supongamos que el extremo opaco, carnal de luz es el ojo. En términos kabalísticos podríamos decir que la «energía» luminosa de la ain (ע), sólo se hace perceptible cuando existe un «ojo», alef (א), que la ve. Pero la dirección normal de la percepción debe invertirse —sostienen los iniciados— si acaso queremos entender lo ilimitado, el Ain Sof que alumbra todo el Árbol de la Vida. A ese árbol, los kabalistas suelen identificarlo con el eje central del diagrama sefirótico. Así, por ejemplo, en el Bahir (XCVIII), se dice:
«Así como la palmera está rodeada de ramas y en su   centro está el lulab, así ha hecho Israel con el cuerpo de ese árbol que es su corazón. La palmera simboliza la columna vertebral del hombre, su pilar esencial. Siendo así que la palabra lulab (palmón) contiene las letras lámed-bet más un prefijo que denota un pronombre posesivo de tercera persona, lo (se infiere) que al Creador hay que ofrecerle el corazón, lo leb... Y ¿qué significan las consonantes lámed-bet?... Aluden a  los 32 senderos de la Sabiduría, delicadamente ocultos, que confluyen hacia el corazón y cada uno de los cuales está regido por una forma especial, de las cuales se dice en el Génesis 3:24: "para guardar el camino del Árbol de la Vida".»

El nombre científico de la palmera (Phoenix dactylífera) agrega, al citado pasaje, aún más importancia, si consideramos que desde antiguo el Fénix se ha relacionado con la supervivencia y la vida eterna, y por alguna extraña razón se habla de «palmas de Resurrección» en las ceremonias cristianas. El Árbol del Bien y del Mal es, entonces, el árbol de la separación, de la vergüenza, del dimorfismo, de las polaridades; en tanto que el Árbol de la Vida es el árbol del centro, el axis mundi.
«De acuerdo con los yoguis —escribió Vivekananda— existen tres corrientes nerviosas principales, y todas ellas están en relación con la columna vertebral. Ida y pingala, la derecha y la izquierda, son manojos de nervios, en tanto que la central, llamada sushumna, es hueca. En efecto, sushumna está cerrada y carece de uso en el hombre corriente, ya que éste trabaja con ida y pingala solamente. A través de estos nervios continuamente suben y bajan corrientes, llevando órdenes a todo el cuerpo por mediación de otros nervios que van a los distintos órganos... Por ello, primero, hay que trabajar correctamente con ida y píngala, que son las corrientes ordinarias que existen, para pasar luego a controlar la acción subconsciente que nos permite ir más allá de la superficie de la conciencia. Después de largas prácticas de concentración en sí mismo, el yogui alcanza la verdad. El sushumna se abre y una corriente de energía que nunca había entrado por ese pasaje se introducirá en él y ascenderá gradualmente hasta llegar —atravesando los chakras o lotos de energía—, al centro mismo del cerebro. Allí, entonces, el yogui se vuelve consciente del que verdaderamente es: Dios.» Según el mismo Vivekananda, que citaba a su maestro Ramakrishna, «los así llamados lotos o chakras sobre los que el discípulo medita, no existen realmente en cuerpo físico, sino que se crean dentro de nosotros mediante los poderes del Yoga».
De modo parecido, el Árbol Sefirótico con sus 32 senderos de sabiduría constituye apenas una hipótesis de trabajo para el kabalista. Una sutil tabla de ejercicios cuyo único fin es espiritualizar la materia, volver cósmico un estado de caos. Si dijéramos que, con el tiempo, la ley entrópica cede ante el poder disuasorio del neguentropismo desarrollado por el discípulo, no estaríamos del todo errados. El cambio de perspectiva de lo geotrópico a lo heliotrópico, de lo gravitatorio a lo levitatorio, supone un paulatino «desprendimiento» de las condiciones ambientales, una fuga a través del enrejado histórico y biográfico que consolida la personalidad. Pero una fuga bien temperada. Porque, si la personalidad común, que tarda unos treinta años en formarse, nos separa de los demás en un proceso de cristalización egótica, el Yoga o la Kábala nos permiten, elevando ese cristal, descubrir la verdadera transparencia: la luz que nos reúne.
Los kabalistas emplean, para ejemplificar la acción de «unir» la palabra hebrea ziveg, (זוג), y no es casual que sus tres letras aparezcan también en la voz ganuz, (גנוז), el «conocimiento de lo oculto», al que ya nos referimos. Pero, si hay una palabra que denota mejor aún el arte o la ciencia permutatoria que emplea la Kábala, esa palabra es Pardés,(פרךס), «Paraíso» o «Jardín». Se trata, evidentemente, de un lugar fuera del espacio y el tiempo al que se accede a través de la cuádruple llave de la exégesis bíblica. En ese locus misterioso existe, para los atrevidos y audaces aventureros del espíritu, un praz, (פרס), «premio» o «recompensa»: la reintegración. Una alegre desnudez sin vergüenza. La paz de un cuerpo que, unificado, vuelve a poseer lo que nunca había perdido.
En su hermosa antología de Cuentos Jasídicos[8], Martín Buber narra la siguiente anécdota atribuida a un antepasado de mi madre, Rabí Mosché Tetelbaum:
«Entre las notas de Rabí Mosché Tetelbaum sobre los sueños, hay una que dice: “Estuve en el Paraíso de los tanaím (maestros del siglo II)”. Pero también se conserva una hoja en la que se leen estas palabras: “Los ángeles te sumergirán y no sufrirás daño”. En uno de sus sueños, Rabí Mosché se detuvo junto a una montaña y quiso entrar en el Paraíso de los tanaím. Pero primero le dijeron que debía sumergirse en el pozo de Miriam. En ese instante miró hacia las hondas aguas y se estremeció. En seguida unos ángeles lo asieron y lo sumergieron en las profundidades, devolviéndolo a la superficie al cabo de un rato. Y entonces penetró en el Paraíso de los tanaim. Allí contempló a uno de los maestros que estaba sentado, con un gorro de piel en la cabeza, estudiando el tratado talmúdico llamado La Primera Puerta. Al parecer, el camino se detenía en ese punto. Mosché estaba sorprendido: “Esto no puede ser el Paraíso”, gritó. “Escucha, criatura”, le dijeron los ángeles, “pareces creer que los tanaim están en el Paraíso, pero no es así: el Paraíso está en los tanaim”.»
MS


[1] Frances Yates: Giordano Bruno y la Tradición Hermética, Ariel, Barcelona, 1983. 
[2] E. Pagels: Los Evangelios Gnósticos, Grijalbo, Barcelona, l982. 
[3] S. Nytyabodhananda: Actualidad de los Upanishads, Kairós, Barcelona, 1987. 
[4] El Zohar, versión de L. Dujovne, Editorial Sigal, Buenos Aires, 1977.
[5] Gnosis: Francisco García Bazán, Editorial Castañeda, Buenos Aires, I978.
[6] G. Bazán: La Gnosis (Bs. As. 1980)
[7] E. Pagels, Op. cit.
[8] Martin Buber: Cuentos Jarídícos, Paidós, Barcelona, 1983.