Este es un tema que siempre ha preocupado al ser humano. Algunos piensan que el temor a la muerte es atávico, y tiene su comienzo en el útero materno cuando en ocasiones falta oxígeno. Siendo así, es algo que nos acompañará a lo largo de toda la vida, sin embargo es también se plantea que es posible de superar.
Hay teorías y posiciones materialistas que afirman que
no hay nada más allá; que los átomos constituyentes del cuerpo humano
retornarían a sus respectivas fuentes en la naturaleza y eso es todo. Otros
piensan que todo lo que vemos es ilusorio, que la única vida comienza después
de la muerte, por lo tanto, hay que pasar pronto por este mundo de dolor.
Se propone que sólo hoy en día la humanidad tiene La
capacidad de abstracción suficiente para captar lo esencial de ambas teorías y
combinarlas armónicamente e incluso comprender y aplicar sus concepciones. Para
muchos pensadores, médicos, psicoterapeutas, filósofos modernos, esta es una
alternativa de concepción y conducta capaz de satisfacer plenamente las
inquietudes de los seres humanos. Necesitamos creer que en el ser humano,
además de la materia física que retorna a la naturaleza al momento de morir,
existe algo más, que tiene una finalidad como todo lo existente y que perdura
más allá de la muerte física.
También es necesario que, al momento de vivir, podamos
hacer uso de todas nuestras capacidades, vivamos plenamente momento a momento,
porque el enriquecimiento adquirido a través de la experiencia, va a servir a
esta alma, para su vida posterior a la muerte física.
Pero aunque esto es claro para muchos, persiste y tal
vez por mucho tiempo, más aún en la mente colectiva de los seres humanos, esta
tendencia a temer la muerte, lo desconocido y todos los cambios de formas (que son
una pequeña fracción de la muerte total para nosotros).
Existe una excelente forma de vencer este temor a la muerte
y esta es amando la vida, viviéndola minuto a minuto. Todos tenemos la misma posibilidad
de vivir, un número similar de años tal vez. Si enfrentamos estos años con
temor a la muerte, temor al cambio, sentiremos apego a todo lo que nos rodea.
Como las cosas físicas terminan algún día, lo mismo que las emocionales e
incluso las mentales, sufrimos ante esta pérdida, sea de juventud, afecto, pertenencias,
etc., y reaccionamos con mas apego, pues
el temor subconsciente de cambio, de muerte, nos induce a remediar lo ocurrido
y aferrarnos para que no vuelva a suceder.
Elaboramos una teoría sobre lo que hay más allá y por
ella despreciamos todo lo contingente. Esta actitud nos traerá tantos problemas
y sufrimientos como lo anterior, puesto que si estamos en un universo donde
todo es movimiento y acción, no podemos detenernos en el desarrollo sin sufrir por
ello.
El desarrollo del alma irá siempre de acuerdo con la
capacidad de desarrollarnos y crecer en este mundo material. Sólo cuando ya se
ha completado de experiencias en el mundo de la acción, será posible retirarse
a los mundos espiritua1es, por lo tanto, la tarea es bastante larga.
Una forma de llevarla a cabo es viviendo un minuto por
vez, sin abrumarse o preocuparse por la tarea futura, ni detenernos en
contemplaciones hacia el pasado. El futuro se planificará siempre, pero
inteligentemente desde el presente y el pasado nos servirá como experiencia. Una
vez que se analiza y se aprende por ello, no tiene validez como vivencia, pues
lo único posible de vivir es el momento presente.
¿Cómo vivir plenamente este momento presente? La sabiduría
de la vida consiste en sintetizar todo lo que somos, sabemos y sentimos en un momento.
Para llegar a esa capacidad de síntesis, primero debemos haberlo analizado. Esto
permite su conocimiento y comprensión plena.
Ejemplo: Me encuentro en una mañana, de compras por el
centro de la ciudad. En el aspecto físico, ml vestimenta, mi forma de caminar,
mis palabras al dirigirme al vendedor, reflejan o deberían reflejar lo que yo
soy, pienso y siento, en forma armónica y bella.
El físico lucirá limpio, cuidado, vestido según mis
costumbres, mi posición social pero sobre todo, podría reflejar parte de mi concepción
ante la vida y como la practico. El orden de las compras, localidad, interés
demostrado ya estará diciendo mucho más de mí. La forma de tratar a los
vendedores, dirá en definitiva mi concepción y actitud ante los seres humanos.
Ahora bien, todo este puede darse sólo en unas pocas
horas, pero necesito de un trabajo sistemático con cada uno de esos aspectos,
una toma de conciencia de mis conceptos y mis emociones, para hacerlas armónicas.
La síntesis se produce sólo cuando yo domino y tengo
1a actitud apropiada. `
Este ejemplo se refiere únicamente a la personalidad.
Mis concepciones mentales estarán dadas siempre por mis creencias y sentimientos
superiores, de modo que, si hay consecuencia en mí, un pequeño acto en el día
será reflejo de todo lo anterior y así satisfago todas las necesidades de mi
vida.
Cuando tenemos oportunidad de vivir plenamente y en
forma coherente cada minuto de nuestra existencia, se produce una satisfacción
interna que hace perder para siempre el miedo a la muerte. Tal vez porque hay una familiaridad con el
cambio constante, pues para llevar ese ritmo acelerado de vida y en ese nivel consciente,
es necesario vivir en permanente cambio, ocuparse en vez de preocuparse y cerrar
las puertas del pasado cada vez que termina una experiencia.
Una buena forma de vivir sólo un día por vez es:
·
Llegar a tener en forma
permanente la actitud de vivir el día como si fuera el último (no sabemos si es
así), no dejar deudas emocionales, ni cosas inconclusas. Planificar ese día al máximo
y dedicarse a vivirlo y disfrutarlo.
·
Se entiende que por
disfrutar en la actividad cotidiana es tomarle el sentido a todas aquellas
cosas que antes hacíamos maquinalmente.
Para perderle el miedo a la muerte, que es en otros
términos miedo a los cambios, es necesario variar de actitud ante la vida.
¿Cómo se cambia de actitud? Cambiando las creencias y concepciones
mentales. A este trabajo ayuda el mayor conocimiento, la adquisición de nuevas
concepciones como elementos de juicio.
Hay distintas teorías al respecto y es bueno conocerlas.
Cuando hemos elegido una, que nos parece a nuestro juicio, la más conveniente,
le agregamos afecto, es decir, mediante la, imaginación, le damos calor, vida,
realidad afectiva. Por ejemplo no basta con p1anificar un día de nuestra vida,
es necesario darle acción en la imaginación, “ver” como nos sentimos afectados
positivamente con esa acción. De este modo tenemos una imagen síquica de lo que
deseamos se reproduzca en la realidad y ya es una actitud ante los eventos y
circunstancias que nosotros hemos elegido.
Recordemos que la evaluación de cada actividad es indispensable.
Cuando trabajemos con las actitudes, también podemos evaluarlas y hacer que siempre
sean lógicamente coherentes con la acción. Si ponemos a evaluar a nuestra mente
estos procesos, nuestra vida estará mejor dirigida que si lo hacen las
emociones.