A continuación un muy breve artículo realizado para una publicación llamada "Cuaderno de
Educación del Círculo Aleph", Nº 49-50, correspondiente a la fecha enero-febrero de 1986.
Como siempre, les informo que los contenidos de esta publicación son: Expectativas de fin de siglo - Conocimiento, herramienta necesaria en el mundo de hoy - Los "yoes" en el ser humano - Desarrollo y transformación de la personalidad - Para aprender mejor, clasifique sus apuntes y otros temas.
El Círculo Aleph, es una institución que propende al desarrollo integral del ser humano. Su sede principal se encuentra en Santiago de Chile, y pueden contactarse en la siguiente dirección web: www.circuloaleph.com
En otras ocasiones ya he publicado temática muy semejante, pero considero que es un trabajo muy importante descubrirnos, conocernos y trabajar hacia la perfección del ser.
Espero que sirva de algo.
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El ser humano actual sufre, aun en
mayor medida que antaño, y el mayor problema que atenta a su desarrollo y
crecimiento es la fragmentación o división personal.
Todos nosotros tenemos una parte
superior que la llamaremos Yo Superior o Real, el cual debe tener el control,
manejar y unificar a los demás aspectos de nuestro ser. Sin embargo, este Yo
Superior se mantiene, en la mayoría de las personas, prácticamente inalcanzable
en las alturas del ser o sumergido en un profundo sueño.
La falta de una dirección real hace
que cada persona se encuentre en una verdadera anarquía de distintos aspectos
del propio ser. Por ejemplo, tenemos “yoes” o aspectos emocionales que en
determinados momentos toman el mando y gobiernan nuestro quehacer durante poco
o mucho tiempo.
Otros “yoes” de la parte mental o
intelectual nos pueden decir que es lo mejor a hacer en determinadas
situaciones y muchas veces el cuerpo físico asume el mando de nuestra actitud.
De esta manera tenemos, por lo menos, tres “yoes” distintos que gobiernan
nuestro ser, según sean las circunstancias.
Si fueran solamente estos tres yoes,
el problema no tendría la magnitud, ni el caos que cotidianamente se presenta
en la mayoría de las personas.
En cada uno de los niveles físico, emocional
y mental existen varios “yoes” que luchan por hacer prevalecer sus puntos de
vista y de esta forma arrastrar a todo nuestro ser a sus respectivas
inclinaciones. Por consiguiente en cada nivel existen distintas fracciones de
nosotros que luchan constantemente por expresarse.
Sin embargo, ninguna de estas
entidades es el Yo Real. Todas ellas constituyen, lo que llama Gurdjieff, el yo
imaginario y fragmentado. Es decir, en determinados momentos podemos decir yo
pienso, yo siento, yo actúo, etc. No obstante, ninguno realmente soy Yo, todos
son yoes ficticios.
En el Tíbet se les da el nombre de “agregados
psíquicos” o simplemente “valores” a estos yoes ficticios. Estos pueden ser positivos
o negativos y desde hace mucho tiempo se enseñaba como una doctrina.
La verdadera esencia no está en
ninguna de estas entidades, aunque algunas parezcan superiores a otras. Nosotros
no somos un pensamiento, un sentimiento, una emoción, ni mucho menos una acción.
A pesar de esto decimos constantemente yo pienso..., yo siento..., yo realizo...,
etc.; no considerando que sólo son aspectos de nuestro yo imaginario.
Existen “yoes” más complejos, conformados
por algunos más pequeños de los distintos niveles. Estos son los “yoes” profesional,
social, familiar, y muchos otros más. Frecuentemente se conocen como “roles” o
papeles, los cuales generalmente identifican a las personas que los poseen. Por
ejemplo, al decir: yo soy ingeniero, yo soy una mujer de treinta años, yo soy
padre de familia, o madre o hijo, etc.
Cada uno estos roles está compuesto por
un sinnúmero de pequeños “yoes” que los determinan; en consecuencia un juez
debe ser imparcial, con voluntad, con control de la emoción, debe tener una
apariencia formal, etc.
Pero el Yo Real es más que todo esto.
Si le otorgamos nombre o condiciones lo estamos limitando, cuando él es ilimitado
e infinito. Él se identifica con nuestra esencia, Alma, Espíritu, o como quiera
llamársele.
El Yo Real es lo único verdadero con que
nacemos y es algo que cada ser humano posee. Sin embargo, desde el momento que
somos fecundados se van agregando, a través de toda nuestra vida, los yoes
imaginarios, los que van opacando o, si se quiere, sumergiendo en un letargo a
este Yo superior. Por lo tanto, toda nuestra personalidad es un producto de
agregados hechos en nuestra vida.
El Yo Real o Superior es algo
inmutable y permanente que existió, existe y existirá más allá del periodo de
una vida física. Y lamentablemente, esto nos debería llevar a la conclusión que
existirían muy pocas personas que tienen conciencia de su Yo Real, no obstante,
todos poseerlo.
Si Uds. se preguntan ¿quién soy?, se
pueden identificar en forma ascendente con los distintos aspectos de nuestro
ser. Así tenemos que: yo soy mi cuerpo físico, pero hay algo más sobre él; por
lo tanto soy mis emociones y afectos, pero aún hay algo superior; entonces yo soy mi
mente, mis ideas y pensamientos; o yo soy mi alma o espíritu. Pero siempre percibimos
que debe haber algo superior desde el momento que decimos “mi”; finalmente
podemos llegar a la conclusión de que simplemente YO SOY.
Este Yo Superior no lo podemos
comprender porque tratamos de llegar a él, que es ilimitado e infinito, desde
nuestra mente limitada y finita. La única forma de ascender hasta ese Yo Real y
escapar de la ilusión de los distintos “yoes” (imaginarios), es elevando
nuestro nivel de consciencia.
¿Cómo elevar nuestra consciencia? La
verdad es que esto es un trabajo que demanda un esfuerzo constante durante toda
nuestra vida. Todo nuestro quehacer debería estar siempre dirigido a descubrir y
alcanzar nuestra esencia, el Yo Real.
Auto-observación
Una de las primeras cosas a hacer es la observación e
identificación de las distintos
yoes que coexisten en cada uno de nosotros. Para este trabajo es necesario observarse continuamente en nuestros pensamientos, sentimientos, emocio- nes, actitudes, acciones, etc.
yoes que coexisten en cada uno de nosotros. Para este trabajo es necesario observarse continuamente en nuestros pensamientos, sentimientos, emocio- nes, actitudes, acciones, etc.
Es necesario aprender a observar
nuestra conducta en forma imparcial, como si fuéramos un espectador externo.
Solamente al desarrollar la capacidad
de observación constante sobre nuestro actuar, sentir y pensar, podremos ir
dándonos cuenta como estamos conformados y comenzaremos a entender por qué
reaccionamos y actuamos como lo hacemos.
Al identificar nuestros distintos yoes,
podemos comenzar a reafirmar aquellos con los que estamos conformes y, por otro
lado, anular a los que identificamos como un impedimento para nuestro verdadero
y efectivo desarrollo.
La técnica de la “Retrospección”,
aparece como la más indicada para comenzar con este trabajo de ir desarrollando
en nosotros esta capacidad de auto-observación constante. Para que comience a
dar frutos, deberíamos aplicar esta técnica todas las noches, antes de ir a
dormir, destacando los eventos más importantes del día que termina y nuestros
estados internos relacionados con ellos. Se hace importante, a la vez que
interesante, añadir observaciones y comentarios y la hora en que se observó el
evento.
Pero antes de seguir adelante, deberemos aclarar que queremos decir con "evento" y "estado". El primero es lo que acontece, es un hecho que sucede en nuestro entorno, es una situación objetiva. Y el estado corresponde a la expresión interna o subjetiva (emociones o sentimientos, ideas o pensamientos) que tiene la persona en relación con el evento en cuestión
Pero antes de seguir adelante, deberemos aclarar que queremos decir con "evento" y "estado". El primero es lo que acontece, es un hecho que sucede en nuestro entorno, es una situación objetiva. Y el estado corresponde a la expresión interna o subjetiva (emociones o sentimientos, ideas o pensamientos) que tiene la persona en relación con el evento en cuestión
Observemos ahora un ejemplo de formulario de retrospección:
Es importante realizar la práctica en
forma retrospectiva, tal cual lo indica su nombre, es decir, comenzar desde el
momento en que se hace, les recuerdo antes de irse a dormir, e ir retrocediendo hasta el comienzo del día
en cuestión
En toda escuela de desarrollo lo
primero a hacer es aprender a conocernos a través de la auto-observación. En la
Escuela del Cuarto Camino, por ejemplo,
se pide llevar un libro de vida a los estudiantes, en donde se debe anotar lo
que le ha acontecido en el día, tomando en cuenta los eventos y los estados relacionados,
en forma similar a la técnica aquí propuesta.
Si comenzamos a auto-observarnos, en
cualquier forma, poco a poco comenzaremos a conocernos y podremos apreciar la
muchedumbre de entidades que viven en cada uno de nosotros. Solamente entonces
podremos comenzar el camino real de desarrollo y elevación de la conciencia.
Reafirmación y eliminación de yoes
Al conocer los distintos yoes que hay
en nosotros, estaremos en condiciones de reafirmar aquellos que estén de acuerdo
a nuestros objetivos y eliminar los que no.
El reafirmar es fácil. Solamente hay
que permitir que se expresen, pero siempre estando consciente que lo permite
nuestro Yo Real aunque aún no se exprese plenamente.
Para eliminar o anular nuestros yoes indeseables
podemos hacer lo siguiente:
1. No alimentarlos. Cada vez que los
descubramos, usando nuestra la voluntad, no darles importancia.
2. Acusarlos. Muchas veces estos yoes
actúan solapadamente o en cubierto. Si los identificamos y los delatamos con
los yoes deseable no podrán ejercer su acción.
3. Someterlos. Que se ajusten a la
disciplina de un yo más elevado.
Despersonalización
Este es un trabajo de elevación da
nuestra consciencia a través de la no
identificación con los elementos de la personalidad
Por ejemplo, pensar y repetirse:
Yo tengo cuerpo, pero no soy mi cuerpo.
Yo tengo emociones, pero no soy mis emociones.
Yo tengo mente, pro no soy mis pensamientos.
Yo Soy un ser superior, infinito e
ilimitado, simplemente YO SOY.
Si estando relajados, nos repetimos
reflexivamente estas frases, podremos ir elevando poco a poco nuestro estado de
consciencia y, consecuentemente, despersonalizándonos.
Otra forma de despersonalizarse es
referirnos a los que hacemos en tercera persona, para así no identificarnos con
lo realizado. Por ejemplo, en vez de decir, “yo voy de compras”, declarar o
pensar, “Álvaro va de compras”. Hablar en tercera persona como si mi verdadero
Yo estuviera descubriendo como un yo imaginario o inferior realiza una acción,
siente o piensa algo.
Si podemos observarnos, identificar
los distintos “yoes” en nosotros, elegir con cuáles quedarnos o desarrollar y
cuáles anular, no identificarnos con las cosas, emociones o pensamientos que
podamos tener; entonces, y sólo entonces, estaremos elevando nuestro estado de
consciencia y pasando de un estado de somnolencia, descontrol y anarquía a uno
de despertar, control y orden. Pasando de la multiplicidad a la Unidad. De lo
imaginario o irreal, a lo Verdadero o Real.
Sólo resta decir: “Álvaro ha terminado de escribir esto”
ALV
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