viernes, 17 de abril de 2015

CONSTRUYENDO LA FE Y LA ESPERANZA

El artículo que transcribo en esta ocasión apareció en una publicación llamada "Holograma", específicamente en el número 9. Esta revista era editada por la "Frtarnidad de los Servidores de la Nueva Era", entidad iniciática que tuvo su quehacer y acción en Santiago de Chile, en los últimos decenios del siglo XX.

El tema en cuestión, me parece de importancia y vigencia constantes, independiente del tiempo que se trate. Y Aunque podamos estar de acuerdo o no con su plantemiento, siempre será bueno que saquemos nuestras propias conclusiones sobre ello.

En esta publicación, además del artículo aquí expuesto, también aparecía:
  • Como tener buenos amigos.
  • Los engaños de los grupos espirituales
  • Aprendiendo a cambiar. 
Espero que en algo sirva lo que publico, disfruten.

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Fe. Esperanza y Caridad son las tres virtudes o gracias fundamentales del Cristianismo. De aquí se puede deducir la importancia de la fe y esperanza para el ser humano y su vida interna o superior.
“La fe mueve montañas” y “la esperanza es lo último que se pierde”, son dos de los dichos populares más usados corrientemente y que encierran grandes verdades que no todos comprenden, porque si así lo hicieran la vida se mostraría totalmente distinta a como lo hace en la actualidad.
Ambas son virtudes del alma, es decir, virtudes superiores de nuestro ser. Teológicamente se plantea que son la proyección de la Gracia Divina sobre nuestra alma, las cuales luchan por expresar correctamente en los planos de la personalidad.
Podríamos definir a la fe como la virtud superior que implica la certeza o convicción de lo que no se ve. Es creer firmemente en algo de corte superior o divino. Por otro lado, la Esperanza es aquella virtud que permite reconfortar a nuestra alma esperando la venida de algo verdadero y sustancial a nuestra alma.
La fe cree firmemente y la esperanza permite a la persona esperar pacientemente algo mejor. La fe es la fuerza que nos impulsa a avanzar y dirigirnos hacia lo superior y de esta forma ser cada vez mejores. Y la esperanza es la fuerza que hace que podamos soportar pacientemente y sin  alterarnos con las cosas cotidianas que nos alejan de nuestra verdadera esencia, en el conocimiento que ya llegará la oportunidad de trascender esta realidad fútil e insubstancial.
Como se puede ver la una no puede ir sin la otra, una -la esperanza- sirve de trampolín para que aparezca la fe. No podemos cimentar una fe real y maciza sin tener esperanza. Y sin esperanza la vida se vuelve un infierno, en el sentido que no tiene objetivos reales o superiores. Por otro lado no sacamos nada con tener esperanza, si es que no vamos desarrollando la fe consecuentemente con esto.
La esperanza nos da la oportunidad de vislumbrar el futuro y la fe de alcanzar ese destino.
Estos dos conceptos están desarrollados en la decimoséptima lámina del libro de Thoth (el Tarot). Esta lámina o arcano se llama “La Estrella” y a grandes rasgos podemos describirla del siguiente modo: En primer plano encentramos una joven mujer desnuda que se encuentra sacando agua de un manantial y por otro lado está regando, con esa agua la tierra, la cual es bastante árida, pero se puede observar que crece y brota una planta que luce una hermosa rosa sobre la cual se posa una mariposa. Sobre la joven encentramos una estrella de ocho puntas que alumbra el paraje y a la joven, junto a otras siete estrellas menores.

A grandes rasgos, la interpretación de la simbología entregada en este arcano es de la siguiente forma: La región árida nos indica la futilidad e infertilidad que puede llegar a tener la vida cotidiana cuando se enmarca en objetivos intrascendentes y materialistas. Sin embargo, la mujer desnuda (bella e inocente) riega una planta en este árido paraje. Su perseverancia basada en la esperanza de algo superior logra hacer florecer una rosa. Esta representa lo superior que aparece gracias a esa esperanza, sobre la cual se posa una mariposa simbolizando la psiquis superior, la cual nos lleva finalmente en raudo y bello vuelo hacia un mundo distinto y superior.
Es importante destacar que en este páramo aparentemente árido y desconsolador, la joven haya podido hacer florecer una bella flor. Esto es indicativo de lo que se puede hacer con la esperanza y con fe. La mayoría de las personas en un ambiente así se desconsuelan pensando que nunca podrán embellecerlo o hacerlo fecundo. La esperanza tiene que ver con ser pacientes con las leyes del destino (karma) y la fe con la convicción de que alguna vez podremos dirigirlas.
La estrella es una clara alusión a la esperanza surgida de la luz del astro. También podemos asociarla a la estrella de Belén, la que guio a los Reyes Magos, indicando el nacimiento de la esperanza para el mundo.
Es interesante ver que la esperanza va firmemente unida a la perseverancia. De hecho la una genera la otra. Y cuando surge la fe, las otras dos son elementos que la acompañan irremisiblemente.
Pero vemos cual es esta verdadera fe y esperanza del ser humano. Desde el momento que todo ser humano posee algo divino, algo que emanó del Padre Celestial que le dio origen, surge inevitablemente: la esperanza, y posteriormente la convicción cierta (fe) de actualizar y expresar aquello en cada uno de nosotros.

Cómo desarrollar la fe y la esperanza en cada uno.
La verdadera fe es una fuerza superior que está basada en el conocimiento. La fe ciega sólo nos puede llevar al fanatismo, el cual es una lacra que nos impide descubrir nuestra esencia superior. Por lo tanto para poder preparar el camino para el crecimiento de una fe superior es necesario aumentar el conocimiento de nosotros y del mundo que nos rodea.
El conocimiento de sí se puede dar solamente a través de una autoobservación constante durante toda la vida. Para esto existen diversas técnicas que han sido reseñadas y lo seguirán siendo al interior de la Escuelas de Iniciación y desarrollo personal. Técnicas tales como retrospección, introspección, flujograma, y muchas otras más.
Al mismo tiempo iremos conociendo y descubriendo el tremendo potencial oculto que existe en cada uno de nosotros, lo que nos dará una gran confianza.
Por otro lado, el conocimiento del mundo que nos rodea nos confirmará cada vez más la idea de que estamos insertos en un Universo en el cual nada existe al azar y todo cumple una finalidad.
La verdadera fe debe estar basada en el conocimiento del mundo interno y externo, pero va más allá de este conocimiento y llega un momento en que podemos confiar plenamente en cosas que están sobre la comprobación de la observación, experimentación o análisis científico.
Cada vez que anochece sabemos que posteriormente amanecerá. Al mismo tiempo ciframos nuestras esperanzas en que este día será mejor que el anterior. Esa esperanza surge de algo real, no es una ilusión desde el momento que estamos trabajando con nosotros mismos y en algún momento se comenzará a evidenciar el cambio, solamente hay que esperar.
La vida se da en un contexto de acontecimientos cíclicos. En todo existen malos y buenos momentos que se van alternando. El día da paso a la noche y viceversa, la enfermedad a la salud, el auge a la caída, etc. La esperanza debe ser cimentada en el conocimiento de esta Ley Universal. De tal forma que cada vez que estemos mal o las cosas están saliendo mal, debemos recordar esta ley de los ritmos y de los ciclos, y recordar que pronto estaremos bien. Esto no implica conformismo con las situaciones negativas que podamos atravesar, sino que simplemente tener una esperanza de salir de eso basados en algo que es una Ley Universal.
“Por muy oscura que esté la noche sabemos que pronto saldrá el sol.”

La desesperanza es el mayor flagelo que puede azotar a una persona, significa renunciar a la condición superior y maravillosa que cada uno de nosotros es en esencia. Todas las mañanas deberíamos tratar de comunicarnos con lo superior (Dios), cualquiera sea la idea o culto que tengamos frente a Él y posteriormente contar o hacer un recuento de las bendiciones recibidas, es decir, que cosas buenas me han sucedido en la vida y con la actitud positiva que esto dará a nuestra mente, salir a enfrentarse al mundo que nos rodea. La esperanza es la fuerza que nos motivará a seguir luchando aun cuando aparentemente todo esté negativo, porque sabemos que  pronto todo cambiará.
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