sábado, 20 de julio de 2013

MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

El artículo que a continuación expongo no salió escrito en ninguna publicación, obedece más bien a una transcipción de una parte de instrucción oral recibida hace años atrás en Santiago de Chile, por un Iniciador de la Orden Martinista y Rosacruz, quien aún entrega mucha enseñanza a todas partes del mundo desde esas latitudes, a través de una Institución sana y vigorosa.
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La muerte es un tema que siempre ha preocupado al ser humano. Algunos piensan que es un temor atávico que le es posible superar y tiene su comienzo en el útero materno cuando en ocasiones falta oxígeno y acompañará a lo largo de toda la vida. 

Hay teorías y posiciones materialistas que afirman que no hay nada más allá. Que los átomos constituyentes del cuerpo humano retornarían a sus respectivas fuentes en la naturaleza y eso sería todo. Otros piensan que todo lo que vemos es ilusorio, que la única vida comienza después de la muerte, por lo tanto, hay que pasar pronto por este mundo de dolor.

Sólo hoy en día, la humanidad tiene la capacidad de abstracción suficiente, como para captar lo esencial de ambas teorías y combinarlas armónicamente e incluso comprender y aplicar sus concepciones.

Para muchos pensadores, médicos, psicoterapeutas, filósofos modernos, esto es una alternativa de concepción y conducta capaz de satisfacer plenamente las inquietudes de los seres humanos. Necesitamos creer que en el ser humano, además de la materia física que retorna a la naturaleza al momento de morir, existe algo más, que tiene una finalidad como todo lo existente y que perdura más allá de la muerte física.

También es necesario que al momento de vivir, podamos hacer uso de todas nuestras capacidades, vivamos plenamente momento a momento, porque el enriquecimiento adquirido a través de la experiencia, va a servir a esta alma, para su vida posterior al deceso.

Pero aunque esto es claro para muchos, la tendencia a temer a la muerte persiste y tal vez por mucho tiempo más en la mente colectiva de las personas, lo desconocido y todos los cambios de formas (que son una pequeña fracción de la muerte total para nosotros).

Existe una excelente forma de vencer este temor y esta es amando la vida, viviéndola minuto a
minuto. Todos tenemos la misma posibilidad de vivir, un número similar de años tal vez. Si enfrentamos estos años con temor a la muerte, temor al cambio, sentiremos apego a todo lo que nos rodea. Como las cosas físicas terminan algún día, lo mismo que las emocionales e incluso las mentales, sufrimos ante esta pérdida, sea de juventud, afecto, pertenencias, etc., y reaccionamos con más apego, pues el temor subconsciente de cambio, de muerte, nos induce a remediar lo ocurrido y aferrarnos para que no vuelva a suceder.

Elaboramos una teoría sobre lo que hay más allá y por ella despreciamos todo lo contingente. Esta actitud nos traerá tantos problemas y sufrimientos como lo anterior, puesto que si estamos en un universo donde todo es movimiento y acción, no podemos detenernos en el desarrollo sin sufrir por ello.

El desarrollo del alma irá siempre de acuerdo con la capacidad de desarrollarnos y crecer en este mundo material. Sólo cuando se haya completado de experiencias en el mundo de la acción, será posible retirarse a los mundos espirituales, por lo tanto, la tarea es bastante larga.

Una forma de llevarla a cabo es viviendo un minuto por vez, sin abrumarse o preocuparse por la tarea futura, ni detenerse en contemplaciones hacia el pasado.

El futuro se planificará siempre, pero inteligentemente desde el presente y el pasado nos servirá como experiencia. Una vez que se analiza y se aprende por ello, no tiene validez como vivencia, pues lo único posible de vivir es el momento presente. 

¿Cómo vivir plenamente este momento presente? La sabiduría de la vida consiste en sintetizar todo lo que somos, sabemos y sentimos en un momento. Para llegar a esa capacidad de síntesis, primero debemos haberlo analizado. Esto permite su conocimiento y comprensión plena. 

Ejemplo: Me encuentra en una mañana, de compras por el centro. En el aspecto físico, ml vestimenta, mi forma de caminar, mis palabras al dirigirme al vendedor, reflejan o deberían reflejar lo que yo soy, pienso y siento, en forma armónica y bella. El físico lucirá limpio, cuidado, vestido según mis costumbres, mi posición social pero sobre todo, podría reflejar parte de ml concepción ante la vida y como la práctico.  El orden de las compras, localidad, interés demostrado ya estarán diciendo mucho más de mí. La forma de tratar a los vendedores, dirá en definitiva mí concepción y actitud ante los seres humanos. Ahora bien, todo esto puede darse sólo en unas pocas horas, pero necesito de un trabajo sistemático con cada uno de esos aspectos, una toma de conciencia de mis conceptos y mis emociones, para hacerlas armónicas. La síntesis se produce sólo cuando yo domino y tengo la actitud apropiada. 

Este ejemplo se refiere únicamente a la personalidad. Mis concepciones mentales estarán dadas siempre por mis creencias y sentimientos superiores, de modo que, si hay consecuencia en mí, un pequeño acto en el día será reflejo de todo lo anterior y así satisfago todas las necesidades de ml vida.

Cuando tenemos oportunidad de vivir plenamente y en forma coherente cada minuto de nuestra existencia, se produce una satisfacción interna que hace perder para siempre el miedo a la muerte.

Tal vez porque hay una familiaridad con el cambio constante, pues para llevar ese ritmo acelerado de vida y en ese nivel consciente, es necesario vivir en permanente cambio, ocuparse en vez de preocuparse y cerrar las puertas del pasado cada vez que termina una experiencia.

Una buena forma de vivir sólo un día por vez es: Llegar a tener en forma permanente la actitud de vivir el día como si fuera el último (no sabemos sí es así), no dejar deudas emocionales, ni cosas inconclusas. Planificar ese día al máximo y dedicarse a vivirlo y disfrutarlo. Se entiende que por disfrutar en la actividad cotidiana es tomarle el sentido a todas aquellas cosas que antes hacíamos maquinalmente.

Para perderle el miedo a la muerte, que es en otros términos miedo a los cambios, es necesario variar de actitud ante la vida.

¿Cómo se cambia de actitud? Cambiando las creencias y concepciones mentales. A este trabajo ayuda el mayor conocimiento, la adquisición de nuevas concepciones como elementos de juicio. Hay distintas teorías al respecto y es bueno conocerlas. Cuando hemos elegido una que nos parece a nuestro juicio la más convincente, le agregamos afecto, es decir, mediante la imaginación le damos calor, vida, realidad afectiva.

No basta con planificar un día de nuestra vida, es necesario darle acción en la imaginación, “ver" cómo nos sentimos afectados positivamente con esa acción. De este modo tenemos una imagen síquica de lo que deseamos se reproduzca en la realidad y ya es una actitud ante los eventos y circunstancias que nosotros hemos elegido.


Recordemos que la evaluación de cada actividad es indispensable. Cuando trabajemos con las actitudes, también podemos evaluarlas y hacer que siempre sean lógicamente coherentes con la acción. Si ponemos a evaluar en nuestra mente estos procesos, nuestra vida estará mejor dirigida que si lo hacen las emociones.

Ejemplo:
Evento = Fui al cine con una amiga
Estado o actitud = De aburrimiento total
Evaluación = Si lo hago desde ml emocional será que es coherente el aburrimiento porque es ella es muy aburrida.
Si lo hago desde mi mente será preguntarse ¿es coherente ir al cine o aburrirse? No, uno va para divertirse o no va. Por lo tanto, la actitud fue errónea y allí debemos procurar calificar el por qué nuestra actitud estuvo equivocada.

SVC

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