domingo, 28 de julio de 2013

COMO LIBERARSE DEL PASADO

A continuación un escrito de hace algunos años atrás, realizado por Serval y entregado a sus estudiantes, constituyendo una lección dentro de la Orden donde él imparte sus enseñanzas.
Según mi opinión personal estamos en presencia de una enseñanza especial que nos puede proporcionar muchos elementos de luz para ir siguiendo en forma práctica (en nuestras vidas) por un verdadero camino de iniciación espiritual. Su lenguaje es directo y lejos de complicaciones literarias, pero su mensaje es muy profundo y es posible distinguir distintos niveles de comprensión.
Que lo disfruten.

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Debido a que no nacemos maduros y sabios, sino que sufrimos todo un proceso psicoevolutivo que nos lleva desde el nacimiento, pasando por la infancia, adolescencia, adultez y ancianidad, vamos recibiendo durante la vida una enorme cantidad de experiencias. Al ser la vida un proceso de aprendizaje, necesariamente cometemos muchos errores antes de conseguir comportamientos adecuados. Estas experiencias quedan registradas en el subconsciente y pueden constituir un estorbo, reflejado como sentimientos de culpabilidad, inseguridad y miedos.
Adicionalmente, es sabido que recibimos muchos condicionamientos, frases negativas o perturbadoras, deterioro de la autoimagen, etc., que llevan a que nuestro fondo mental tenga una serie de impulsos y tendencias inhibitorios de un desarrollo más exitoso y acelerado.
Hay también un fuerte lastre de ideas incorporadas por otras personas: por adultos en nuestra niñez o por los medios de comunicación masiva en la vida adulta. Esto hace creer a la persona que tiene ideas, ideales y convicciones propias, inherentes a su ser, sin darse cuenta que fueron inculcados desde su más temprana infancia y que no constituyen en realidad valores absolutos.
La enorme información grabada en el subconsciente constituye un fuerte peso para la vida actual y futura. Algunas programaciones son valiosas y positivas, pero seguramente la mayoría es perturbadora, negativa e inhibitoria de un mejor desarrollo. Es como intentar viajar por el mundo cargado de baúles y maletas. Esto dificulta mucho la marcha y la disposición a vivir nuevas experiencias.
Para alcanzar la sabiduría y llegar al conocimiento de la realidad más trascendente, hay que volver a ser como niños, es decir, recuperar la pureza original en cuanto a actitud mental, a capacidad de observación y asombro del mundo; tener la mente abierta a nuevas ideas y a otros puntos de vista.
"Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe" (Mt. l8:2—5)
A medida que van aumentando en edad, las personas suelen ser proclives a mirar hacia el pasado, con pesadumbre, nostalgia y remordimiento. De esta manera perduran tristes situaciones del pasado, impidiendo una vida libre, feliz, de renovadas experiencias y aprendizajes. Esto ocurre por la ilusión de pensar que la vida la conforman las formas y cosas externas. La mente tiende a aferrarse a lo pasado al creer que la felicidad depende de lo físico. Incluso, al recordar las alegrías de otros tiempos, se sufre pensando que ya no volverán.
En cambio, el ser humano de espíritu se ocupa de hoy y del futuro, mira hacia adelante esperando los cambios renovadores, no retardando su avance con apegos del pasado. Lo que importa es que de hoy en adelante podemos ser diferentes.
Desde 1971 he atendido a miles de personas usando la terapia de hipnosis. Es frecuente que la gente tenga la idea que, para superar un miedo o un trauma, deben ser hipnotizadas para recordar vívidamente lo ocurrido cuando eran niños y así sanarse. Muchos estuvieron con psicólogos o psiquiatras haciendo por meses o años estas regresiones, obteniendo con ello más angustias y temores. El recordar hechos tristes o angustiosos, lo único que hizo fue aumentarles su depresión e inseguridad. He empleado con éxito impresionante el método de mirar de hoy en adelante. No importa cómo y por qué ocurrieron las cosas. Lo que vale es que frente a los estímulos que antes provocaron angustias, de hoy en adelante se reaccione con serenidad y seguridad, Con mi método no escarbamos el pasado, simplemente implantamos en la poderosa mente interior nuevas ideas, nuevas conductas; una nueva manera de ser, libre, feliz y exitosa. A los pocos días la vida les cambia maravillosamente. En algunos casos, con el tiempo, comienzan a recordar la causa del sufrimiento que tenían. Esto, porque la mente al ir realizando las instrucciones que se le dieron, derriba esas murallas lúgubres que impedían la entrada de la luz. Pero este recuerdo ahora es estando en el hoy o en el futuro, no volviendo a vivenciar el pasado; y es un observar con serenidad y curiosidad cómo se era antes y qué distinto se es hoy.
Señor, estoy dispuesto a servirte Cada día mejor, a Ti y a Tus criaturas. Por esto, alejo de mí todo recuerdo triste y temeroso. Marcharé libre de cadenas para que se haga Tu Voluntad en mí y pueda amar con alegría.
Quien mira al pasado se está envejeciendo prematuramente, morirá pronto añorando su juventud.
Hay que eliminar los sentimientos de culpabilidad y fracaso. Asumir responsablemente los errores cometidos, disponerse a no hacerlos en el futuro, perdonarse y perdonar, y recomenzar la vida en paz.
"Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas." (Mt. 6:14,15)
"Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas." (Mr. 11:25)
Incluso, una persona puede estar muy temerosa a emprender nuevos caminos, debido a experiencias de fracaso anteriores. Muchos de los recuerdos son incluso distorsionados con el tiempo y hasta es posible que los hechos no ocurrieran como la mente los percibió y como los recuerda ahora. No sean como un anciano que al contemplar su vida observe lo mucho que ha sufrido temiendo hechos que jamás ocurrieron.
Un elemento importante que dificulta el liberarse del pasado es el miedo. Nunca habrá plena libertad e inteligencia si se está bajo la esclavitud de miedos. Se puede tener angustias y temores por hechos ocurridos o por lo que se pueda imaginar hacia el futuro. Hay miedos que se arraigan debido a malas influencias o experiencias del pasado. Hay recelo por lo que pudiera ocurrir en el futuro. Este modo de pensar no sólo es perjudicial, sino que es torpe e inútil. Aunque hayamos tenido malas experiencias, éstas no tienen por qué seguir ocurriendo en el futuro. Y el porvenir todavía no existe (el porvenir está ¡por venir!). ¿Cuánta angustia puede haber en una persona, por días o meses, por hechos imaginados que jamás ocurrieron? ¿Y cuántos temores por acontecimientos que, una vez presentados, no eran tan terribles como se imaginaron? Es, pues, un desgaste inútil de energía. Lo único que existe es el hoy, y hoy podemos liberarnos de todo temor y angustia.
Cada mañana, al mirarte al espejo, di: "Hoy no tendré miedos ni temores, hoy no tendré angustias. Hoy alejaré de mí todo pensamiento triste. Seré feliz y tendré éxito."

Los miedos causan enfermedades orgánicas. Afectan en las posibilidades de éxito, en la seguridad y confianza de sí, en la forma de hablar en público. Hay miedos a pensar, miedo a la pobreza, a la muerte, a la opinión de los demás, a las capacidades personales, etc. Hay miedos de decir lo que se piensa, miedo de plantearse frente a ideas establecidas, miedo a ser diferente, miedo a aprender, temor al ridículo. Todo esto es producto de experiencias del pasado. Pero, debes madurar, crecer y rejuvenecer. Debes saber osar y osar saber. No permitas que estos miedos permanezcan y que otros te peguen los suyos. Hay que combatir todo lo que causa miedo. Imagínate valiente y capaz de afrontar toda dificultad. Visualiza tus temores. Exagera las dificultades que puedan presentarse e imagínate afrontándolas con resolución, firmeza y seguridad, sin temores ni angustias. Estas imágenes se plasmarán en tu mente superior y te conducirán a que seas realmente así, disipando para siempre las negras nubes de tormenta.
Si el pasado de nuestra vida puede ser un lastre, es fácil imaginar lo terrible que sería recordar temores, inseguridades y fracasos de vidas anteriores, si se acepta la idea de la reencarnación. Es sabio que la Creación esté hecha de tal modo que olvidemos esas experiencias. De alguna manera quedan registradas y determinan nuestras vivencias futuras pero, al no recordarlas conscientemente, evitan sentirnos culpables por muchos errores que seguramente habremos cometido.
Para entender cómo se da este proceso, debemos recordar la constitución septenaria del ser humano. Tenemos cuatro vehículos o planos de la personalidad: físico, etérico, emocional o astral y mental inferior. Y tres de la individualidad: mental superior, intuicional o búdhico y espiritual o átmico. (Ver C.I.E. lecc.1 o C.R.C. lecc. 6)

Los vehículos de la personalidad son particulares de cada existencia y al morir en esta vida, se van disolviendo reintegrándose al todo. Los vehículos de la individualidad permanecen vida tras vida hasta su reintegración definitiva a la Primera Manifestación.
Los sucesos de la vida quedan registrados en la conciencia cerebral, correspondiendo al mental inferior. Por esto, al morir, estas formas mentales se desintegran. Pero estas vivencias van registrándose en forma general y global en el mental superior. Así, al volver a la vida de esta dimensión, la individualidad se va revistiendo de nuevos vehículos de la personalidad y ésta, no tiene recuerdo en su mental inferior de las vidas anteriores. Pero el mental superior sí tiene este registro, aunque no se puede acceder sencillamente a él. De tal forma, cada persona sigue en esta vida completando las experiencias que necesita, conforme al camino ya recorrido, aunque no es consciente de esto. Hay que ser agradecido de todo lo que nos presenta la vida, pues son experiencias necesarias para nuestro desarrollo espiritual. Hay que aprender a enfrentar los obstáculos con positividad, confianza y seguridad.
Cada vez que venimos a este mundo, comenzamos una nueva vida. Y cada vez que eleves tu comprensión, que amplíes tu conciencia, puedes comenzar una nueva existencia en esta vida. La juventud no tiene relación con la edad. El cuerpo físico se irá transformando y preparando para dejar libre tu espíritu. En tanto, tu mente también se transforma, pero rejuveneciendo con nuevas ideas, nuevas experiencias y más sabiduría. La evolución continúa con tu espíritu y éste nunca envejece. Así se explica que tengamos jóvenes viejos y amargados; y ancianos magnéticos, jóvenes y radiantes.
“Dios no llora ni se arrepiente de nada jamás. Como es espíritu, el hombre está hecho a Su imagen y semejanza. Dios es vida eterna, alegría eterna, serenidad eterna. Mientras más cerca estamos del Espíritu infinito del bien, con mayor fidelidad y brillantez se reflejan en nosotros esas divinas cualidades."(Prentice Mulford[1])
Debe cambiar también la actitud que el común tiene hacia las personas que fallecen y dejan este mundo. Toda lamentación y añoranza nos roba parte de la vida y poco a poco debe ser superada. El invocar a las personas que han dejado esta vida es lamentable, pues las retiene en su natural camino evolutivo. Deben pasar pronto a otras dimensiones.
Y quienes se quedan lamentando la ausencia, se atan a experiencias pasadas que nunca volverán y se privan de vivir el presente, que es lo único que existe. Jamás se volverá a tener la oportunidad de vivir esos días, de vivir esta vida. Es lógico recordar con cariño a los seres queridos, pero debemos superar con madurez su ausencia lo más pronto posible. Sin duda, ellos si nos aman, desearán que continuemos nuestra existencia sacándole el mejor provecho posible.
Debes comprender que somos seres espirituales, revestidos temporalmente de vehículos más densos para vivir experiencias determinadas en este mundo. Pero, nuestra vida continuará una vez que el físico se desintegre, pues no somos un ser físico, somos de otra dimensión, nuestro reino no es de este mundo. Cuando una persona fallece, su espíritu va a otras dimensiones, ya no permanece acá. Por esto, visitar y llorar a los muertos en el cementerio es inútil y perjudicial. Si ese ser espiritual está aún cerca, le hacemos un daño al no permitirle que rápida y libremente continúe su existencia en otras dimensiones. Y cuando ya, por fin, se haya liberado, estaremos orando ante huesos y cemento. Allí no están nuestros seres amados. Huye de los cementerios, pues allí sólo existen pensamientos del pasado, tristes y lamentosos, recuerdos de enfermedades y angustias. Estas formas mentales se apegan a tu mente, trastornado tu vida. Tu amigo no está muerto en el cementerio, está vivo en otra dimensión y debes alegrarte por ello, recordándole con gozo y serenidad.
L. era una estudiante joven, madre de dos hijos. Un varón de unos tres años y una niña de unos cinco. Vivía con su familia en el sur del país, una hermosa región de bellos lagos y bosques. Un asoleado día de verano, conducía su esposo su vehículo en un camino rural, entre dos lagos. Toda la familia se disponía a pasar una hermosa jornada. En el camino, ven venir a la distancia una máquina trilladora en sentido contrario. Como era un camino de tierra, el polvo cubría la escena. Con precaución, su marido baja la velocidad del vehículo y avanza lentamente. De pronto, una camioneta adelanta velozmente a la trilladora por su costado izquierdo, sin ver su conductor, debido a la nube de tierra, el auto en que iba la familia de L. En el terrible impacto frontal, además de quedar herida, muere instantáneamente su hijo que iba en asiento de atrás, estrellando su cabecita contra el vidrio de la ventana.
Hace más de un año de este suceso y L. conserva su tristeza y pena en la casa. La pieza de su hijo está intacta, su camita, sus láminas de dibujo, sus juguetes, triciclo, todo. Parece que en cualquier momento va a entrar corriendo del patio a buscar otro juguete. Su hermanita no debe tocar nada. Todo tiene que estar allí. L. no es feliz, no puede entregarse plenamente a la vida, no puede darle esperanzas de una vida mejor a su hija. Está en el pasado. Sólo cuando le enseño lo mal que le hace tener ese museo y que no es la mejor manera de recordar a su hijo, se decide a transformar el dormitorio que era de su hijo. Comienza a revivir. Pronto se cambia de ciudad e inicia una nueva vida. En su corazón estará siempre su pequeño, pero ahora puede compartir con espiritualmente con él la maravilla de la vida.
Tuve la oportunidad de recorrer los bosques y selvas de un país cercano. Y es algo raro encontrar cadáveres de animales o insectos en plena naturaleza. ¿Dónde están sus cementerios, sus lápidas? La naturaleza se encarga de hacer desaparecer rápidamente los despojos. Toda una cadena de otros seres vivientes se encarga de comerlo, desintegrarlo y transformarlo.
Actuando libres del pasado, viviendo el presente y construyendo el futuro, seremos siempre jóvenes.
Los pensamientos perturbadores son formas que son muy alimentadas por la gente, varaderos seres que buscan nutrirse también con tu mente. No lo permitas, Libérate de ellos, déjalos morir de inanición. No permitas que te roben tu energía. Tu mirada hacia el futuro te volverá la juventud, las ganas de vivir y de aprender y te conducirá hacia una conciencia superior. Has venido al mundo para ser partícipe de la creación, de la Voluntad Superior, para ser creativo y transformador. Para esto no hay que tener pensamientos melancólicos, hay que tener la positividad constante de cambiar para aprender y mejorar. Tienes que mejorar tú, mejorar lo que haces y ayudar a mejorar a la humanidad.
Los errores y daños que se hayan provocado en el pasado ya no pueden ser modificados ni reparados. Es una película que ya fue filmada. Para vivir en paz, se debe efectuar una labor de redención que consiste en:
1. Perdonar y perdonarse por las ofensas recibidas y por las que se hayan hecho.
2. Pedir disculpas, si aún es tiempo.
3. Evaluar los errores cometidos y hacerse la firme convicción de no volver a cometerlos en el futuro.
4. Desarrollar la voluntad al bien y la buena voluntad, para sembrar buenas acciones las que compensarán los errores del pasado.
"No juzgar jamás los actos de los demás, si no se desea ser juzgado; y no condenar jamás a nuestros Semejantes. Todo ser espiritualista, por medio de las pruebas y el sufrimiento y por una vida de abnegación puede hacer su propia felicidad y salvación, cualquiera que fuese su iglesia o filosofía. Sea cristiano, judío, musulmán, budista o libre pensador, todo ser humano posee las facultades necesarias para evolucionar hacia el plano celeste. El juicio pertenece al cielo y no a los humanos." (C.I.E., Círculos Martinistas, lecc. 10; Círculos Rosacruces, lecc. 1)
Todos los procesos de la vida significan un cambio constante. Permanecer inerte es morir. Podemos tener consciencia en muchas dimensiones espaciales, pero la vida tiene una sola vía en el tiempo: siempre se dirige al futuro. En la medida que te prepares para enfrentar positivamente todos los cambios y, mejor aún, aprendas a provocarlos, estarás realmente consciente de tu existencia, libre del pasado que ya no existe y participando del proceso creativo. Encontrarás el gozo de vivir plenamente, de asimilar cada día nuevas formas de pensar, nuevas emociones, nuevas ideas, nuevas experiencias que te conducirán a ser cada jornada un poco más sabio. (Ver C.E.E., lección 37)
Estoy en permanente cambio y evolución. Hay mucha gente que dice conocerme, porque me vio en el pasado o estuvo conmigo un tiempo alguna vez. Y dicen, sí yo conozco a Serval, es así y asá, piensa de esta manera y actúa de esta otra. Cuando me entero de esos comentarios, es como si hablaran de otra persona. Ellos se han quedado apegados a formas del pasado que nada tienen que ver con mi realidad de hoy, con mi vida actual. Y menos tienen que ver cómo será mi existencia futura. Quién dice conocerme, se basa en lo que era hace unos meses atrás (¡o años!) y en lo que él cree que era. Pero, no soy lo que era, ni menos lo que los demás creen que era. ¿Te pasa a ti?
La gente suele inclinarse a los recuerdos, a viejos esquemas y lugares. Cuando he visitado a familiares que no veo hace un tiempo, acostumbran recordar los viejos y buenos tiempos, lo que éramos. Y se muestran menos capaces de hablar de los futuros tiempos, de lo hermoso que pueden ser nuestras futuras experiencias, si lo planeamos. Ten cuidado cuando visites casas que habitaste, familiares que no ves hace tiempo o la vieja casa paterna. No dejes que las formas mentales del pasado se apoderen de ti nuevamente. Si te descuidas, volverás a pensar como antes, renacerán tus viejos temores e inseguridades, tus depresiones e incapacidades. En el pasado cometiste muchos errores, pues estabas aprendiendo. Las personas de esa época te verán con los mismos defectos. Estuvieron muchos años contigo y es fácil que resuenes otra vez con esas ideas. Tus viejos amigos probablemente te ven como antes y te tratarán como eras. Y puedes volver a sentirte igual. No quiero decir que no retornes a visitar a los viejos amigos o familiares. Te digo que estés alerta y no permitas que el pasado se apodere de ti. Y si un viejo amigo ya no vibra contigo, si ya tiene otros intereses, no te aferres a él. Recuerda con alegría y gratitud los momentos vividos, no le reproches ni te culpes por no vibrar como antes; busca nuevas amistades que compartan tu nueva manera de ser y tus nuevos ideales.
Una reunión de viejos compañeros de estudio puede ser entretenida. Pero, puede revivir tu antigua personalidad, muy imperfecta comparada con la de ahora. Y esto actualiza tus viejos errores y limitaciones, contaminando tu presente y futuro.
Durante mi vida he habitado numerosas casas, en diversas ciudades. Ha sido una bendición, es maravilloso, pues he estado siempre preparado para el cambio y siempre éstos han sido para mejor. Además, me he atrevido a cambiar muchas veces de trabajo y en todos me ha ido bien. Ahora, hago lo que me gusta, dotado de una enorme experiencia y visión mucho más amplia. Quien ha vivido toda su vida en una misma casa no sabe lo que se pierde. Ignora cuán apegado está a los objetos, a las formas, a la gente. Cuántos hay que por años tienen el mismo trabajo, caminan por las mismas calles, conducen por las mismas avenidas, tienen las mismas amistades, hábitos, conductas. Se les puede ver diez años después y seguirán haciendo lo mismo. Son como muertos en vida, cerrados a nuevas vivencias y experiencias, a nuevos horizontes, distintos paisajes o vecinos. Si vives muchos años en una misma casa, sin renovar los amigos y las cosas, tu ser espiritual se apega a las formas. Quedas estático con ellos. Si estás en este caso, créeme, tu vida es mediocre y triste comparado con lo que puedes ser. Pero, ánimo, sólo está en ti cambiarlo. Tú puedes hacerlo y debes ya realizarlo, sin temores. La vida es cambio, no inercia.
Libérate de tus viejos errores y creencias, ya que ellos inducen y contaminan tus nuevos pensamientos, trayéndote el fracaso y la debilidad.
No quiero decir que debemos borrar el pasado. Esto, por lo demás, no es posible pues todo queda registrado en el subconsciente. Quiero decir que debes aprender de tus errores, reflexionar y proponerte no volverlos a cometer. Perdonarte y perdonar. (”Perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores"). Atesora los momentos felices con pequeños recuerdos. Pero, deja atrás los acontecimientos tristes, pues ahora eres diferente. Mira con fe y esperanza hacia el futuro, vive con calidad el hoy, con amor; y tú futuro se construirá con creciente felicidad y éxito. Marcha hacia el porvenir, como todo el universo, y elévate a una conciencia trascendente, planetaria, holística.
"La vida de cada persona constituye un caso único, aislado del caso de las otras vidas, en un sentido auténticamente empírico. Nadie puede vivir la vida de usted, experimentar lo que usted experimente, introducirse en su cuerpo y tener las vivencias del mundo que usted tiene y tal como usted las tiene. Esta es la única vida de que usted dispone y es demasiado preciosa para permitir que los demás se aprovechen de ella. No deja de ser lógico que sea usted quien determina cómo va a funcionar, y su funcionamiento debe aportarle la alegría y la satisfacción de accionar sus propios mandos personales antes que el dolor y la desdicha de ser víctima de la dictadura de terceros." (Wayne W. Dyer[2])
No conceder más importancia a la opinión ajena que a la propia.
"Seguramente ha notado muchas veces que no funcionan bien sus creencias, ética y valores.  Muchas creencias actúan incluso en contra suya y las sigue sosteniendo. Usted sigue con esas normas porque se ha acostumbrado a hacer lo que los demás esperan que usted haga, a buscar ser aceptado por los otros, a no introspeccionarse y descubrir las ideas que le inculcaron desde su infancia y que realmente no le pertenecen. Así sigue atado al pasado, limitando su preciosa existencia." (Wayne W. Dyer[3])
Para comenzar su liberación, realice retrospecciones de sus años de vida. Hay que comenzar a recordar los sucesos importantes del año pasado. Ocupar varios días en tratar de recordarlos mes a mes, empezando desde diciembre gr retrocediendo hasta enero. Después, seguir con el año anterior de manera análoga. Ocupar algunos días hasta recordar un número razonable de eventos importantes o significativos. Y así sucesivamente hasta donde pueda recordar.
Al principio, los recuerdos serán pocos y difusos. Después de varios días en esta labor, su mente subconsciente comenzará a ordenar los recuerdos y aparecerán en grandes cantidades. Así se explicará por qué usted es como es, por qué piensa como piensa y descubrirá cuáles son sus limitaciones. En seguida, podrá comenzar a liberarse de ellas.

FORMULARIO DE RESTROSPECCIÓN ANUAL
Frente al mes correspondiente, anotar muy brevemente el o los estímulos importantes ocurridos, Estos son hechos externos y objetivos. Al lado, anotar luego el comportamiento que se tuvo frente a ese evento. Esto es algo subjetivo, refleja sus sentimientos, emociones, pensamientos. En la columna evaluación, anotar brevemente si fue positivo o negativo, correcto o incorrecto el comportamiento que usted tuvo frente a este evento. (Ver C.E.E., lecc. 26).
AÑO 20__
MES
ESTIMULO
COMPORTAMIENTO
EVALUACION
Diciembre



Noviembre



Octubre, etc.




RELACIÓN CON EL "ÁRBOL DE LA VIDA"
Este tema está relacionado con el sendero 33, la esfera de Daath. Esta no se representa, simbolizando con esto el hecho que se encuentra en otra dimensión, o mejor dicho, escapa a toda dimensión, es adimensional. Esta esfera que puede traducirse por esfera "Conocimiento", nos permite trasladar nuestra conciencia más allá del espacio y el tiempo. Permite que sin haber realizado todavía la posibilidad, de encontrarse evolutivamente en una esfera, podamos percibirla desde nuestra posición actual. La esfera de Daath nos conduce a otras dimensiones, con este conocimiento trascendente producto de la intuición y gracias a los profetas de la Nueva Era, podemos acercarnos a la percepción de lo que debe ser la humanidad futura. Daath no es cualquier conocimiento, es precisamente conocimiento holístico y de lo holístico,


La vida continúa en otras formas en dirección siempre hacia adelante, nunca volviendo sobre los pasos. La vida es cambio, nada es estático. Hay una fuerza poderosa que lleva a toda la creación desde lo más denso (simbolizado en el Árbol de la Vida por la Esfera de El Reino) hasta lo más superior, sutil y unitario (simbolizado por la Esfera de La Corona). Esta fuerza que impulsa a la elevación de la conciencia a través del  conocimiento de lo trascendente, se simboliza en la Esfera de Daath.
La consciencia holística representa el estado más elevado de conocimiento que el ser humano pueda alcanzar, Actualmente la poseen los maestros espirituales reales y representan el estado que todos los seres humanos deben lograr. Este nivel de percepción permite vivir más allá de las limitaciones del espacio y del tiempo.
”Todos sabemos, hablando en términos simples y generales, cómo son las etapas y niveles «inferiores» de la psique: instintivos, impulsivos, libidinosos, ídicos (tendencia al "id"), animalistas y simiescos, También sabemos cómo son las etapas «medias»; socialmente adaptadas, mentalmente ajustadas, egoicamente integradas, sintácticamente organizadas y conceptualmente avanzadas. Pero, ¿cómo son las etapas superiores? ¿Constituye el «ego integrado» o el «individuo autónomo» la meta más elevada que la consciencia humana es capaz de alcanzar? El ego individual es una unidad maravillosa de orden superior, pero comparado con la Unidad del cosmos en su conjunto, no es más que un triste fragmento de la realidad holística, ¿Es concebible que la naturaleza se haya esforzado a lo largo de miles de millones de años para limitarse a producir ese ratón egoico?
“El problema con este tipo de preguntas consiste en hallar ejemplos de personalidades de orden auténticamente superior y, de entrada, en decidir qué es exactamente lo que constituye una personalidad de orden superior. En mi opinión, con el progreso de la evolución colectiva de la humanidad, la decisión llegará a ser muy fácil, ya que cada vez será mayor el número de personalidades «ilustradas» en los grupos de población y los psicólogos, en sus análisis estadísticos, se verán obligados a incluir perfiles de orden superior en las etapas de desarrollo. Entretanto, el concepto de «orden superior» o «alto desarrollo» sigue siendo bastante filosófico. No obstante, las pocas almas superdotadas que se han tomado la molestia de analizar este problema han sugerido que los grandes místicos y sabios representan algunas de las etapas superiores, si no las más elevadas, del desarrollo humano. Así lo han afirmado literalmente Bergson, Toynbee, Tolstoi, James, Schopenhauer, Nietzche y Maslow... Además, la mayoría de los místicos-sabios han dejado informes bastante detallados de las etapas y pasos de sus propias transformaciones hacia los reinos superconscientes. Es decir, no sólo nos hablan del más alto nivel de conciencia y de la superconciencia, sino de los niveles intermedios para llegar al mismo." (Ken Wilber[4]. Este investigador es considerado como el especialista más importante de la psicología transpersonal.)
La esfera de Daath se mueve en el pilar del medio del Árbol de la Vida, a través de las Esferas que representan estados de conciencia: El Reino o conciencia física, El Fundamento o conciencia psíquica, La Belleza o conciencia crística y La Corona o conciencia holística. El recorrido se hace pasando por el Sendero 32, Arcano XXII, conocimiento y desapego del mundo físico; Sendero 25, Arcano XV, vida afectiva y desapego emocional; y Sendero 13, Arcano III, armonía-paz y dominio de la vida como producto de la elevación de conciencia. Conviene practicar especialmente esta semana el "Ejercicio de Desidentificación".
"La verdadera libertad reside únicamente en la sabiduría y el entendimiento, porque toda criatura es esclava de su propia ignorancia... A mayor entendimiento menos temor; y, mientras menos se teme, más cerca se está de la libertad. En la ignorancia, el hombre tiene temor por todo; en la sabiduría, ama todas las cosas". (Manly P. Hall[5])
En tanto nos acercamos a un mayor conocimiento, se produce una mayor libertad. Sin embargo, paradojalmente para nuestra limitada mente, comprendemos que debemos limitar nuestro pensar, sentir y actuar conforme a leyes superiores inmutables. En mi caso personal, si me permiten decirlo, he tenido la libertad de someterme completamente a la Voluntad Superior. Por otra parte, libertad no significa indisciplina y transgresión a reglas establecidas por el bien común. La libertad debe ir acompañada de un profundo respeto hacia todas las personas y hacia todas las criaturas.
Dentro de estos deslindes, se debe buscar la propia identidad, la autenticidad y atreverse a tener sus propios ideales y convicciones. Esto permite salir de la mediocridad y transformarse en un creativo. Esto implica también el desarrollo de una conciencia superior, trascendente u holística. Pasa por un cuestionamiento inicial de los valores que nos inculcan y de las normas que nos condicionan. Por esto, prefiero al estudiante que cuestiona, observa y duda. Es mejor que aquél que todo lo encuentra maravilloso y no reflexiona de las enseñanzas que se le dan. Después de un tiempo, cuando su conciencia se amplíe, entonces ya no es bueno dudar tanto, cuando se tenga una experiencia en el camino. Si la enseñanza ha sido buena, tendremos la razonable convicción que si nos ha servido hasta ahora, lo seguirá siendo en el futuro. Esta actitud receptiva es indispensable, pues la enseñanza superior metafísica no es comprobable por la razón o la inteligencia. La conciencia holística trasciende las limitaciones de la mente común.
Si quieres ser siempre joven, mira hacia adelante y marcha con la fuerza de la creación, liberándote de formas del pasado, de viejas relaciones y viejos lugares. Este es tu verdadero destino. Esta es, ni más ni menos, que el gran secreto de la vida que te estoy revelando, el secreto de la eterna juventud. Como todas las grandes verdades y las grandes riquezas, están junto a ti, al alcance de tu mano. Tienes que tener los ojos entrenados para verlo.
Querido lector o lectora. Recibe todo mi amor y agradecimiento por el tiempo dedicado a este escrito.
"Sólo es digno de la vida y de la libertad aquel que cada día vuelve a conquistarla". (Goethe)
"La aparente libertad y autoafirmación de nuestro ser personal, a la que estamos tan profundamente ligados, esconde una muy lastimosa sujeción a millares de sugestiones, impulsos y fuerzas, que hemos convertido en extrínsecas a nuestra insignificante persona. Nuestro ego, que alardea de su libertad, es en todo momento el esclavo, juguete y títere de incontables poderes, fuerzas e influencias de la Naturaleza universal. La autoentrega del ego a lo Divino constituye el logro de sí; su rendición a aquello que lo trasciende, su liberación de ataduras y límites y su perfecta libertad". (Sri Aurobindo[6])
Serval, Curacaví, Chile,  18 de marzo de 1994


[1] “Nuestras fuerzas mentales”
[2] “Evite ser utilizado”
[3] Id. ibid
[4] “El proyecto Atman”
[5] “La cultura de la mente”
[6] “La síntesis del Yoga”

sábado, 27 de julio de 2013

EL FUEGO COMO ELEMENTO DE RITUAL Y SU INFLUJO EN LA NATURALEZA HUMANA

Les presentó un artículo publicado en la "Revista Masónica de Chile", en el año 1953, en los números 1 y 2 correspondientes a los meses de Marzo y Abril.
El tema tratado es muy importante no sólo en la doctrina masónica, sino que en la mayoría de las Escuelas o Colegios Iniciáticos, e incluso en la vida cotidiana; ya que el fuego es representa muchas ideas, conceptos, sentimientos, y así ha estado, desde el principio de los tiempos, firmemente arraigado a la evolución de nuestra especie. De igual manera pertenece al grupo de los cuatro elementos, o los cuatro estados de la materia, según lo ve la ciencia hoy en día. (estado radiante).
Leánlo y espeor que le pueda sacar el máximo provecho.

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Es de dominio general que el individuo obra por los impulsos de sus sentimientos. Pueden éstos variar debido a múltiples influencias que, impresionando mayormente en la percepción logran nuevos razonamientos que, a su vez, incorporados a la personalidad del individuo logran en él nuevas y muy variadas formas de acción y procedimientos. Dicho esto, así, en forma tan comprimida, podemos concluir que el individuo es un receptor de impresiones de infinitas variedades y sintonías, y apto, en consecuencia, para los más imaginarios escudriñamientos.

Los símbolos que nos ofrecen horizontes tan abundantes de sugerencias, no hay duda, que podrán afectar en distintos grados nuestra percepción y activarnos el deseo de escudriñarlos, para lograr de ellos cuanto más de su sabiduría. De esta manera, podemos concordar con los autores que han expresado que, las verdades no están tan profundamente ocultas como pudiera suponerse, puesto que ellas, generalmente han estado  y están bien a la vista; más si muchos no las advierten será, tal vez, porque ellas están expresándose en símbolos y alegorías. Bien ha estado entonces, la imaginación de los que, han dicho que, "cuando la raza humana aprenda a leer el lenguaje del simbolismo, un grande y espeso velo caerá de los ojos de los hombres". 

De los aspectos expuestos puede concluirse que, cada hombre tiene su propio mundo y vive en derredor de su pequeño universo, siendo el rey y señor de las partes que lo constituyen. Es por eso que es interesante el punto de vista que considera el cuerpo del hombre como un templo viviente; de aquí que los templos antiguos estaban delineados esquemáticamente, de acuerdo con el cuerpo humano. Esto se dice que es comprobable a través de los planos del santuario de Karnak y otros. Del mismo modo, los lugares de iniciación eran copias del cuerpo humano y los rituales en las distintas cámaras, simbolizaban ciertos procesos que tienen lugar en el cuerpo humano. 



Manly P. Hall, dice: "La Masonería es un excelente ejemplo de una doctrina que transmite, mediante ceremonias, el secreto de la regeneración del alma humana, que es en gran parte un problema fisiológico y biológico. Por esta razón, la Orden está dividida en dos partes: la Masonería especulativa y y la operativa. En el Templo de la Logia, la Masonería es especulativa, porque la Logia es solamente un símbolo del organismo humano, y la Masonería operativa es una serie de actividades místicas que tiene lugar dentro del organismo físico y espiritual de aquellos que han asumido sus obligaciones".

Con estas referencias, bien puede estimarse lo importante de una enseñanza contenida en un sistema simbólico, al cual el masón debe reservarle su espíritu avezado y paciente, para extraer la sustancia de la expresión del símbolo que representa siempre un contenido indefinidamente extensible.

Parece, pues, no existir duda, que el elemento Fuego infunde un gran poder operativo en la  conciencia del individuo ya que su poder expresivo, además de manifestarse a través del sentido objetivo de la vista, se manifiesta también en otras de las realidades convincentes que este posee; esto es en lo sensitivo. De tal manera, que no sólo ve a este elemento, sino que, lo siente en sí mismo. Este hecho nos coloca en un terreno de comprensión fácil para apreciar el por qué su poderosa influencia ha obrado desde los tiempos primitivos en la conciencia del hombre, venerando al elemento Fuego sobre todos los demás. Por eso, Hall dice: "Hasta el salvaje más inculto llega a reconocer en la llama, algo que estrechamente se parece al fuego sutil y volátil que arde en su propia alma. No podía analizar la energía del Fuego, misteriosa, vibrante, radiante, porque estaba más allá de su capacidad, pero, sin embargo, sentía su poder. El hecho de que durante las tormentas, el Fuego descendía en rayos poderosos del cielo, abatiendo los árboles y causando destrucción de toda clase, hizo que los hombres primitivos reconocieran en su furia, la ira de los dioses".

La mente primitiva, especialmente en el período neolítico, deificó el fuego. Aunque esta concepción del fuego, desde nuestro actual punto de vista es burda, ella tuvo gran influencia en la evolución de los principios morales, espirituales y místicos, aceptados actualmente por muchas de las grandes religiones del mundo, incluso la cristiana.

Por su parte, los grandes filósofos, han colocado también el Fuego, en el primer lugar entre los elementos, considerándole, en cierto modo, como el principio de la vida en el mundo. Tal vez, por esto, Hall dice: "Las Escuelas de Misterios del Antiguo Egipto enseñaban que la sangre era el vehículo de la conciencia. El espíritu del hombre se movía con la corriente sanguínea y, por lo tanto, no se encontraba en ningún punto particular del organismo. Se movía en el cuerpo con la rapidez del pensamiento, de manera que la conciencia del yo, el conocimiento de lo externo y la percepción sensorial podía ser localizada en cualquiera parte del cuerpo, mediante el ejercicio de la voluntad. Los iniciados consideraban la sangre como un líquido misterioso, algo gaseoso por naturaleza, que sería como medio de manifestación del fuego de la naturaleza espiritual del hombre. Este fuego circulando por el sistema, animaba y vitalizaba todas las partes de la forma, manteniendo así a la naturaleza espiritual en contacto con todas sus extremidades físicas. Los místicos, consideraban el hígado como la fuente del calor y del poder de la sangre. De ahí que sea significativo que la lanza del centurión hiriera el hígado del cuerpo de Cristo y que el buitre fuera colocado sobre el hígado de Prometeo, para atormentarlo durante las edades”.

Innumerables referencias, pues, nos dicen que el elemento Fuego ha perdurado en los siglos de los siglos y ha vibrado en la conciencia de los hombres, haciéndoles sentir su existencia y sugerente poder.

En la época en que el hombre descubrió el fuego, ya había comenzado a evolucionar desde la primitiva forma de vida hacia un estado más elevado, que la ciencia llama Era Neolítica. En ese tiempo el hombre comenzó a alejarse de las corrientes de agua, de sus escondites y se estableció en los farellones y esta época se ha denominado la era troglodita. El viento, el aire y finalmente el fuego se convirtieron aquí en los grandes ayudantes de su vida y el hombre, fue desechando los lugares arenosos, el agua y los sitios bajos. Ya no se ocupaba tanto en combatir las bestias, sino que con un poco más de seguridad, se aprestaba a combatir los vientos y otros azares de la vida; así se ocupaba en preparar más cuidadosamente las armas de piedra. Con la creciente habilidad de usar la piedra pulida en una forma inteligente, el hombre se convirtió en constructor. Esta fase de la evolución del hombre, a menudo esta simbolizada por la piedra cúbica parcialmente pulida. A esta época siguió rápidamente otra en la que fue posible hacer uso de los metales por el descubrimiento del fuego, y por ello, a menudo se la denomina la Edad de Bronce. En ella comienza el hombre a hacer instrumentos agudos, cuchillos y otros artefactos: aquí el hombre hizo entonces grandes progresos en su civilización. Al sentirse más seguro, fue eliminando lentamente el miedo a la oscuridad y a lo invisible, que lo convertía en un esclavo mental; así entonces con el advenimiento de la era de los metales se produce un cambio decisivo en el desarrollo mental del hombre, porque el uso que ya pudo hacer de ellos en las distintas formas le permitió libertarse de la actitud indefensa y temerosa que poseía antes; encontró el modo de proteger su morada y ya no se preocupó de vivir separado de sus semejantes, gradualmente construyó cabañas y las colocó en grupos, s1endo este el origen de los caseríos y aldeas; domesticó animales; comenzó a labrar la tierra con los artefactos metálicos que podía hacer. Luego experimentó inspiración hacia tendencias que le ayudaron a formular leyes definidas y reglas relacionadas con el uso y el abuso de la propiedad de cada uno; así nació una forma de derecho y orden. Aquí se encuentra el verdadero comienzo de esta civilización, que coincide con la liberación del hombre del miedo que lo dominaba y con el despertar de la confianza en sí mismo; estas cosas no afectaron solamente su existencia física y material, sino que la conciencia de su alma, la evolución de su personalidad, todo lo cual fue causa para que empezara a comprender ciertos principios fundamentales.

El descubrimiento del fuego, no sólo tuvo un efecto activo en la vida del hombre, sino que también
afectó su vida pasiva y pacífica; este es tal vez el efecto más importante. El fuego fue usado para dar calor, para trabajar los artículos de metal y para cocer la comida; esto permitió que el hombre pudiera hacer de su morada un lugar más permanente por su agradabilidad, que le proporcionaba un lugar abrigado, que lo invitaba o le brindaba la oportunidad de hacer funcionar su mente pensando, meditando y estudiando, es claro que, en una forma primitiva. Así pues, el hogar se convirtió en el primer templo del hombre en el plano terrenal. El cambio que todo esto produjo en la vida del hombre, tuvo como resultado la liberación de la mujer de las faenas del campo y del bosque, en las que tenía que estar al lado de su compañero. Por la dificultad de hacer el fuego, fue necesario mantenerlo siempre ardiendo, tarea ésta que fue confiada a la mujer, quien se convirtió en guardián del hogar; ella usaba el fuego en la preparación de las comidas y otras cosas, mientras el hombre trabajaba en el campo. El hombre consideró el fuego como una cosa sagrada por su importancia en la casa, por lo misterioso de su origen, por el calor, por lo agradable de su luz y, por el casi sagrado ambiente que producía, casi llegó a adorarlo y en una etapa de su evolución lo utilizó, como símbolo de adoración. De este modo, la evolución mental del hombre y los conocimientos de su alma se desarrollaron con un amor y una admiración casi sagrados por el fuego.

Todo esto, constituye un ciclo completo en la evolución del hombre, un ciclo que dejó una impresión indeleble en sus tres estados; el anímico, el físico o corporal y el social o político. Las impresiones y los efectos elementales y fundamentales que este ciclo dejó en el hombre, no podían ser eliminados, sino modificados lentamente; en lo profundo de su conciencia residía un amor y una admiración por las cosas que una vez fueron para él, tan sagradas en su existencia como lo son ciertas cosas hoy en día. De aquí que la propia conservación, el dominio de los elementos materiales y sus peligros, el deseo de construir y poseer una habitación segura, el amor al descanso y a la meditación, la paz del calor del hogar en el atardecer, se han convertido en elementos fundamentales de la evolución del hombre, tanto en el sentido físico como en el sentido espiritual. Conforme el hombre se ha ajustado físicamente a esas condiciones elementales y conforme cada una de ellas ha hecho que la naturaleza afecte el medio ambiente y el cuerpo del hombre, así ellas han influido en el conocimiento de su alma y ha ido aprendiendo a reverenciar esas cosas fundamentales como símbolos de su progreso.

Los humanos siempre experimentamos una consideración especial por aquellas cosas o estados que se relacionan íntimamente con nuestras vidas. La forma como las consideremos depende únicamente del efecto que ellas causan en nosotros. Si es algo que nos daña o parece amenazarnos, nuestra actitud es de respeto o de miedo. Toda la ferocidad que le atribuimos está expresada en la idea que de eso nos hayamos formado. Si lo que el hombre primitivo tenía era intangible, como las fuerzas invisibles, su imaginación las concebía como si tuvieran formas grotescas. Esta es la razón se dice, por la cual los ídolos e imágenes que representan las temibles fuerzas de la naturaleza,  tenían un aspecto tan horrible. Inversamente, lo benévolo era representado por algo poderoso y a la vez agradable. Así entonces, en los pueblos primitivos, los elementos de la naturaleza estaban representados por dos características diferentes: una feroz y otra benévola. Ellos se dieron cuenta de que el fuego, por ejemplo, unas veces los ayudaba en su bienestar y otras, cuando estaba fuera de control, aparecía como un vengador.

Algunos autores manifiestan que hace unos cien mil años, la Humanidad, físicamente, era la misma en toda la superficie de la tierra. La Humanidad, pues, agregan, no había experimentado la dispersión y separación que fue el origen de las diferentes razas. Antropológicamente clasifican al hombre de esa época como el tipo de hombre de Neanderthal; su conciencia era todavía extremadamente elemental. Esta fase espiritual de su evolución estaba realmente comenzando; desde el punto de vista físico, es decir, en cuanto a las apariencias, su aspecto era el de un animal medianamente inteligente. Tenía muy pocos o ninguno de esos refinamientos del carácter o de sentido moral que hoy atribuimos a la personalidad del individuo evolucionado.

Debido a los cambios climatéricos que experimentaba la tierra, se dice que la Humanidad se dividió en dos grandes grupos; uno de ellos emigró hacia la zona de hierbas que bordeaba la parte norte de la península de Arabia y la parte Este del Mediterráneo, zona esta que los historiadores han llamado "La Gran Medialuna Fértil", a causa de su forma. De esta rama de la Humanidad es de donde descienden los pueblos semíticos y las civilizaciones de los babilonios y caldeos y los antecesores de los judíos. El otro grupo, más tarde, se dispersó por Europa y Asia, extendiéndose en una línea desde Inglaterra, a través de las estepas de Rusia, hasta el Norte de la India; estos hombres siguieron la línea de los pastos del Norte y llevaron sus rebaños de una región a otra. Estos grupos se cree que han tenido al principio una lengua común, creencia que se basa en la relación que guardan entre sí ciertas palabras del inglés, el latín, el alemán, el griego y el persa. Las tribus del Norte se separaron cada vez más, sus dialectos se hicieron tan diferentes, que casi no se entendían unos a otros, ni recordaban su origen común. Muchas tribus del Norte vinieron a asentarse en la región Este del Mar Caspio, que era un área muy fértil, por lo que hubo gran prosperidad. Algunas de esas tribus que adoptaron el nombre de Arios, domesticaron por primera vez el caballo, lo usaron para montar y para tirar los carros; este grupo de hombres se dice que era altamente inteligente y de gran vuelo de imaginación, y, aunque todavía no sabían leer ni escribir, el despertar de su conciencia se asegura estaba muy avanzado. El principio fundamental de su religión era la buena conducta, hacer el bien y vivir con rectitud.

Para este pueblo, el fuego era el símbolo de una fuerza divina; por lo tanto, era un elemento importante en su religión primitiva. El fuego era reverenciado por ellos en la misma forma que los cristianos reverencian hoy la cruz latina, como un símbolo. Como consecuencia de esto, los Arios desarrollaron ritos y ceremonias en las que el fuego representaba un papel muy importante. Erigieron grandes altares donde se mantenía un fuego perpetuo; tenían sacerdotes cuya única misión era cuidar el fuego.

Ahora, situados en el año mil antes de Cristo, se dice que nació en la península de Irán uno a quien se conoce con el nombre de Zoroastro, quien creyó que su pueblo necesitaba urgentemente una religión que los preparara mejor para las tribulaciones y pruebas de la vida. Concluyó que los hombres estaban luchando consigo mismos y con dos fuerzas en su medio ambiente, una buena y otra mala. Zoroastro creyó que mientras dominara la buena, el hombre estaría seguro de su felicidad; así es que procedió a deificar el bien, mejor dicho, el principio del bien se convirtió en dios para él. A este dios le dio el nombre de Ahura-Mazda, que significa Señor de la Sabiduría. Adoptó de las antiguas costumbres de su pueblo, el símbolo del fuego, que ellos tenían cuando residían en la región del Mar Caspio. El fuego se convirtió en el símbolo de Ahura·Mazda; representaba la chispa divina dentro del hombre; particularmente representaba la luz de la comprensión que llega a aquellos que siguen el bien. El fuego, por lo tanto, fue el símbolo terrenal de lo divino.


Por otra parte, las fuerzas del mal estaban personificadas por un ser a quien Zoroastro denominó Ahrimán; este Ser era el equivalente de Satán. La concepción hebrea de Satán, como ser de las tinieblas y del mal, se dice fue tomada de la religión de Zoroastro. Estos conceptos religiosos hicieron que el hombre escogiera necesariamente como camino que debía seguir en su vida, entre el bien y la luz, por una parte, y el mal y la tinieblas por la otra. Se dice que estos conceptos religiosos altamente avanzados  se extendieron por las tribus de medos y persas, después de muchos sinsabores y de ilusiones de su expositor Zoroastro.  

En los templos de los adictos de Zoroastro, siempre había el fuego perpetuo sobre los altares como símbolo de la Luz y la Bondad divinas. Todas las religiones avanzadas de hoy continúan relacionando la luz, en sentido simbólico, con la divinidad y con la sabiduría.

Los antiguos griegos eran descendientes de los pueblos indoeuropeos, en especial de las tribus de los pastos del Norte, de las cuales descendían los Arios. En la antigua Ática o Grecia, el hogar fue venerado por que contenía fuego. Para los griegos, Hestia era la diosa de la llama sagrada. En su mitología, era ella la que tenía por obligación cuidar el fuego. En cada comunidad de Ática, esto es, en cada sala comunal, había un hogar consagrado a Hestia, la diosa del fuego sagrado; era el ornamento principal de esos edificios; el fuego del hogar era perpetuo. El fuego para los nuevos templos y para las nuevas habitaciones debía encenderse allí. El hogar era el sitio en donde se practicaban los ritos y se tomaban los juramentos. En algunos países del mundo occidental se conserva todavía la costumbre de celebrar la ceremonia del matrimonio ante el hogar de la casa. El hogar era también un asilo, es decir, un sitio de refugio para todo aquel  que estuviera en peligro; si alguno se postraba como suplicante ante el hogar, se le concedía la inmunidad; nadie se atrevía a tocarlo. Esto quería decir que se había entregado a la misericordia de la divinidad y de la diosa que estaba simbolizada por las llamas del hogar y, por lo tanto, los hombres debían prestarle socorro.

Por otra parte la diosa romana de la llama sagrada fue conocida con el nombre de Vesta; era una
perpetuación de la antigua diosa griega Hestia. En la antigua Roma cada casa tenía un hogar que se denominaba "Focus"; se le llamaba así porque en realidad era el punto focal de la vida de la casa; en cada comida se arrojaban en él trozos de alimentos como una oblación u ofrenda sagrada para agradecer las bendiciones recibidas. Las comidas eran servidas en largas mesas ante el hogar. El fuego no era adorado en sí; era solamente un símbolo de luz y de sabiduría.

En el Foro romano se erigió un gran templo a la diosa Vesta; allí había únicamente una llama ardiendo perpetuamente. 

Ante todo lo expuesto, puede verse cómo la evolución gradual de la conciencia del hombre lo capacitó para que encontrara en la naturaleza aquellos elementos, como el fuego, con los cuales podía formar un símbolo para expresar los estímulos que comenzaba a sentir dentro de sí.

Son abundantes las referencias que existen acerca del elemento fuego, con las expuestas y con el dominio que todos vosotros tenéis sobre este elemento, nos es dable apreciar su inmenso valor sugerente a través de los Rituales y de la naturaleza humana. La imagen del símbolo establece punto de contacto con la conciencia objetiva y no se puede dudar entonces que, la o las sugerencias del símbolo penetren en el  entendimiento humano, dándole el comprensible significado de su expresión alegórica.

Hay autores que han reunido al elemento fuego, en tres grandes grupos, diciendo: "Estos son los tres Fuegos: el de la Divinidad, el de la Humanidad y el Diabólico. Y los tres están encerrados en la humana naturaleza".

El Fuego de la Divinidad: es éste el fuego venerable que nos da vida a todos y a todo; es su calor regulado amorosamente el que constituye —en opiniones vertidas por eminentes y eruditos autores— el espíritu del hombre, expresándolo como un pequeño anillo de fuego incoloro que emite rayos centelleantes y que por un proceso muy difícil y por lo tanto imposible —por lo menos para mí— de analizarlo de manera clara y tangible, esos rayos construyen cuerpos en torno de ese germen central informe, gobernándolos mediante ondas de energía que no puede ser estimado como otra cosa que lo que llamamos vida.

Ahora el Fuego de la Humanidad; es el que nos da la clara luz de la razón que ilumina la mente, el que vivifica con su calor regulado sabiamente las virtudes adormecidas, y, en suma, el que alienta al bien en el mayor grado que sea capaz de asimilar el ser humano.

Y, por último, el Fuego Diabólico; es el abrasador y quemante que logra fundir las virtudes y las transforma en falsas joyas, las cuales no son otras que el odio, la lujuria, la envidia, el rencor, la crueldad e innumerables más.

Analizados, o mejor dicho, expuestos así  tan brevemente estos tres fuegos, es posible entonces concebir racionalmente este profundo concepto que expone Hall: "En realidad el Reino de los Cielos está dentro del hombre mismo, mucho más completamente de cuanto nos podamos imaginar. Y así como el cielo está en su propia naturaleza, así también la Tierra y el Infierno se encuentran igualmente en su constitución, porque los mundos superiores circunscriben e incluyen a los inferiores, y la tierra y el infierno están incluidos dentro de la naturaleza de los cielos”. Como hubiera dicho Pitágoras: "Lo superior y lo inferior están incluidos dentro del área de la Esfera Suprema. Y así todos los reinos de la naturaleza terrestre: minerales, vegetales, animales y su propio espíritu humano, están incluidos dentro de su cuerpo físico".

Esta es, tal vez, la interpretación terrena que más racionalmente pueda ser aceptada sobre el principio anterior, porque, en todo ser humano y en cualquier momento del tiempo y de la vida, uno u otro de esos fuegos estará manifestándose como potencia dominadora dentro del hombre mismo, y no sabemos por qué designio parece que en el gran número de los humanos es el fuego diabólico y ardiente el que caldea con llama satánica las pasiones y los odios que invaden a la Humanidad. No obstante, nos alienta aunque sean minoría, hay gran número también que en perseverante acción contienen en sí mismos el fuego sutil que les está vivificando las virtudes de lo noble, lo amoroso y del infinito bien. Este es el Fuego que contiene nuestros Rituales, el que en uno de los viajes simbólicos de la Iniciación no nos quema, sino que nos hace sentir su sublime calor, mostrando en tal forma a nuestra comprensión la cantidad justa y necesaria del fuego que debemos mantener en nosotros mismos, para alimentar la vida de las virtudes y para purificar lo innoble.

Depositarios que somos del fuego y situándonos frente a tan trascendente y sugerente símbolo, presente en el Altar de nuestros Templos como la expresión de la parte creadora y espiritual y como representación de la luz de la comprensión que cada uno de nosotros buscamos, hemos de hacer votos porque el Fuego de la Humanidad logre alentar realmente nuestros sentimientos en nuestra fraternal unión y con efectos de la mayor superación en las virtudes.
A.    R. M.