Considero que el tema de los peligros de ilusión a los cuales está constantemente sometido el estudiante, es importante de tratar y jamás se ha de excluir de los estudios y experimentaciones de quien desea ingresar al Sendero de la Iniciaicón.
En este número, además se tratan otros temas como son: La aplicación práctica del misticismo - Las beatitudes - Comprensión - La muerte y el más allá.
Que sirva de provecho.
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Generalmente pensamos
que conocimiento significa la adquisición de hechos o la extensión de la
experiencia pero, ¿qué es exactamente el fenómeno del conocimiento? Este
consiste en conocer, y lo que conocemos se convierte en ideas. Las ideas son
producto de la experiencia. La palabra experiencia sólo es el término general
que se aplica a dos fenómenos, a saber, percepción y concepción. La percepción
es la recepción de impresiones a través de nuestros sentidos receptores, las
sensaciones de las que finalmente se compone la substancia de nuestras ideas.
La percepción puede
ser voluntaria e involuntaria. Por ejemplo, cuando escuchamos intencionalmente una
orquestación, enfocamos nuestra percepción auditiva sobre ella. O, para usar otra
analogía, cuando leemos un libro, estamos percibiendo voluntariamente a través
del sentido de la vista.
Sin embargo, podemos
experimentar sensaciones que son una percepción involuntaria. Podemos sentir un
dolor intestinal; no buscamos el dolor, es decir, no causamos voluntariamente
esa sensibilidad. No obstante, la experiencia del dolor fue una percepción. En
otras palabras, la sensación de dolor dio por resultado una idea o una síntesis
de ideas afines tales como la ubicación, intensidad y duración del dolor.
Simplemente, hubo un conocimiento del dolor.
¿Debemos entender por
esto que hasta el más elemental estado de conciencia es experiencia y que, por
lo tanto, la experiencia es sinónimo de conocimiento? Una de las características
fundamentales de toda la materia viviente es la irritabilidad, es decir, una sensibilidad
a los estímulos. Como analogía, ¿puede decirse acaso que un insecto que reacciona
al estímulo del calor ha tenido una experiencia y que, por lo tanto, conoce?
Una experiencia es
algo más complejo que la simple reacción a un estímulo. Para ser una experiencia,
debe haber un estado dual de conciencia. Debe haber una percepción de la
sensación y, al mismo tiempo, también de aquello que causó la sensación. Simplemente,
para que sea una verdadera experiencia, debe haber tanto una percepción de la entidad
personal, como el conocimiento de lo que actúa sobre ella. Por lo tanto, para
referirnos otra vez a la analogía del insecto, su sola reacción al estímulo no
es una experiencia. (Ver figura 1).
Si aceptamos como un
hecho que la naturaleza de la experiencia es una forma dual de conciencia, ¿es
necesario entonces un punto de conocimiento? Para que un elemento de la
existencia constituya conocimiento, debe tener realidad para la mente. No es
suficiente percibir algo, sino que a ese algo se le debe otorgar una relación
con nosotros o con otras cosas que suponemos conocer. Para que una cosa sea
conocida, no puede tratarse sólo de una percepción. Por ejemplo, no puede tener
únicamente una cualidad dimensional de 3 x 3 X 4. Aun cuando percibamos un
artículo de esas dimensiones, no habría otro punto de conocimiento además de
sus cantidades dimensionales. Para tener significado, para tener realidad, la
idea debe estar relacionada con más de una de nuestras cualidades sensoriales;
debe ajustarse a categorías tales como calidad, cantidad y substancia.
Lo Desconocido
¿Y qué hay acerca de
lo desconocido? ¿No atribuimos a lo desconocido cierta condición? Esta
condición es la falta de una realidad identificable. El concepto de lo desconocido
no es una idea aislada. No puede existir en la conciencia en sí misma y por sí
misma. En otras palabras, ¿qué es lo desconocido? Una idea de lo desconocido es
engendrada por la percepción o concepción de una idea, pero de una idea
incompleta. No tiene la integridad que le concede identidad como una realidad.
Usemos a manera de analogía una extraña luz tenue vista por la noche en el
espacio; la luz es en sí una realidad común, objetiva. No obstante, sigue
siendo desconocida en relación con todos los otros fenómenos celestes a los que
la experiencia ha dado identidad. Por lo tanto, esta luz tenue particular, como
podemos ver, es desconocida para la mente.
Para usar otra
similitud, consideremos la interrogante que la humanidad se ha hecho por mucho tiempo:
“¿Existe vida inteligente en otro lugar del cosmos?” La respuesta es hasta
ahora una incógnita para el hombre. No obstante, existe para nosotros como una
idea sólo porque está relacionada con lo que es conocido, es decir, que hay
seres inteligentes en la Tierra, Para explicarlo más simplemente, el elemento
positivo de que existe vida inteligente sobre la Tierra trae a la mente la idea
del opuesto negativo ―lo desconocido― es decir, en cuanto a dónde más puede
existir vida.
Esto nos conduce al
otro fenómeno de la experiencia, la concepción. Si la percepción es la reacción
a los estímulos externos, entonces su contraparte es la concepción, con la
diferencia de que los estímulos de la concepción se originan en impresiones
internas. La memoria, la razón y la imaginación, son los procesos primarios por
medio de los cuales obtenemos las impresiones internas de la concepción. Sin
embargo, el material básico que usa la concepción, como en el razonamiento o en
la imaginación, son producto de la percepción. Las imágenes, los conceptos de
espacio, tiempo, cantidad, cualidad y substancia, son el resultado de las
impresiones de los sentidos receptores registradas en el cerebro. No podemos
tener un pensamiento que este desvinculado por completo de los elementos de la
experiencia, de lo que con anterioridad hemos percibido en parte. (Ver figura 2).
Podemos decir que la
concepción es un entremezclamiento de ideas previamente registradas, pero casi
siempre de acuerdo con un arreglo determinado. Esta síntesis o combinación, v
la selección de las ideas que se recuerdan, en la estructura del concepto se convierten
en la idea “nueva”. Como analogía, el inventor concibe un dispositivo que es
diferente, en su forma y función, a cualquiera otra cosa que existe. Empero, no
es una idea completamente original; está compuesta de lo que el inventor sabe
que satisfacerá una necesidad, o substítuirá aquello que ya existe. Cada concepción
tiene una motivación, es decir, una idea que está relacionada con la
experiencia objetiva y con la percepción.
¿Tiene un concepto más
realidad, como punto de conocimiento, que una percepción, que aquello que es
percibido objetivamente? Aunque sabemos que nuestros sentidos pueden engañarnos
algunas veces, aun así los aceptamos usualmente v dependemos de ellos hasta que
pueda probarse que nuestra interpretación de sus impresiones es falsa. Por lo
tanto, una percepción tiene para nosotros un mayor realismo o, si quieren, una
mayor realidad que la que tiene la concepción.
Aunque, como hemos
dicho, un concepto puede ser una síntesis de percepciones, aun así la nueva
idea que surge de ellas carece de la misma confirmación que tienen las
percepciones. En otras palabras, el concepto no surge directamente de nuestros
sentidos receptores. Tiene todavía que ser experimentado objetivamente.
Creencias y Conocimiento
Las Creencias son
Conceptos: son puntos de conocimiento relativo, tal como las ideas de la razón
y la imaginación. Sin embargo, su valor como conocimiento sólo subsiste
mientras no son refutados empíricamente, es decir, mientras no son rebatidos por
medio de la experiencia objetiva. Los estados de experiencia objetivos y
subjetivos se apoyan mutuamente. Cada uno contribuye a aumentar nuestro conocimiento.
¡Cuán limitado seria nuestro conocimiento si se basara en aquello a lo que
nuestros sentidos receptores estuvieran expuestos! La razón y la imaginación
del aspecto subjetivo de la mente, son los que pueden concebir lo desconocido
surgiendo de lo que es conocido. Por lo tanto, son la razón y la imaginación
las que se esfuerzan por explayarse en lo conocido. El aspecto subjetivo de la
mente es el que se aventura a ir más allá de lo conocido.
No todo lo que se
concibe puede llegar a ser evidente, es decir, pasar el examen de la comprobación
objetiva definitiva. Pero siempre existe el reto de demostrar las creencias
personales y convertirlas, por lo tanto, en un conocimiento universal. Esta
universalidad sólo es posible cuando las personas inteligentes pueden percibir
y comprender de la misma manera lo que fueron creencias anteriores. A lo que
nos gusta llamar verdad, o verdadero conocimiento, es el resultado de esta
coordinación de los procesos mentales objetivo y subjetivo.
La superstición es la
suposición de causas sobrenaturales de los fenómenos. Cuando no se comprende la
causa natural de un fenómeno, la imaginación puede suponer la existencia de
una, aunque desvinculada de las verdaderas leyes de la Naturaleza. La superstición
expone arbitrariamente que existe una fuerza o un ser teleológico independiente
de la Naturaleza, que es la causa activa
de los fenómenos cuyas causas naturales no son conocidas.
Hay una diferencia
importante entre la imaginación creativa y la superstición. En su síntesis de
ideas, la imaginación creativa usa sólo lo que tiene realidad objetiva para
llegar a aquello que todavía no ha sido experimentado objetivamente. Usando
otra analogía, el inventor se esfuerza en crear, es decir, en hacer que tenga
realidad lo que todavía no tiene existencia, tal como él lo concibe. Pero, en
su visualización, usa como elementos para formar su imagen mental aquello que
es conocido v aceptado como realidad.
Fantasía
La fantasía es la
imaginación mental que, en su forma compuesta, carece de una realidad correspondiente.
En otras palabras, objetivamente no hay detalles que se identifiquen con la
imagen subjetiva, la fantasía. Cuando la mente normal se entrega a la fantasía,
se reconoce totalmente que carece de una contraparte externa. Los cuentos de
hadas y la ficción son un ejemplo: en ellos se emplea la facultad creadora de
la imaginación, En parte, las ideas que contiene representan aquello que se
conoce, lo que tiene una realidad reconocida. Pero en su totalidad son
ficticias, no tienen objetividad.
¿Qué valor tiene
entonces la fantasía como conocimiento? La investigación y la exploración, con frecuencia
han evolucionado a partir de la fantasía y por medio de eso se ha convertido en
conocimiento. Para algunas personas, una fantasía les sugiere que en ella hay
una credibilidad aparente, que existe una posibilidad de que se convierta en
hecho. Por ejemplo, ahora aceptamos como conocimiento mucho de lo que tuvo sus
orígenes en la ciencia ficción. La fantasía motivará frecuentemente a la razón.
Hablando en sentido figurado, la razón puede preguntar, con respecto a la
fantasía: “¿Por qué esto no es posible física, materialmente?” De hecho, la
razón puede considerar que ha sido desafiada a transformar la fantasía en la substancia
del conocimiento.
¡Se iguala la
intuición —o el discernimiento, como generalmente la llama la psicología— al
conocimiento? La experiencia de la intuición es el súbito destello de una idea
dentro de la conciencia. Su singularidad está en que no ha sido razonada, no es
la conclusión de un proceso lógico consciente. Simplemente, la idea intuitiva
posee tal claridad, que parece indudable; tiene poder de convicción. Tal como
la idea de la imaginación, la intuición tiene asociadas a ella ideas de
percepciones previas. Las ideas de la intuición son un concepto, la estructura
de otras ideas, pero son de una naturaleza tal que de inmediato la razón no puede
retar.
El Misterio de la Intuición
A causa del misterio
asociado con la intuición, de su aparente independencia de nuestra
racionalización consciente y de su claridad, con frecuencia se le ha atribuido
un origen sobrenatural. En otras palabras, a menudo se cree que se deriva de
una inteligencia que trasciende la mente humana.
.La causa de la intuición, o discernimiento, es un asunto de polémica: hay muchas escuelas de pensamiento relacionadas con ella. Parece preferible considerar que la intuición es una función psíquica. Por psíquico se quiere significar los poderes naturales inmanentes en la mente humana. En este sentido, el subconsciente es psíquico, porque está relacionado con la inteligencia que impregna todas las células de nuestro ser. Sobre buenas bases puede exponerse la teoría de que algunas de nuestras ideas tienen tal intensidad, que pasan de la mente consciente a la subconsciente. Dentro del subconsciente, ocurre un discernimiento más elevado. Las ideas latentes del subconsciente tienen una relación potencial y están arregladas por ello en un orden racional, v después son lanzadas involuntariamente a la mente consciente.
.La causa de la intuición, o discernimiento, es un asunto de polémica: hay muchas escuelas de pensamiento relacionadas con ella. Parece preferible considerar que la intuición es una función psíquica. Por psíquico se quiere significar los poderes naturales inmanentes en la mente humana. En este sentido, el subconsciente es psíquico, porque está relacionado con la inteligencia que impregna todas las células de nuestro ser. Sobre buenas bases puede exponerse la teoría de que algunas de nuestras ideas tienen tal intensidad, que pasan de la mente consciente a la subconsciente. Dentro del subconsciente, ocurre un discernimiento más elevado. Las ideas latentes del subconsciente tienen una relación potencial y están arregladas por ello en un orden racional, v después son lanzadas involuntariamente a la mente consciente.
Sin embargo, si
insistimos en someter nuestras impresiones intuitivas a un análisis lógico,
pueden parecer aparentemente imperfectas en contraste con la primera vez que fueron
recibidas. La razón puede presentar ideas contrarias que harán que la impresión
intuitiva parezca carente de convicción lógica.
Sin embargo, parecía
que la impresión intuitiva toma en consideración factores que trascienden la razón
y funcionan como una especie de super discernimiento. Hay un sentimiento
emocional con la impresión intuitiva. Es una especie de júbilo de iluminación,
una sensación de infusión de conocimiento. Por lo tanto, el verdadero valor de
la impresión intuitiva, como punto de conocimiento, depende de la necesidad de una
continuidad de la reacción ante ella.
No podemos entender
con nuestra razón los factores sutiles de la impresión intuitiva que, en el momento
de ser recibida, la hacen tan apremiante. Parecería que hay percepciones
psíquicas de condiciones o circunstancias recibidas por el subconsciente, que
dan a la impresión intuitiva una eficacia especial. En consecuencia, cuando la
razón se aplica subsecuentemente a la impresión intuitiva, estos factores sutiles
no son comprendidos. Por lo tanto, si sometemos la impresión intuitiva a un
análisis, al compararla podría parecer improbable. Esto explica el que muchas
personas pasen por alto su discernimiento psíquico. Cuando se llega a una
conclusión razonada, los factores de la impresión intuitiva no pueden ser
entendidos emocionalmente y pierden su valor como un punto demostrable de conocimiento.
Es necesario que
tengamos presente que el conocimiento es una interacción entre los estados de
mente objetivo, subjetivo y subconsciente, Las impresiones subjetivas no pueden
adquirir el término relativo de conocimiento, si no participan en las
impresiones objetivas de externalidad. Además, las impresiones objetivas no son
una fuente de conocimiento si no son evaluadas también mediante los métodos subjetivos
del análisis y el juicio.
En relación con este
artículo abstracto sobre el tema del fenómeno del conocimiento, pensamos que es
oportuno citar algunos comentarios del insigne Albert Einstein, tomados de un
artículo escrito por él sobre un tema afín:
“Estamos interesados en las categorías o esquemas del pensamiento,
la selección de las cuales está, en principio, completamente a nuestra disposición
y cuyas capacidades sólo pueden ser juzgadas en la medida en que su uso contribuya
a hacer inteligible la totalidad del contenido de la consciencia”,
Ralph M.
Lewis