domingo, 11 de marzo de 2012

APUNTES SOBRE LA CONCENTRACIÓN MENTAL


La concentración como facultad mental al parecer es una de las herramientas básicas a desarrollar y fortalecer para posteriormente adentrarse en dimensiones y realidades que escapan al ser humano promedio. Al mismo tiempo el desarrollo de esta  facultad y su aplicación en nuestra expresión diaria permite una mejor condición de vida y nos acerca un poco más a la meta de convertirnos en un ser humano integral y completo. Todo esto redunda en la posibilidad de acercarse un poco más la tan buscada felicidad y realización.
Desde el punto de vista exotérico, el desarrollar y potenciar la concentración mental nos permitirá un mejor aprovechamiento de los recursos que debemos manejar diariamente en nuestra vida cotidiana. La realización personal a través de la vida familiar, el trabajo, el estudio y otras actividades pueden verse también realmente facilitadas gracias la desarrollo de esta facultad. Tan solo esta razón bastaría para querer trabajar en esto; pero hay más. Desde el punto de vista esotérico, el despertar y vigorizar los distintos aspectos que caracterizan nuestra mente, tales como la concentración, la memoria, la visualización, el raciocinio, el discernimiento y otros;  permiten que la persona se adentre y desarrolle un poco más su ser interno, en otras palabras se coloca en el umbral de la iniciación real; ya que en Occidente , uno de los caminos de la ampliación de la conciencia más usado es el de potenciar fuertemente en un primer momento la mente y físico y así entre ambos controlar el aspecto emocional. Por lo que estamos cumpliendo con esta primera parte.
Por otro lado esotéricamente se plantea que cada ser humano posee distintos niveles de manifestación, los que interactúan y se entrelazan entre sí, influyendo unos sobre los otros. La menta es uno de esos campos o dimensión de existencia  que cada uno de nosotros posee. Y ella, la mente, de por sí tiene la fuerza o fuerzas que realmente al desarrollarse pueden ser de gran poder e influencia. La concentración es la antecámara o el requisito esencial para el desarrollo de cualquiera de estas potencialidades mentales.
Los maestros iniciático-esotéricos plantean además que el primer trabajo que anhele crecer y convertirse en algo más que eso, es la de conocerse a sí mismo, y en Occidente, considerando las condiciones en que ha sido desarrollada la cultura, la mente es una de las principales herramientas para llevar a cabo este trabajo. Por ello debemos aguzar esta herramienta para que esta labor no sea infructuosa y adelantemos significativamente en este camino de evolución.
Este trabajo de conocimiento de sí debe comenzar por la observación constante y lo más objetivamente posible de los distintos de nuestra existencia. Y sobre ello podemos decir que nuestra mente, nuestras emociones, nuestra energía o vigor e incluso nuestro cuerpo físico, en otras palabras nuestra personalidad completa, ha sido fuertemente influida y lo es aún hoy, sin que la mayoría se dé cuenta cabal de que así es, por el medio o entorno en el que nos desenvolvemos. De este modo cada uno de nosotros carga con un cuerpo, una vida afectiva y un desarrollo mental principalmente moldeado por el medio en que nos tocó vivir y crecer. Los cuerpos emocionales y mentales creados de esta forma, especialmente ya que se establecen en planos más sutiles, son llamados por algunos esoteristas elementales artificiales, y en casos extremos éstos pueden llegar a controlar la vida de su huésped o creador, y así aparecen las emociones incontrolables, las fobias, las ideas obsesivas, etc.
El hecho de que somos desarrollados principalmente por influencia del medio no debe ser considerado como algo malo en sentido absoluto, sino que lo malo está en que la mayoría de las personas  nacen, crecen, viven y mueren sin cuestionarse en los más mínimo si están conformes de cómo los ha hecho el medio, y por lo tanto llevan una vida totalmente reactiva, mecánica y automática.
 Esotéricamente es la principal razón para desarrollar los distintos aspectos mentales de nuestro ser, ya que así podremos ir poco a poco independizándonos de la influencia del medio, y así poder decidir, también en forma creciente, si estamos conformes como somos y en aquellas cosas en que no lo estamos poder ir cambiando de acuerdo a como queremos ser. La concentración nos permitirá aislarnos por momentos del entorno, concentrarnos en nosotros e ir descubriéndonos. Posteriormente para cambiar se requerirá de trabajo que también necesita de la concentración, así como de la memoria, de la voluntad, el discernimiento, el razonamiento claro, la imaginación, la aspiración, la fe, la esperanza, etc.
Desde un punto de vista iniciático-esotérico existe otra poderosa razón para querer desarrollar la concentración, que reside en que puede transformarse en una herramienta fundamental de comunicación y contacto con la parte trascendente de nuestro ser, ya que si aceptamos que somos algo más que la personalidad que, por lo demás, la mayoría la tiene muy poco desenvuelta y perfeccionada; entonces necesariamente deberemos creer en la existencia de “eso”, que podríamos llamar Individualidad. Recordemos tan sólo que la concentración es la antesala obligada de la meditación y la contemplación.
Aunque todas las Escuelas de Iniciación Real de Occidente, de una u otra forma desde siempre han promovido el desarrollo y la vigorización de la mente humana y sus potencialidades, entre los cuales está la concentración, hasta límites que en muchos períodos de la historia se han considerado superhumanos; paradójicamente el paso que sigue a este control y crecimiento mental es el de desechar lo que lamente y sus poderes pueden darnos, porque esotéricamente se plantea que la mente es la Gran proveedora de Ilusión o la Gran Mentirosa, que puede alejar al Iniciado de su camino y su eventual comunicación ulterior con la Divinidad.
Pero remitámonosperseverancia y la constancia en realizar los ejercicios, e igual como sucede con el trabajo en un gimnasio y el desarrollo muscular, de igual manera se irá desarrollando la concentración en la medida que logremos un training constante de las prácticas.
Consideraciones esotéricas sobre la concentración ya las hemos mencionados en los párrafos precedentes, pero en general se han dado como parte del poder mental global que todo Iniciado debe desarrollar, para que paradójicamente luego de haber logrado esto, deba abandonarse voluntariamente. Pero, específicamente en referencia a la concentración como facultad mental que consiste en prestar atención con el pensamiento, la emoción y la acción en lo que se está realizando, podemos relacionarla con el centro nervofluídico (o chakra)  laríngeo, es decir aquel que se encuentra en la base de la garganta, el que a su vez posee relación con el sonido. Todo esto nos hace deducir que la concentración tiene mucho que ver con el silencio y el adecuado uso y control de éste. De hecho una de las primeras cosas que debe aprender un Iniciado es el silencio, tanto en el plano físico, como emocional y mental; y eso se logra solamente logrando prestar atención a voluntad y discriminando adecuadamente lo que se genera o sucede en nosotros (estados) y lo que se genera o sucede en nuestro entorno (eventos).
Esta facultad del silencio como primera herramienta de un Iniciado es algo que siempre se ha manejado den las Escuelas de Iniciación Real. Por ejemplo, entre los antiguos Pitagóricos (Escuela de Pitágoras, hacia VI – II siglos antes de Cristo), el primer nivel, al cual accedían los candidatos,  se llamaba Akouistikoi, traducido a nuestro idioma: Oyente; ya que en el lapso de tres años, ellos no debían pronuncia palabra como medida disciplinaria para impregnarse de la idea del silencio y de los beneficios que trae consigo.
Existen cuatro verbos que todo Iniciado debe aprender a conjugar, en otras palabras saber realizarlos solos y combinados entre sí. Uno de estos verbos es Callar  y otro es Saber, y lo primero de debe aprenderse es una conjugación de ambos: Saber Callar, en otras palabras la disciplina del silencio. Pero este manejo del silencio no implica solamente el manejo externo, sino que más importante es el silencio interno, es decir el control y aquietamiento del aspecto físico, emocional y mental. El candidato a la Iniciación debe aprender a ir controlando progresivamente su cuerpo físico, de tal forma que no albergue ninguna tensión o energía contraproducente; de igual manera debe proceder con sus cuerpos emocional y mental, en lo que a la quietud de sus afectos, sentimientos y pensamientos se refieren. La práctica y dominio de la relajación psicofísica está totalmente enfocada  a conseguir el éxito en estos objetivos; pero a ello debemos sumar el dominio de la concentración, ya que solamente así podremos conseguir el pleno éxito. En verdad la relajación y la concentración son dos facultades que van muy unidas y se potencian mutuamente. Por esta razón es que no debemos nunca realizar ejercicios de concentración sin habernos relajado previamente, lo que a su vez nos llevará a una concentración más profunda. La práctica y el dominio en conjunto de la relajación y la concentración nos pueden llevar al éxito en la conjugación Saber-Callar.
Logrando este silencio interno y externo damos cabida a que se produzca una comunicación rica en extremo  con superiores e internos, los que seguramente podrán enseñarnos muchísimo. Por otra parte la concentración mental es fundamental de lograr en un camino de iniciación, ya que tal como su nombre lo indica, su acción permite alcanzar multiplicar la actividad de las energías internas que se expresan no sólo en el ser interior, sino que también en el exterior. El verdadero Iniciado domina fuerzas que están más allá de cualquier ser humano común y corriente, y por ello posee mayor poder, el que lamentablemente puede ser utilizado para el bien y para el mal. El descubrimiento y uso de estos poderes, que por lo demás todos los seres humanos los tenemos en potencia, es lo que constituye la verdadera magia, es decir, la facultad de poder cambiar a voluntad efectos internos o externos. Los puntos cardinales a desarrollar por parte del mago real son: voluntad, concentración, autocontrol y autoconocimiento, además del conocimiento de las Leyes Universales en base a la cuales actuará. Las facultades de la voluntad y de la concentración necesariamente deben ser desarrolladas en forma eficaz como el principal prerrequisito ante cualquier trabajo práctico de magia.
El mago potencia sus energías con la voluntad y las dirige con exactitud hacia el blanco escogido con la concentración mental. La voluntad generalmente motiva la acción de los sentimientos, las emociones, los anhelos; en general la afectividad, que es el motor de nuestra vida. Sin embargo, esta gran fuerza desarrollada por estas energías no significa nada sino es dirigida adecuadamente por la mente a través de la concentración sobre el objetivo escogido. En otras palabras la gran diferencia entre una persona que se deja llevar por los avatares del destino y aquella que es dueña de su destino, es que la primera no puede enfocar sus energías, porque no sabe cómo hacerlo o simplemente ignora que las tiene.
Concluyendo la concentración como facultad mental es algo básico para la ampliación de la conciencia en el ser humano. Por un lado permite el autoconocimiento y el autocontrol facilitando el silencio interno y externo necesario. Por otro lado permite exteriorizar adecuadamente y con éxito las energías internas para lograr cambios, y finalmente también permitirá el contacto con aquellas energías de dimensiones trascendentes, las cuales se mantienen inalcanzables a la mayoría de las personas.
A continuación analicemos brevemente lo que nos explica un reconocido autor de materias esotéricas, me refiero a Arthur Powel, en su obra “El Cuerpo Mental”.
Según Powel, la concentración mental se puede lograr adecuadamente a través de dos caminos:   1) La práctica constante y 2) La indiferencia.
Analicemos ambas rutas en sentido inverso, es decir empezando por la número dos.
La ruta de la indiferencia se refiere a que uno de los grandes obstáculos para lograr el desarrollo de la concentración mental es la distracción constante que ofrece nuestro Cuerpo de Deseos. Considerando que la concentración es una facultad del Cuerpo Mental. Esta teoría mantiene que el deseo, la emoción, el ímpetu motiva a la mente para que sirva como un instrumento de placer, y por esta razón es difícil establecer la concentración. Las emociones, los deseos manejan a la mayoría de los seres humanos, y como obedecen a una naturaleza de tipo astral, su energía es mucho más dinámica que la de la mente. Por ejemplo aquí en nuestra cultura occidental, los deseos, llámense sueños, ilusiones, expectativas o como quieran presentarse, motivan y mueven la vida de las personas; pero todo esto es un obstáculo serio para lograr desarrollar poderes mentales, ya que la mente es más pasiva y se deja influenciar por la emoción.
El remedio de la indiferencia, está más orientado a un punto de vista filosófico de la vida más oriental que occidental, ya que se plantea que es necesario ir ahogando estos deseos, hacernos indiferentes a ellos, renunciar a los placeres cotidianos, tratando de colocar nuestro objetivo de vida en el total autocontrol. Vuelvo que este método está más orientado al temperamento oriental, en donde justamente se han desarrollado filosofías y teologías que apuntan a esto, tal es el caso del Budismo y el Yoga. Sin embargo, en nuestro mundo occidental, en donde difícilmente podemos renunciar a los sistemas de vida cotidianos: familia, trabajo, convivencia social, etc., se torna bastante difícil acceder a una solución por esta vía.
Sin embargo, para a aquellos que poseen un carácter devocional, podrían lograr desarrollar la indiferencia frente a los deseos que perturban la mente, justamente asociando el firme anhelo de desarrollar la concentración en pos de alcanzar un mayor acercamiento y final unión con el ser superior amado. Es el camino de la devoción, en el cual el deseo principal es alcanzar al Ser Superior al cual declaramos nuestro amor y por ello le seguimos. El o los placeres mundanos que podrían perturbar la mente del que se quiere concentrar, es reemplazado por el placer que causa la imagen del ser del cual es devoto, y de esta forma se logra anular todo otro tipo de deseo y se puede finalmente concentrar utilizando este apoyo. Este método puede ser utilizado en un paso posterior a la concentración: la meditación y la contemplación. La indiferencia a través de la devoción puede ser muy provechosa para discípulos en trabajos místicos, o personas especialmente religiosas, que han escogido este camino; pero difícilmente podrá ser de gran utilidad para el ser humano promedio.
El otro camino para desarrollar la concentración mental, según Powell, es el de mejores resultados en nuestra cultura occidental y en la forma en que vive la mayoría de las personas, es decir, el más indicado para la mayoría de nosotros: la práctica constante.
Específicamente Powell dice: “Pero como la materia mental está sujeta a leyes del hábito, lo mismo que toda materia es posible entrenarla mediante práctica constante para que habitúe a quedar estable, para que de esta manera poderla moldear a voluntad y convertirla en un sirviente verdadero del verdadero hombre, el Pensador”.
Se refiere como el Pensador a aquel aspecto que está más allá de nuestra Personalidad y en donde se albergan las ideas provenientes de la dimensión más trascendente de nuestro ser. E aquel que nos da las ideas brillantes o intuiciones que salen de lo común y que están llenas de sabiduría.
Por lo tanto este segundo camino es el más aconsejable para el temperamento de los occidentales. Y tal cual dijimos en un comienzo, la mente debe ser sometida a ejercicios en un gimnasio mental en forma constante y metódica. Al respecto es interesante observar que en nuestra vida cotidiana podemos con voluntad estar conscientes y estar practicando la concentración mental. Para ello algunas pequeñas sugerencias prácticas:
1.       No diluir o disgregar el pensamiento, la emoción y la acción. Cualquiera que sea la labor que estemos desempeñando, tratemos de estar todos nuestros sentidos concentrados en ella, así como toda nuestra afectividad enfocada en realizarla bien y por supuesto no permitir que los pensamientos se deriven a otra cosa.
2.       En el día de cada uno por un pequeño instante vivir el presente, no permitiendo que asomen a nuestros pensamientos las preocupaciones de lo que posiblemente vendrá, ni las culpas o nostalgia de lo que pasó. Este período de tiempo en el que vivimos el aquí y el ahora puede ser muy corto en una primera instancia, pero poco a poco podemos ir aumentándole en duración y ¿quién dice que finalmente si podamos vivir así las veinticuatro horas del día?
3.       Hasta los Iniciados necesitan dejar divagar la mente, pero la diferencia es que ellos lo hacen cuando quieren y por el tiempo que quieren, a diferencia de los profanos, en que la propia mente y los deseos deciden por ello cuando se hace. Si se va a dejar divagar la mente, hacerlo conscientemente y dar un plazo para ello.
4.       Los pequeños actos cotidianos y mecánicos como son el comer, el aseo personal al iniciar la jornada, copiar o transferir datos, caminar, etc., podemos hacerlos conscientes y concentradamente aunque sólo sea por un momento al día. Naturalmente no es práctico hacer conscientes todos los actos que realizamos, ya que sería atiborrar nuestra mente con nimiedades, pero si hacerlos conscientes aunque sólo sea una vez en la vida, para posteriormente dejarlos mecánicos porque ya los hemos percibido y permitimos que formen parte de nuestra parte arraigo automático. El hecho de volver estos actos conscientes una vez en la vida nos permite además a desarrollar la concentración, ya que obligamos a nuestra mente a prestarles atención.
5.       Por último, pero no por esto ser una de las prácticas de mayor importancia, antes de dormirnos realizar una retrospección consciente de nuestra jornada, detectando nuestras reacciones frente a los estímulos externos e internos, descubriendo así pensamientos, emociones y acciones; haciendo una posterior evaluación de nuestro comportamiento, reafirmando aquellas cosas con las que estamos de acuerdo y comprometernos para trabajar en cambiar aquellas cosas con la que estamos disconformes.
Esta última práctica: la Retrospección diaria, se torna en una herramienta muy útil y potente para el  trabajo de autoconocimiento y trabajo sobre sí. Pero eso es materia para instruir y guiar al interior de una Escuela de Iniciación Real.
ALV

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