El tema en cuestión, me parece de importancia y vigencia constantes, independiente del tiempo que se trate. Y Aunque podamos estar de acuerdo o no con su plantemiento, siempre será bueno que saquemos nuestras propias conclusiones sobre ello.
En esta publicación, además del artículo aquí expuesto, también aparecía:
- Como tener buenos amigos.
- Los engaños de los grupos espirituales
- Aprendiendo a cambiar.
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Fe. Esperanza y Caridad son las tres virtudes o gracias fundamentales
del Cristianismo. De aquí se puede deducir la importancia de la fe y esperanza
para el ser humano y su vida interna o superior.
“La fe mueve montañas” y “la esperanza es lo último que se pierde”,
son dos de los dichos populares más usados corrientemente y que encierran
grandes verdades que no todos comprenden, porque si así lo hicieran la vida se
mostraría totalmente distinta a como lo hace en la actualidad.
Ambas son virtudes del alma, es decir, virtudes superiores de nuestro
ser. Teológicamente se plantea que son la proyección de la Gracia Divina sobre
nuestra alma, las cuales luchan por expresar correctamente en los planos de la
personalidad.
Podríamos definir a la fe como la virtud superior que implica la
certeza o convicción de lo que no se ve. Es creer firmemente en algo de corte
superior o divino. Por otro lado, la Esperanza es aquella virtud que permite
reconfortar a nuestra alma esperando la venida de algo verdadero y sustancial a
nuestra alma.
La fe cree firmemente y la esperanza permite a la persona esperar
pacientemente algo mejor. La fe es la fuerza que nos impulsa a avanzar y
dirigirnos hacia lo superior y de esta forma ser cada vez mejores. Y la
esperanza es la fuerza que hace que podamos soportar pacientemente y sin alterarnos con las cosas cotidianas que nos
alejan de nuestra verdadera esencia, en el conocimiento que ya llegará la
oportunidad de trascender esta realidad fútil e insubstancial.
Como se puede ver la una no puede ir sin la otra, una -la esperanza-
sirve de trampolín para que aparezca la fe. No podemos cimentar una fe real y
maciza sin tener esperanza. Y sin esperanza la vida se vuelve un infierno, en
el sentido que no tiene objetivos reales o superiores. Por otro lado no sacamos
nada con tener esperanza, si es que no vamos desarrollando la fe
consecuentemente con esto.
La esperanza nos da la oportunidad de vislumbrar el futuro y la fe de
alcanzar ese destino.
Estos dos conceptos están desarrollados en la decimoséptima lámina del
libro de Thoth (el Tarot). Esta lámina o arcano se llama “La Estrella” y a
grandes rasgos podemos describirla del siguiente modo: En primer plano encentramos
una joven mujer desnuda que se encuentra sacando agua de un manantial y por otro
lado está regando, con esa agua la tierra, la cual es bastante árida, pero se
puede observar que crece y brota una planta que luce una hermosa rosa sobre la
cual se posa una mariposa. Sobre la joven encentramos una estrella de ocho
puntas que alumbra el paraje y a la joven, junto a otras siete estrellas menores.
A grandes rasgos, la interpretación de la simbología entregada en este
arcano es de la siguiente forma: La región árida nos indica la futilidad e
infertilidad que puede llegar a tener la vida cotidiana cuando se enmarca en objetivos
intrascendentes y materialistas. Sin embargo, la mujer desnuda (bella e inocente)
riega una planta en este árido paraje. Su perseverancia basada en la esperanza
de algo superior logra hacer florecer una rosa. Esta representa lo superior que
aparece gracias a esa esperanza, sobre la cual se posa una mariposa simbolizando
la psiquis superior, la cual nos lleva finalmente en raudo y bello vuelo hacia
un mundo distinto y superior.
Es importante destacar que en este páramo aparentemente árido y desconsolador,
la joven haya podido hacer florecer una bella flor. Esto es indicativo de lo
que se puede hacer con la esperanza y con fe. La mayoría de las personas en un
ambiente así se desconsuelan pensando que nunca podrán embellecerlo o hacerlo
fecundo. La esperanza tiene que ver con ser pacientes con las leyes del destino
(karma) y la fe con la convicción de que alguna vez podremos dirigirlas.
La estrella es una clara alusión a la esperanza surgida de la luz del
astro. También podemos asociarla a la estrella de Belén, la que guio a los
Reyes Magos, indicando el nacimiento de la esperanza para el mundo.
Es interesante ver que la esperanza va firmemente unida a la perseverancia.
De hecho la una genera la otra. Y cuando surge la fe, las otras dos son
elementos que la acompañan irremisiblemente.
Pero vemos cual es esta verdadera fe y esperanza del ser humano. Desde
el momento que todo ser humano posee algo divino, algo que emanó del Padre
Celestial que le dio origen, surge inevitablemente: la esperanza, y posteriormente
la convicción cierta (fe) de actualizar y expresar aquello en cada uno de nosotros.
Cómo desarrollar la fe y la
esperanza en cada uno.
La verdadera fe es una fuerza superior que está basada en el conocimiento.
La fe ciega sólo nos puede llevar al fanatismo, el cual es una lacra que nos impide
descubrir nuestra esencia superior. Por lo tanto para poder preparar el camino
para el crecimiento de una fe superior es necesario aumentar el conocimiento de
nosotros y del mundo que nos rodea.
El conocimiento de sí se puede dar solamente a través de una autoobservación
constante durante toda la vida. Para esto existen diversas técnicas que han
sido reseñadas y lo seguirán siendo al interior de la Escuelas de Iniciación y
desarrollo personal. Técnicas tales como retrospección, introspección, flujograma,
y muchas otras más.
Al mismo tiempo iremos conociendo y descubriendo el tremendo potencial
oculto que existe en cada uno de nosotros, lo que nos dará una gran confianza.
Por otro lado, el conocimiento del mundo que nos rodea nos confirmará
cada vez más la idea de que estamos insertos en un Universo en el cual nada
existe al azar y todo cumple una finalidad.
La verdadera fe debe estar basada en el conocimiento del mundo interno
y externo, pero va más allá de este conocimiento y llega un momento en que
podemos confiar plenamente en cosas que están sobre la comprobación de la observación,
experimentación o análisis científico.
Cada vez que anochece sabemos que posteriormente amanecerá. Al mismo
tiempo ciframos nuestras esperanzas en que este día será mejor que el anterior.
Esa esperanza surge de algo real, no es una ilusión desde el momento que
estamos trabajando con nosotros mismos y en algún momento se comenzará a
evidenciar el cambio, solamente hay que esperar.
La vida se da en un contexto de acontecimientos cíclicos. En todo existen
malos y buenos momentos que se van alternando. El día da paso a la noche y
viceversa, la enfermedad a la salud, el auge a la caída, etc. La esperanza debe
ser cimentada en el conocimiento de esta Ley Universal. De tal forma que cada
vez que estemos mal o las cosas están saliendo mal, debemos recordar esta ley
de los ritmos y de los ciclos, y recordar que pronto estaremos bien. Esto no implica
conformismo con las situaciones negativas que podamos atravesar, sino que simplemente
tener una esperanza de salir de eso basados en algo que es una Ley Universal.
“Por muy oscura que esté la
noche sabemos que pronto saldrá el sol.”
La desesperanza es el mayor flagelo que puede azotar a una persona,
significa renunciar a la condición superior y maravillosa que cada uno de nosotros
es en esencia. Todas las mañanas deberíamos tratar de comunicarnos con lo
superior (Dios), cualquiera sea la idea o culto que tengamos frente a Él y
posteriormente contar o hacer un recuento de las bendiciones recibidas, es
decir, que cosas buenas me han sucedido en la vida y con la actitud positiva
que esto dará a nuestra mente, salir a enfrentarse al mundo que nos rodea. La
esperanza es la fuerza que nos motivará a seguir luchando aun cuando aparentemente
todo esté negativo, porque sabemos que pronto
todo cambiará.
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