Tradicionalmente en la Masonería, así como en otras Escuelas Iniciáticas de Occidente, se han celebrado los hitos marcados por el ir y venir del Sol frente a ojos expectantes sobre la faz de la tierra, me refiero a los Solsticios y Equinoccios.
Estos cuatro eventos, que definen, entre otras cosas, la sucesión de las estaciones anuales (algo que se evidencia mayormente en los climas subtropicales y mediterráneos), han servido para relacionar y reflexionar sobre una gran cantidad de enseñanza esotérica y exotérica. Es así como estos períodos cíclicos en la Naturaleza, pueden servirnos de espejo para reflejar aquellos ciclos que se producen en la psiquis y el alma del ser humano.Y ya que nos acercamos a uno de estos eventos, el solsticio de invierno, he querido publicar este artículo sobre este tema que apareció en la "Revista Masónica de Chile", de Agosto de 1965 (Año XLII Nos.5-6); y auqnue nos entrega información principalmente sobre algunas teorías centíficas del origen de la tierra y del sistema solar, al reflexionar sobre estos antecedentes podremos sacar algunas conclusiones que vayan más allá del velo de lo físico y material.
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Hace dos mil años que el poeta Horacio, en sus
"Sátiras" (The Satires, Epistles and Ars Poetica of Horace),
traducción inglesa de Connington, pág- 29), nos dio la versión clásica de la
evolución de la cultura humana y la visión del humilde Comienzo de la
humanidad:
"Cuando por vez primera surgieron
hombres como gusanos del seno
de la tierra.
Eran mudas criaturas, carentes de
lenguaje, de formas vagamente
humanas.
Valiéndose de las uñas y de los puños
cerrados luchaban
Por las bellotas y los abrigos donde
guarecerse durante la noche;
Utilizaron luego garrotes; por fin
emplearon ya armas,
Cuyo uso creciente les enseñó a
perfeccionar,
Hasta que aprendieron a formar las
palabras y los nombres,
Con los sones que emitían, y pudieron
manifestar sus ideas,
Desde entonces dejaron de luchar, y
comenzaron
A construir ciudades, defendiéndose el
hombre del hombre
Y establecieron leyes, como freno a las
disputas,
Que protegían a, las personas,
propiedades y esposas,
Si se investiga la historia de la
humanidad,
Se hallará que fue el temor a la
injusticia lo
que dio origen al derecho, al derecho
de todo... pensar".
Agustino
afirmó; "El hombre se maravilla del inquieto Océano de las aguas
corrientes, de la contemplación del cielo, y se olvida que, de todas las
maravillas del Universo, es el propio hombre lo más maravilloso".
Su
maravilla no radica en la ligereza de su pie ni en la fuerza de sus brazos, y
tampoco en su belleza, ya que muchas otras criaturas le superan en este
aspecto. Reside en su habilidad creadora, en la capacidad de concebir y
producir nuevos modos de vida.
Bajo
el impulso de su fértil mente crea los instrumentos del artesano. Gracias a su
prodigiosa imaginación, elabora millares de formas de organización de su propia
vida, en multitud de modelos, con objeto de hacer frente a las exigencias de la
Naturaleza, las necesidades de su agrupación social, los misterios del
Universo, y los esfuerzos de su YO emocional.
El
hombre, que es la parte constituyente de la Naturaleza, es elemento activo en
el Universo con todos sus fenómenos.
Ya
no necesitamos luchar con las espesas nieblas del pasado, ni apoyarnos en el
mito y en la fantasía para saber comprender todo lo que ocurre en estos dos
mundos del micro-cosmo y macro-cosmo.
La
Tierra, miembro del Sistema Solar, que describe una órbita elíptica alrededor
del Sol, acompañada por su satélite, la Luna.
Hace
más de cuatro mil millones de años no existían todavía la Tierra, ni el Sistema
Solar. En vez de éste había una estrella gigante, expresa Simpson en "The
Meaning of Evolution”. Al romperse violentamente esta estrella se originaron la
Tierra, Mercurio, Venus, Marte, Saturno, Júpiter, Neptuno, Urano y Plutón. El núcleo residual de la estrella gigante
constituyó nuestro Sol.
A
pesar de su grandiosidad actual, el Sol es sólo un resto de lo que fue
primitivamente.
Explica
Chamberlin-Moulton en "The Origin of the Earth", la fragmentación de
la gran estrella primitivamente se efectuó probablemente cuando la trayectoria
de su órbita la condujo a la proximidad de otra estrella mayor aún.
No
fue necesaria una colisión efectiva para destrozar la menor de ambas estrellas.
Bastó con que el Sol llegase lo suficientemente cerca de la enorme masa de la
otra estrella para que quedase sometida a su enorme fuerza gravitatoria. A
consecuencia de esta fuerza originóse una especie de fuerte marea, cada vez mas
intensa, a medida que ambos cuerpos iban aproximándose, hasta que, al pasar
velozmente uno frente al otro, la atracción de la estrella mayor excedió al de
la muestra hasta tal grado, que arrancó de ella grandes masas de materia solar.
Estas masas fueron los "planetesimales".
Junto
con el Sol como núcleo, formaron probablemente un complejo estelar semejante al
de las nebulosas espirales que pueden observarse actualmente mediante un
telescopio (“The Evolution of Earth and Man", by L. L.Woodruff).
Ahora,
cada uno de los incontables millares de planetesimales giraron siguiendo su
propia órbita elíptica alrededor de lo que quedaba del sol.
Unos
pocos de ellos eran mucho mayores que los otros y, por consiguiente, ejercieron
una atracción gravitatoria sobre los más pequeños que se pusieron a su alcance.
A manera de gigantescos aspiradores, los cuerpos mayores barrían sus órbitas,
recogiendo los planetesimales de menor tamaño, aumentando así su masa como si
fuesen bolas de nieve, cada vez mayores.
Los
ocasionales meteoritos que atraviesan incandescentes nuestra atmósfera, son simplemente
los últimos llegados a nuestro planeta, que es el actual resultado del
crecimiento evolutivo de uno de los mayores núcleos planetesimales originarios.
Recordemos el gran meteorito caído en Siberia y del cual se han realizado
innumerables estudios, como del encontrado en el Cañón del Colorado de USA-
("Hipótesis planetesimal acerca del origen del sistema solar", de
Chamberlin-Moulton).
La
Tierra tuvo, probablemente al inicio, una tenue atmósfera que, progresivamente,
fue aumentando la masa terrestre y su fuerza gravitatoria por incorporación de
un número cada vez mayor de planetesimales.
El
vapor de agua se condensó, originando la lluvia, que se precipitó sobre las
superficies más elevadas de los elementos desigualmente apelotonados, constituyéndose,
de este modo, los lagos y océanos.
El
aumento de presión sobre el interior de la masa terrestre, junto con el calor
liberado por la descomposición de las sustancias radioactivas, elevó
suficientemente las temperaturas internas para que se verificase la fusión de
aquellas partes de la masa heterogénea de punto de fusión más bajo... y así, lentamente,
la tierra, al igual que un maravilloso laboratorio de cambios y transformaciones,
la Naturaleza da aun estructura de este punto que viaja en el Universo, la Tierra,
con sus continuos ajustes nos demuestra al ser humano que su vida sigue en el tiempo
cósmico, como le denominan los geólogos y astrónomos. que son sus vigías de
todo cuanto ocurre en él ("The Earth", G. Sarton),
Para
los astrónomos de las antiguas civilizaciones orientales, los puntos luminosos que
veían en la tachonada bóveda celeste, eran tan sólo eso: puntos, estrellas, sin
distinción, situadas en tal esfera o en tal torbellino, que, todo lo mas,
podían ser la celestial morada de algún dios.
Aquellos
puntos recorrían caminos según leyes que, por experiencias, habían llegado a conocer
bien los sacerdotes-astrónomos, quienes incluso podían predecir sus posiciones sucesivas.
Pero sus conocimientos terminaban allí.
Para
la humanidad, durante milenios, los planetas no existían; era, si acaso, unas
curiosas y peculiares estrellas, de luz más fija que las demás y cuyas
posiciones y caminos resultaban, de manera periódica, extrañamente alterados.
La
civilización griega, con su sentido crítico, aportó amplios progresos acerca de
esto.
Muchos
filósofos empezaron a especular acerca del Sol y de la Luna, por ser considerados
esencialmente distintos a los demás cuerpos celestes.
El
Sol, evidentemente, lo era por su luz y calor sensible, pero aparte de ello,
tanto éste como la Luna, presentaban una cualidad que las estrellas no tenían:
un tamaño aparente. No eran puntos, eran discos luminosos, de los cuales se
podía discutir su tamaño y, como consecuencia, su distancia.
Las
opiniones sobre ellos fueron numerosas y modificadas a lo largo del tiempo.
Mientras
se creyó plana a la Tierra, nadie pensó que la Luna fuese sino un disco; disco
de plata, según algunos, en el que, a modo de espejo, se reflejaban los
accidentes de la superficie terrestre.
Otros
pensadores lanzaron la idea de considerar a la Luna como un mundo, extraño y
fantasmal para algunos, como Tales de Mileto, que lo creía la morada de los
muertos, o lisa y llanamente "un país con colinas y valles, tan grande,
como toda Grecia..,.”, como Anaxágoras, ya en tiempos de Pericles, se había
atrevido a sugerir.
Durante
siglos, las teorías de que la tierra no era plana se mantuvieron en los legajos
de los astrónomos-magos de aquellos tiempos.
Las
teorías filosóficas de la Edad Media, con su concepción de una Tierra plana, inmóvil
en el Centro del Universo, no tuvieron mucha aceptación en mentes esclarecidas,
renovadoras y conocedoras de todos los trabajos realizados por los
egipcios-fenicios-indios y griegos.
A
partir del siglo XVI, los grandes descubrimientos hicieron variar totalmente el
conocimiento de nuestro planeta.
Después
de Copérnico, la Tierra ya no era el Centro del Universo, y en Italia. Galileo dirigía
al ignoto infinito, su telescopio, viendo por primera vez el enigma de aquellos
errantes puntos luminosos, de aquellas extrañas y caprichosas estrellas, dando
mayor claridad a la mente humana.
La
generalidad de las estrellas presentaban, a través del telescopio de Galileo,
la misma apariencia de puntos luminosos con brillo más o menos intenso, pero
puntos al fin.
Al
enfocar el sabio florentino, casualmente, a uno de aquellos rebeldes vagabundos
del espacio, relata Galileo, "mis observaciones iban de asombro en
asombro, al comprobar que esos pequeños discos luminosos presentaban fases,
mostrando claramente su condición esférica y su carácter de mundos. Nuevos
mundos que el reciente invento revelaba, abriéndose con ello nuevos campos a la
imaginación.
Después
de continuos estudios, se demostró que la Tierra era redonda, teoría ya expresada
por Eratóstenes, filósofo de la Escuela de Alejandría, nacido en Cirene el año 276
a. de C., y ya no era el Centro del Universo, existiendo además otros astros semejantes
a la Tierra.
Nace
con esto la idea de la pluralidad de mundos e, incluso, la imaginación del ser
humano piensa aún que pueden estar habitados.
Ya
que cuando hablamos de la posibilidad de vida en otros mundos, alguien pregunta
por qué esos seres no han tratado de entrar en contacto con nosotros.
No
discutamos sobre platillos voladores y si los mismos son visitantes
interestelares. Podemos, sin embargo, considerar la posibilidad de que nuestro
Universo se haya explorado ya. De hecho, si es cierta la hipótesis de Hoyle y
si las galaxias, sus estrellas y planetas se han formado, han vivido y expirado
a través del infinito, entonces es lógico que las criaturas inteligentes de
multitud de planetas hayan hecho innumerables exploraciones en las partes del
Universo que existían en su tiempo.
Sin
embargo, no es de sorprender que nunca hayamos visto viajeros interestelares inteligentes
en la Tierra. Desde luego, no estamos cerca de ninguna concentración de estrellas.
Nuestro Sol es miembro de una galaxia, pero ocupamos un sitio en la lejana orilla
de la misma, escasamente poblada y desarrollada inteligentemente.
Además,
el Universo es tan grande, que cualquier zona, cualquier galaxia o grupo de galaxias
es solamente un punto. Parece que no estamos en la zona adecuada para recibir visitantes
de otras estrellas.
Por
otra parte, podemos haber recibido muchas de esas visitas, sin saberlo.
Pensamos que nuestra existencia en la Tierra es lo único importante en la
historia natural de nuestro planeta. En realidad, nuestra duración como raza
inteligente sólo ha abarcado una pequeña fracción del período total de la existencia
de la Tierra como parte del sistema solar.
Material
de este tipo lo obtienen actualmente los científicos que, con modestia, van entregándolo
a todos los amantes de los avances de aquello que nos subyuga al levantar
nuestra vista en una hermosa noche y que nos invita a la meditación.
La
meditación también nos hace pensar seriamente en aquello que tenemos tan cerca,
ya que somos producto de ella.
Los
hombres se unieron en una espléndida lucha cultural bajo el alero de la UNESCO y
con el nombre de Año Geo-Físico, para estudiar y experimentar en todos los
lugares de la tierra los secretos que ella posee para demostrar viejas y
antiguas teorías, o bien colaborar con el pensamiento de las nuevas generaciones,
que necesitaban el apoyo y el estímulo de organizaciones internacionales, a pesar
de que la Tierra como elemento Natural es uno solo.
Debo
decir que estos estudios continúan y sus conclusiones han servido para seguir
con las investigaciones espaciales y así poder encontrar respuestas a las miles
de interrogantes que han dejado miles de científicos y muchas de ellas ya han
tenido éxito y otras han sido ya dejadas, por carecer de valor científico.
La
Masonería, desde sus albores, ha dado gran importancia a nuestra ubicación en
el concierto universal y de la estrecha relación que existe entre ellos y la
cultura y el progreso de la humanidad.
La
Orden, que es una escuela real, donde filosofía y ciencia van en el camino que
anhela verdades y trata de arrancar a la naturaleza las mejores lecciones.
De
ahí que las fiestas solsticiales encierran un inagotable caudal de sugerencias
y es su punto de mira: "una mejor comprensión del mundo que nos
rodea".
El
Solsticio de Invierno es el período en que el Sol se halla frente a uno de los
trópicos, es decir, sus rayos caen perpendicularmente al paralelo más lejano de
los viajes que lo distancia de la línea ecuatorial. Desde ese momento, regresan
los rayos solares para ir al paralelo opuesto del otro hemisferio. Este viaje
demora alrededor de 182 días, ya que nuestro planeta traza una senda eclíptica
alrededor del Sol durante un año.
La
Tierra tiene una inclinación de polo a polo y provoca, al trasladarse, los
solsticios y equinoccios, etapas que se notan bien en los hemisferios que
presentan mayor superficie a la luz solar.
El
Solsticio de Invierno o Hiemal corresponde al instante en que la Tierra
presenta el Trópico de Cáncer a los rayos solares que caen, como decía,
perpendicularmente. Por esta razón, en el hemisferio Sur, la luz solar se ve en
forma oblicua y de ahí que no es la distancia al Sol lo que produce mayor o menor
calor, sino la posición de la Tierra misma.
Este
ritmo, esta mecánica celeste, es maravillosa y perfecta
Los
Solsticios jamás pasaron inadvertidos en la antigüedad para el hombre de
ciencia.
Claro
está que todo este ritmo cambiante de la Tierra lo cubrieron con el cariz místico
y deformaron en gran parte la realidad física, que aún perdura en las masas
populares, que obran bajo el velo del dogmatismo y que enferman el espíritu del
pueblo con prejuicios convertidos en verdaderos tabúes y que, indirectamente,
dañan en parte el nuevo espíritu del avance científico de las generaciones.
El
Solsticio de Invierno, también es llamado San Juan de Invierno y de San Juan
Bautista (Diré que en nuestra ciudad se oye hablar de las antiguas influencias
de supersticiones populares y que ahora no sería del caso relatar).
Si
miramos con un espíritu literario filosófico el Solsticio ·de Invierno, podemos
observar que la naturaleza —con el alejamiento de sus rayos solares—, parece
muerta.
Árboles
secos, Campos yermos, avecillas ausentes de sus trinos, insectos aparentemente en
extermino, etc., etc., parece que se alejan del lado de la vida humana.
Todo
parece afectar. Incluso la historia nos muestra que el invierno derrota a los
más aguerridos soldados.
Diríase
que el invierno se torna en un paño negro de dolor y muerte. Pero no es así:
En
este período, la naturaleza se atesorara silenciosamente; el grano puesto por
la mano del hombre antes de llegar el crudo invierno se une en fraterno gestar
con la madre tierra; al árbol desnudo le levanta la savia que va a reventar en
brotes y frutos cuando llegue su hora; las lluvias devuelven generosa a la
tierra sus tesoros que le había arrebatado; el hombre continúa su progreso,
madura sus planes, acumula energías y traza nobles proyectos, la vida late
oculta en la entraña misma de la tierra.
El
invierno no es muerte ni descanso. Es el bullir sordo de expresivas actividades
y de bella preparación.
La
Masonería, al celebrar el Solsticio de Invierno, arranca a la naturaleza
positivas enseñanzas o, por lo menos, como buena educadora, nos invita a que
veamos sus misterios que aún mantiene y que el ser humano lentamente va
desentrañando y dentro de la Orden cada uno de nosotros vamos aprendiendo cada
Secreto que tiene nuestro Taller, ya que simbólicamente está representado el Universo
mismo y, ·de este modo, podamos contribuir al progreso y bienestar de la Orden
y de la humanidad.
D.
E. A. R.