A continuación tres capítulos de la pequeña obra de Serval, llamada "Prisión y liberación del
alma". Específicamente los capítulos 3, 4 y 5 llamados El desapego. ¿Qué hacer? y El sueño y la muerte, respectivamente.
A mi modo de ver esta obra explica muy bien, en términos simples y precisos, que debemos hacer para alcanzar la iniciación, la iluminación y finalmente la reintegración. Está escrita de acuerdo al símbolo cabalístico "El Árbol de la Vida", enseñanza en la cual Serval demuestra un amplio conocimiento y maestría fuera de lo usual.
Este libro no lo encontrarán en el comercio actualmente y sólo vio a la luz una poca cantidad de ejemplares hacia los años 80 del siglo XX; y pensando que todos deberían tener acceso a ella, es que decidi digitalizar mi copia y si quieren bajarla completa lo pueden hacer haciendo click aquí.
El contenido completo es: Introducción- Prólogo - 1. El Árbol de la Vida - 2. La Energía y la Forma de Vida - 3. El Desapego - 4. ¿Qué hacer? - 5. El Sueño y la Muerte - 6. La Atracción sensual - 7. El Combate del Alma - 8. La Conquista de la Armonía - 9. Saltar etapas - 10. Sobre los 72 - 11. Resumiendo - Glosario
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EL DESAPEGO
Tenemos pues que tener una
actitud de neutralidad frente a los sucesos de la vida. No dejarnos llevar por
el drama, la depresión ni por la euforia, sino que por la serenidad que está
sobre esos opuestos. La serenidad que se produce cuando se comprende lo que es
la vida en sí.
Y para alcanzar bien esta
neutralidad, hay que desapegarse de las cosas. Está bien que tengamos bienes
materiales necesarios, que realicemos cosas, que trabajemos, que hagamos todo
lo que tenemos que hacer. Bien, siempre que eso no nos esté comprometiendo
demasiado. Cuando algo nos absorbe mucho o nos lleva hacia lo que la vida no
es, nos está desviando de la percepción del alma. Debemos, entonces,
desapegarnos de las cosas y de la posesión de las mismas e, incluso, de las
personas.
Lo anterior no significa un
desapego y una indiferencia de no hacer, de no comprometerse ni que nada
importe. No, eso es no servir a la voluntad superior. Pero hay que asegurarse
de actuar sin identificarse para discernir cuando uno no está desviándose de la
ruta por entusiasmarse con algo y dejarse llevar por ello. Debemos cumplir
seriamente lo que tenemos que hacer, pero no identificarnos.
La comprensión y la realización
de lo explicado, está en el servicio desinteresado. Un servicio de servir no
por servir, sino un servicio dirigido. Es decir, servir a un servidor que a su
vez sirve a otro superior y así hasta formar una cadena de servidores (valga la
redundancia). Una cadena de tipo espiritual y DESINTERESADA.
Si el servidor desarrolla la humildad
y la simplicidad, logra ir eliminando su propio orgullo personal, vanidad y
voluntad personalista. Se va transformando en un mejor servidor. Cada día su
vida va canalizándose hacia el desapego.
Cuando una persona está
haciendo las cosas porque le gustan solamente o porque le da la gana, se está
apegando a ello. Así es común ver a personas que se definen como serviciales,
pero que están haciendo lo que realmente les gusta. Y estas personas, que han
servido en muchas actividades y por algún motivo no pueden seguir sirviendo
allí, no saben qué hacer. Es porque se apegaron a lo que estaban haciendo y no
al servicio. Pero cuando uno es sirviente de un servidor espiritual y el
servidor dice “haz tal cosa porque es lo que se necesita hacer”, entonces se produce
una lucha. La voluntad personal del servidor dice “es que no tengo ganas de
hacerlo”, pero la voluntad superior insiste en que hay que hacerlo porque es
necesario para dar cumplimiento a un determinado plan. Entonces, la
personalidad y la individualidad (que es donde está lo eterno y divino en
nosotros) entablan su lucha. ¿Quién va a predominar? ¿La voluntad personal, la
voluntad del apego, la voluntad de lo ilusorio o va a despertar la conciencia
de lo superior? Es una definición que se logrará con el tiempo, pero que se
afianza cada vez que el servidor va sirviendo con más humildad. Y por lo tanto,
al ser elevado y conducido a un servicio perfecto, debe vivir todas las
experiencias necesarias y hacer aquello que se le ha indicado lo más
perfectamente posible.
Pero todo esto el estudiante lo
podrá vivenciar cuando sea indiferente, desapegado, humilde y sea un Servidor
Incógnito perfecto. Si se le indica hacer algo y no tiene muchas ganas de
realizarlo, tiene que alejar esos pensamientos y hacerlo lo mejor posible. Así
se enriquece su experiencia, fortalece su personalidad y despierta su alma.
Para lograrlo necesita perfeccionarse y, si carece de alguna cualidad para
hacer mejor el servicio, entonces el estudiante va a esforzarse por adquirir
esa condición de la que momentáneamente carece. Y en la medida que vaya
sirviendo más, va a descubrir que posee más limitaciones y va a ir superándolas
una a una.
Al tener una meta superior, se
vencen todos los obstáculos que se presenten y esto es una manera muy rápida y
eficiente de cancelar las deudas que se tengan pendientes, superar los efectos
indeseados. En otras palabras, la acción de servicio desinteresado cancela
rápidamente el karma negativo. La única manera de purificarse de éste es con
trabajo personal. Nadie puede hacerlo por nosotros, excepto un Redentor y de
los cuales hay pocos. Cualquier otra fórmula es falsa y si se la ofrecen,
rechácela pues, o le están estafando o está con ignorantes.
Para darnos cuenta dónde está
la vida en sí tenemos que entender que el mundo, todos los planos inferiores,
han sido creados por la acción de una energía. Esta energía ha sido aprisionada
y condensada en las formas, y éstas no son la vida ni la energía.
Y sin embargo, la energía está
cerca de nosotros y lo importante es saber de dónde viene. Debemos olvidarnos
que somos un cuerpo físico, sacarnos de la cabeza la preocupación por el mismo.
La atención no debe estar centrada en éste sino en las energías que lo mueven,
ya que él es sólo una máquina.
Esta máquina está directamente
movida por lo etérico, por lo sensual, lo sensorial (impulsos y tendencias que
están en nuestro fondo mental, en el lenguaje de la sicología). Y según lo que
percibimos, así es como se va a comportar la máquina. Es la sensualidad la que
permite que ésta se mueva.
¿De dónde proviene la energía
que percibe la máquina? ¿De dónde viene la energía que activa lo etérico y lo
sensual? Estas son observaciones que cada uno debe hacerse constantemente.
¿Viene de sus emociones, de sus sentimientos, de su mente, de dónde?
El trabajo con el desapego, con
la no identificación y con el servicio desinteresado, va a permitir paso a paso
que esta máquina (cuerpo) sea activada por la energía proveniente del alma.
Sólo cuando no sea activada por las energías inferiores nos daremos cuenta de
cuál es el Plan Universal, cuál es la voluntad superior. Solamente allí lo
vamos a conocer, cuando se tenga por lo menos la posibilidad, en algunos
momentos, de desactivar todas las otras energías inferiores que mueven la
máquina.
Este proceso es lo que se llama
“iluminación”. La energía de tipo superior proveniente de la esfera de la
Corona ilumina, impregna, enciende la conciencia crística (conciencia de la
Armonía). Este nivel de conciencia nos conecta con el Creador (“A través de mí,
El Hijo, conoceréis al Padre”). Aquí el iniciado puede distinguir realmente la
diferencia entre la voluntad de tipo superior y la voluntad de tipo personal;
la diferencia entre los planes que su mente elaboró y el Plan Universal
¿QUE HACER?
¿Qué hacer mientras tanto? Debe
tratar de servir, de dejarse guiar por alguien capacitado. Es decir, hollar el
sendero del maestro, caminar donde él ya anduvo. Al principio no se sabe dónde
conduce el sendero, pero se ven las huellas. Entonces, para asegurarse de no
caer y marchar rápidamente, debe pisar donde están las huellas ya hechas. Una
vez que se ha caminado un buen trecho, pisando exactamente donde están las
marcas, va a ser conducido a ese sendero y que tiene un punto de iluminación.
Esta energía de que hablamos proviene de la
primera manifestación. Va expandiéndose y densificándose gradualmente dando
origen a los distintos planos de manifestación. Se puede hacer la analogía con
una fuente de agua en forma de platos Comenzando en uno más pequeño hasta
finalizar en uno más grande abajo. El agua sale y llena el plato de arriba,
este se desborda y deja caer el agua en el plano de más abajo; éste a su vez
también se llena y desborda en el siguiente y así sucesivamente. Cada plato,
plano o recipiente permanece en su lugar.
El agua es como la energía que
se va desbordando y cayendo en planos donde imaginamos que se densifica cada
vez acercándose a los inferiores. Pero cada uno de los platos permanece en su
función, no se identifica con los inferiores, no se hacen uno solo.
Análogamente se van creando y “energizando”
los distintos planos de manifestación de la Creación, simbolizado por las
esferas del Árbol de la Vida. Podemos apreciar cómo se han gestado los
distintos planos de manifestación hasta llegar al mundo físico. Como nosotros
estamos en el plato de abajo, es decir, la esfera del mundo físico, creemos que
la vida es ese plato. Y esto es un error, una ilusión. Y cuando decimos que es
una ilusión no queremos significar que no existe, sino que es de una realidad
distinta, no trascendental. Hacemos la diferencia que no es la vida, sino que
es la manifestación de ésta. Pero tanto la vida como la manifestación de ella
existen. Se trata de centrar el ojo de la visión del alma en un punto distinto
en el que se ha fijado hasta ahora. Lo que debe hacer es volver la mirada hacia
el interior, hacia lo trascendente, hacia lo no evidente, hacia lo esotérico,
invisible, sutil.
Debe tratar que la máquina sea
activada por la fuerza de la vida, por la energía vital y no por la forma de la
vida. Ambas existen, pero el asunto es dónde poner la atención y desde dónde se
deja dirigir.
Por esta misma razón, vamos a
ser siempre dependientes. Mientras no seamos Dios mismo, vamos a depender
siempre de algo o de alguien. La única alternativa posible es decidir de qué
vamos a depender. Se puede depender, por ejemplo, de una persona, de quien se
enamora del trabajo, de una situación social, de un guía espiritual, del alma,
de la Divinidad o de sus servidores. No se trata que no haya dependencia.
Siempre existirá porque formamos parte de una Vida Una.
Busque depender de algo
superior a usted. Afírmese a un buen árbol, que nos dé buena sombra. Un maestro
espiritual es como un frondoso árbol que le protege de las inclemencias del
tiempo y que, además, le arrojará frutos si tiene la paciencia de esperar.
Si hay que caminar, no lo haga
por cualquier parte. Hágalo por el lugar más seguro, más rápido y con menos
complicaciones. Finalmente, tarde o temprano va a tener que entender que se
llega a un camino inevitable. Llegado el momento, el alma se da cuenta que sólo
tiene una alternativa y que lo demás fue un vagar adquiriendo experiencias,
para concluir que lo que tenía que hacer era someterse a la Voluntad del
Creador. Descubrirá algún día que el camino de retorno es uno solo. A medida
que se vaya acercando a la meta final, los senderos se van uniendo. Lo que hoy
nos parece muy separado, muy distinto, a medida que el alma se va liberando de
su prisión, empieza a verse muy junto y unificado hasta llegar a un solo punto
(Corona}.
Todo lo demás es ilusión de la
personalidad. Nuestro destino es tener que ir hacia una meta y todos los
eventos de su vida ocurren para que esto se cumpla. Lo demás es una lucha tonta
que libra la personalidad contra el alma. Pero el alma sabe qué hacer y también
lucha contra la personalidad para liberarse de ese obstáculo e ir rectamente
donde debe llegar, Por esto decimos que el alma está prisionera del cuerpo y
combatirá hasta liberarse.
Lo anterior no significa que no
vivamos las experiencias sensoriales. No podemos saltarnos etapas. Hemos de
vivir en el mundo, tenemos que sentir, experimentar, hacerlo bien y plenamente.
Eso no es obstáculo para el desarrollo del alma siempre y cuando la energía que
esté moviendo la máquina lo esté haciendo con un propósito superior. Entonces,
si está dirigido desde “arriba” o está canalizando en función de un ideal, no
se va a dejar llevar hacia el camino equivocado. Gran ayuda es pertenecer a un
grupo espiritual real, puesto que si hay un guía éste le podrá alertar cuando
se está desviando. El trabajo grupal, las reflexiones periódicas, posibilitan
que eso suceda. El estudiante de la Nueva Era se desenvuelve en grupo,
conservando su individualidad, pero compartiendo experiencias, pues es la forma
de avanzar sin ilusiones: los demás actúan como espejos de sí mismo. Hay
ignorancia espiritual cuando alguien dice que es mejor estudiar solo o en forma
individual.
EL SUEÑO Y LA MUERTE
No hay que identificarse, hay que
mantenerse neutral, pero haciendo cosas, actuando, experimentando. Sin embargo,
no hay que dejarse llevar por las formas de la experiencia. Si se alcanza esta
conciencia de sí, entonces podemos actuar en el medio, pero sin sufrir con él.
Es por eso que no importa que las demás personas se muevan en las imágenes e
ilusiones. Hay que dejarlas en sus sueños. El iniciado tiene el alma despierta
y si hay que meterse en el sueño, lo hace para salir luego de él.
Muchos temen a la muerte,
ignorando que el destino nuestro es que el cuerpo muera para que el alma viva
plenamente. Allí, usted se dará cuenta que lo que llamaba vida es como un sueño
(bueno o malo, de usted depende) y que cuando el alma se libera, comienza a
despertarse y a vivir experiencias con verdadera libertad. Muchos tienen miedo
a morir y. . . ¡nunca han estado vivos!
Pero estando en sueños hay toda
una trampa para hacerle creer que éste es lo real y que lo que tiene que hacer
es pasarse la vida durmiendo.
Todo el medio así lo
condiciona. La educación sistemática está orientada a hacernos caer en el sueño
de un sistema que alguien ya pensó y creó. Todo un sistema social en el cual se
nos mete, se nos forma y condiciona. No es que esto sea bueno o malo. Lo que
está mal es que nos haga creer que es algo absoluto. Y eso es malo, porque es
lo que crea las guerras y las divisiones entre los hombres. Se pierde la
percepción de que a fin de cuentas es algo creado por los hombres para tratar
de darse una organización, pero eso no tiene una validez absoluta. Pero así se
nos hace creer y hace que los mejores años de nuestras vidas la pasemos
sentados frente a una mesa, ya sea para estudiar, o para hacerle el trabajo a
otros. ¿Se da cuenta de la trampa que el propio ser humano se ha hecho? Nos
toca vivir en un mundo que ya tenía esta trampa y seguimos jugando a que no
existe.
No se trata de abandonar los
trabajos. No podemos hacerlo, pero tampoco podemos olvidar que es un juego.
Debe poder decirse que va a jugar a esto, pero que se da cuenta que es una
trampa y que la vida es otra. Luche para que su conciencia de lo espiritual se
desarrolle más. Si el medio está revuelto, no se meta en ese huracán.
Recuerda que en el centro del
mismo (llamado “ojo”) reina la calma. Ubíquese al centro y espere pacientemente
hasta que todo se calme para intervenir. Permítame que se lo repita.
Ubíquese al centro y espere
pacientemente hasta que todo se calme para intervenir.
EI actuar con serenidad le dará
mayor discernimiento y claridad de ideas. Por ejemplo, puede comprender que
usted puede vivir con mucho menos de lo que tiene, que no necesita enfermarse
tanto para ganar una ilusoria seguridad material. La mayoría de las cosas que
se hacen en la vida cotidiana son para satisfacer la personalidad de lo mental,
lo etérico, lo físico. Lo que debe alimentarse es el alma, pues ella es la
vida, es lo divino que hay en nosotros. (Perdone que sea majadero).
La sociedad (las demás personas)
le impulsan a adquirir bienes que satisfacen lo sensorial, es la satisfacción
de las formas de la vida, pero no satisfacen la vida. Esta es la trampa
fundamental.
Un día usted descubre que la
vida está en su espíritu y en su alma. Sabrá que las necesidades del alma son
totalmente distintas a las de la personalidad, Descubre que para satisfacerlas
requiere muy pocos bienes materiales (¿o ninguno?). El alma se satisface con
amor, servicio, comunicación, trabajo grupal, amistad.
Cuando “miramos con ojo
espiritual”, vemos a todos los autómatas terrícolas, nos damos verdaderamente
cuenta de cómo funcionan y nos es más fácil actuar en el medio. Si en algún
momento se quiere jugar al robot, pues bien, se juega. Pero en cualquier
momento se puede desactivar el juego y volver a la realidad. Como ve, el asunto
es saber cuál es la energía que está moviendo a este autómata.
Una analogía más para ayudar a
la comprensión de este punto crucial. Imagínese que desea calentar una
habitación. Lo puede hacer con kerosén, petróleo, gas, leña, electricidad.
Todos cumplen la finalidad de calentar, Si usted cuenta con el calefactor
apropiado. Así el cuerpo debe ser movilizado con energía. Usted se mueve en el
mundo usando una fuerza. Esta puede ser mental, emocional, etérica (hormonal) o
puede ser la fuerza del alma. Es su decisión cual empleará y de ello dependerá
su acción más o menos eficiente en la vida.
Serval