Nuestra
primera visión en el darse cuenta, es que somos una persona, con múltiples
intereses y condicionamientos. Luego, si somos guiados adecuadamente,
comprenderemos que somos un ser espiritual que utilizamos una personalidad para
tener determinadas experiencias de las cuales tenemos que aprender. Nuestra vida
tiene, entonces, un sentido y motivo trascendental: cooperar con el Plan
Divino.
Sin
embargo, nuestra individualidad permanece aprisionada en la personalidad. Mucha
gente dice preferir vivir tranquila, sin complicaciones. Entrar a escuelas iniciáticas
reales les hace perder esa estabilidad que tenían, pues empiezan, entre otras
cosas, a ser conscientes de sus defectos. ¿Es necesario este cuestionamiento de
si? ¿No es mejor permanecer tranquilos e ignorantes? Vemos que esto es
imposible: la humanidad va evolucionando a pesar de las personas que no quieran
ser conscientes. Hay un irresistible impulso proveniente de lo espiritual. El espíritu
quiere retomar a su Reino, no olvida que está de paso en este mundo terrenal.
Tarde o temprano aprenderá en esta dimensión lo que necesita y retornará,
liberándose de la personalidad.
Por
mandato superior, tenemos la libertad para liberar a nuestro espíritu y
convertirnos en personas completas y perfectas, en cuanto a manifestación de
nuestro tener que ser, de la expresión del plan divino en esta Tierra. Tenemos
que aprender a lograrlo conscientemente, así el proceso será fácil y gozoso.
Este
tema está relacionado con el Sendero 30, Arcano XX "El Juicio". Tres
figuras, representantes de la especie humana, se liberan de sus ataduras
mortales, de sus condicionamientos (representado por su desnudez) y al hacerlo,
pueden escuchar un llamado que se les hace a su alma desde la dimensión donde
se generan las causas que producen los efectos en el mundo. Esta libertad del
iniciado le permite continuar un camino que, paradojalmente, significa sujeción
autoconsciente a las Leyes de la Creación. La liberación verdadera se produce
al estar en contacto permanente con estos principios.
Los
símbolos principales de esta lámina son los siguientes:
En
el cielo se divisa un ángel que está tocando una trompeta. El ángel simboliza
una entidad superior, divina. El sonido de la trompeta significa un llamado de
origen superior, divino o interno. De a lo menos tres tumbas, emergen tres figuras
desnudas: un niño, un hombre y una mujer, quienes están en actitud de “resucitar”
al llamado de la trompeta. Una voz interior, divina, le hace renacer ¿Cuál será
la nueva misión de ellos? El conjunto de figuras da la idea de familia y por extensión,
idea de la humanidad toda.
El
Tarot puede ser analizado desde múltiples aspectos; conteniendo diversos
sistemas simbólicos y numerosas claves para ser revelado. Tomaremos por ahora
solamente un pequeño aspecto de esta lámina. Al analizarlo desde un punto de
vista psicológico, podemos considerar que el llamado de trompeta simboliza la
vocación, es decir, las figuras se levantan a una nueva vida, al llamado de una
voz interna, un “tener que ser”.
El
estudiante primero conoce el mundo, lo que lo lleva a preguntarse: ¿Quién soy? ¿Qué
quiero? ¿A dónde voy? ¿Para qué sirvo?
Hay
una gran diferencia entre las personas que desarrollan su vocación. Su trabajo
o actividad se desarrolla con cariño, con amor, por lo tanto lo hace bien, con
pocos errores y se siente feliz con su trabajo. Pocos son los que han escuchado
esta voz interior que hace renacer. La condición actual de la humanidad es dormir
una gran cantidad de horas, mucho más que las ocho en las cuales cierran sus
ojos. Se lleva una vida rutinaria e inconsciente. La mente nos engaña y nos
hace creer que estamos realmente conscientes, sin estarlo. Este es el mayor
problema, porque cuando no se reconoce algo no es posible cambiarlo.
Una
persona, una película, un libro, puede entregamos una frase, una escena que nos
haga reaccionar. Esto puede causar el sonido de la trompeta y sentiremos algo
especial que nos conmueve interiormente. Un guía espiritual casi siempre
empleara palabras que nos sirvan de estímulo, pero debemos estar preparados
para escuchar y saber distinguir lo real de lo ilusorio. Un verdadero maestro
no llama la atención, es sencillo, simple, humilde; de modo que si no estamos
atentos, puede pasar entre nosotros sin reconocerlo. El ángel representa
también a este maestro.
En
la búsqueda de la vocación tenemos que tomar en cuenta que ella no está
limitada a una profesión o actividad específica. Es mucho más complejo que eso.
En realidad, toda persona debe desarrollarse en todos sus aspectos: arte,
ciencia, artesanía, actividad física, técnica, etc.
Otro
aspecto es considerar si hay una vocación común a todos los seres vivientes.
Toda persona llega al mundo preparada para aprender, servir y amar. Podríamos
decir que estos tres conceptos son partes de una misma idea. Todo ser viviente está
preparado para estas vocaciones, y el ser humano tiene el privilegio de ser
consciente de ello debido a que es un ser espiritual revestido de vehículos
densos.
Una
forma de ir en búsqueda de ese "tener que ser" es mantener una
actitud permanente de aprendizaje. Probar hacer y estudiar de todo. Dialogar
con cada persona, buscar su lado positivo e interesarse por lo que ella hace. Una
conversación, una actividad, hará de pronto que suene la trompeta. Y en este
momento no nos preocupemos de lo económico. Cuando las cosas se hacen con gusto
y amor, la satisfacción de nuestras necesidades económicas surge
espontáneamente, en forma mágica se podría decir.
Otro
método es hacer una lista de "triunfos personales". Queremos decir
con esto, actividades por pequeñas que sean que nos hayan producido satisfacción
y alegría. Una vez que tengamos una larga lista, apreciaremos que en muchas de
ellas hay cosas en común. Estos aspectos comunes servirán de guía para el
encuentro con la vocación.
Analicemos
ahora otra enseñanza de esta página del Tarot.
Su
tema central es la muerte y resurrección. Alude a las distintas etapas que sufre
el Universo, y por tanto el ser humano. Todo en el Universo es cíclico, y para
que nazca algo nuevo, lo viejo debe morir. No puede nacer un nuevo árbol si
antes la semilla no ha muerto.
Cada
día de nuestra vida puede ser considerado como una etapa completa. ¿Quién puede
saber cuánto tiempo le queda? Puede que este día sea el último. ¿Hemos
perdonado a quién nos ofendió?, ¿le hemos dicho lo que nos gustó a
"x" persona?, ¿hemos reconocido sus méritos?, ¿dimos gracias por
haber vivido? Hagámoslo ahora, porque mañana puede ser tarde. En ese sentido,
hay que aprender a vivir al día. Nos daremos cuenta que cada día nacemos y
morimos, la muerte es sólo una etapa. El miedo a la muerte desaparece.
Analicemos
la siguiente práctica en la que se utiliza la analogía: un año es un ciclo
regido por una Ley Universal. Antiguamente, cuando la humanidad vivía más en
contacto con lo natural, estaba regida por estos ciclos en todo su actuar. Sin
embargo, hoy en día se vive en forma artificial, no se toma consciencia de ello;
pero, consciente o no, el organismo se rige siempre por estos ciclos naturales.
Si nuestra mente no va acorde con ello, se produce una ineficiencia, una tensión
y cansancio prematuro.
Hagamos
algunas pequeñas analogías con los ciclos del año:
En
invierno es época de siembra. Allí procuraremos, como el sembrador, elegir los
mejores granos. Análogamente es época de pensar en nuestros objetivos para el
nuevo ciclo, conforme a la experiencia adquirida.
En
primavera la naturaleza florece, se exterioriza. Debemos aprovechar esta energía
para fortalecer nuestro impulso a actuar, a poner en ejecución los pasos
necesarios para conseguir los objetivos que nos hemos propuesto.
El
verano es época de desmalezar y regar. Análogamente debemos efectuar una revisión
en la marcha de nuestros propósitos para verificar si van en camino a lograrse
y corregir lo que sea necesario. Desmalezar equivale a superar los obstáculos,
eliminar todo pensamiento y actitud negativa que puede impedir un buen fruto.
El
otoño es época de cosecha y recolección. Allí deberemos obtener el resultado de
nuestro trabajo. Estos resultados pueden ser muy buenos (buenos frutos) y allí
aprenderemos que el procedimiento empleado ha sido correcto. Otros objetivos habrán
sido logrados solo parcialmente o no tal como lo esperábamos. Es la fruta de segunda
o tercera selección. Aprenderemos como corregir en el futuro nuestro trabajo.
Por último, habrá objetivos que no se consiguen. Es el futuro pasmado o
podrido. Debe ser rápidamente apartado. También aquí aprenderemos. Sabremos que
de ese modo como lo hemos hecho, no conseguimos lo esperado y por tanto habrá que
probar una nueva estrategia. En esta época, entonces, procedemos a la evaluación
de nuestros logros. Esta evaluación nos permitirá aprender cosas nuevas,
procedimientos mejores, para formular nuevos propósitos y corregir defectos.
Elegiremos los mejores frutos y de allí sacaremos las mejores semillas para la futura
siembra.
Análogamente,
un mes está sujeto a estos mismos cuatro procesos. Y también un día. Es
importante irse a dormir cuando ya se ha evaluado y se ha descansado, para que
el sueño no sea perturbador, ya que este será causa de negatividad al día siguiente.
La noche equivale al invierno, allí nos formulamos los objetivos para el día
siguiente. La mañana equivale a la primavera. Toda la naturaleza, y nosotros,
estamos con el mayor impulso para conseguir nuestros propósitos. La mente y el
cuerpo están más descansados, El mediodía es como el verano. Momento de revisión
y corrección de nuestro actuar. El atardecer es como el otoño. Al término de la
jomada de trabajo debemos evaluar lo obrado en el día. Recordar nuestros actos,
estudiar cómo podemos corregirlos en el futuro. Tomamos alguna actividad
recreativa para que en la noche, equivalente al invierno, de acuerdo a la
experiencia adquirida, a la evaluación, planifiquemos el día siguiente. Irse a
dormir con esta planificación, causa además que el subconsciente acuda en
nuestra ayuda y nos entregue soluciones para actuar con más eficiencia. Dejando
un momento del día para evaluar y hacer la retrospección, nos ocuparemos solo
en esos instantes del pasado. Luego, dejamos unos instantes de la jomada para
planificar, ocupándonos aquí del futuro. De esta forma, queda todo el resto del
día para vivir el presente a plenitud.
Las
dificultades debemos enfrentarlas, pero si nos estamos sintiendo mártires por
ello, es que no estamos liberándonos del resentimiento y, por tanto, estamos
perdiendo nuestra libertad. Hay que considerar muy bien esto al realizar la retrospección,
ya sea diaria o anual.
Estamos
preparados para enfrentar los problemas siempre que no los acumulemos y los
afrontemos uno a uno. Si algo es posible de solucionar ahora, ¡hay que hacerlo
ya! Si se necesitan otros antecedentes u otras personas, dejémoslo pendiente
hasta reunir lo que necesitamos. Si no tiene solución a nuestro alcance, ¡hay que
rodear el obstáculo y seguir!
Pero,
volvamos a los cuatro principios. Estos cuatro ciclos se simbolizan en el
esoterismo llamándolos principios dinámicos. Por ellos se rige todo proceso
creativo: Principio activo (primavera) Principio pasivo (verano), Principio
Neutro (otoño) y Principio de transición (invierno). Cada ciclo da origen a uno
nuevo, pero en un nivel superior. Es un eterno proceso de muerte y resurrección.
Cada renacimiento se efectúa en un nivel más alto y de mayor responsabilidad.
El proceso creativo es como una helicoide (equivalente tridimensional de una
espiral). La persona inconsciente dormida, lleva su vida más bien como un círculo,
dándose vueltas en él sin ascender, casi sin evolucionar.
Tenemos
entonces, un doble desafío:
·
Liberarnos del pasado con toda su carga de
condicionamientos y sentimientos de culpabilidad y,
·
Conocer y sometemos a los principios
universales, realizando nuestra natural vocación motivo de existir. `
Realizando
estos dos actos, tendremos la libertad a convertimos en personas que reflejen su
ser espiritual,
“Sed,
pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es
perfecto". (Mt. 5:48) ¿Cómo podría llegar alguien a ser perfecto como el
Padre, si no participara de la misma realidad espiritual que Él?
Escrito por SERVAL, en Curacaví, Chile, el 14 de abril de 1994