número 44 (Año V, número 7) de Abril de 1940.
El artículo aquí expuesto es de Orison Swett Marden (1850-1924), estadounidense de nacimiento, escritor inspiracional de técnicas de éxito. Fundador del movimiento moderno del éxito en Norteamérica, quien tendió un puente entre las viejas y estrechas nociones del éxito y las nuevas.
Considero interesante como hace ya un siglo se comentan sistemas y modelos que están más vigentes que nunca hoy en día.
En este número de la revista ya mencionada, además publicó lo siguiente: ¿Qués la Rosa-Cruz? - Regenerando la raza - datos biográficos sobre el Dr. Ernesto Gómez Campusano (Zanoni) - la armonía del universo - El misterio de Isis - Deslumbramiento (poesía).
Que lo disfruten
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Es
fácil cambiar la índole de la mente, controlando habitualmente los pensamientos.
No hay ninguna razón para que dejemos vagar la imaginación y que se fije, al
acaso, en toda clase de asuntos. El YO, la
voluntad, o como llamamos a1 ser real, al que gobierna la mente, puede dominar
al pensamiento. Con un poco de práctica, podemos controlar y concentrar la mente
de una manera razonable a voluntad.
Por
eso la atención, controlada por la voluntad y dirigida por la razón y un recto criterio,
puede disciplinar hasta tal grado, la sensación y el pensamiento para dirigir
los altos ideales, hasta qua los pensamientos elevados lleguen a convertirse en
hábito. Entonces los pensamientos e ideales mezquinos serán despedidos de la mente
y el espíritu se mantendrá a muy alto nivel. Es sólo cuestión de disciplina.
Muchos
y muy variados son los métodos que han recomendado varios escritores para alcanzar
el deseado control del pensamiento; pero comparándolos tienen mucho do común, y
esa es la parte más sencilla y práctica. Las fórmulas más complicadas y
profundas, pueden dejarse para los que gusten de esta clase de ejercicios.
“No
es posible dar instrucciones bien explícitas a un norteamericano para ejecutar ciertas
prácticas hindúes”, porque las necesidades generales de la raza anglosajona, no
son manifiestamente las mismas que las de sus hermanos de piel oscura del
oriente; pero las grandes palabras “Concentración y meditación tienen tanta fuerza
y significación en occidente como en oriente.”
Para concentrarse en
un fin deseado, para ver con los ojos del entendimiento el premio como si ya
estuviera ganado, teniendo la conciencia entre tanto de que vamos acercándonos
cada vez más a exteriorización, es colocarnos de tal modo en relación con todo
o que puede ayudarnos para nuestros fines, que los obstáculos se desvanezcan
uno a uno y que lo que una vez nos pareció demasiado difícil para que fuerzas
humanas lo realizaran, aparezca como fácil y hasta sencillo. Lo primero, lo más
importante, es mantener a la vista la meta y no dejar que decaiga el interés o
que se borre la visión íntima.
“Una buena lección que
todos pueden practicar, es mantener callada una aspiración especial y realizarla
en nuestra mente con toda la intensidad de poder visual. Imagínate que estás
ocupando el lugar preciso en que más deseas estar; estar precisamente el
trabajo que tú más desearías llevar a cabo. Empleando un poco de celo perseverante
en este ejercicio, muy luego la mente lo cumplirá sin gran cansancio y gradualmente
se hará apta para comprender realizar lo que de otra manera sería irrealizable.
Nada hay en el universo entero que pueda sustituir al trabajo; no ni imagine,
pues, nadie que se pueda recomendar un estado de concentración inactiva,
soñolienta. La verdadera meditación no nos exime de hacer esfuerzos que es
menester emplear y cómo debe emplearse.”
“La atmósfera que nos
rodea, es un producto de nuestro pensamiento. Él la convierte en lo que es y
sólo el pensamiento puede cambiarla como quiera.” La atmósfera que indica una
vigorosa individualidad es universalmente reconocida como un producto de la
emanación invisible del pensamiento concentrado en una idea. Siendo tu
atmósfera un producto de tus pensamientos, recibe su fuerza y poder de la
energía creadora que le da la vida.”
“Nuestra posición,
pues, en cuanto se refiere al control, se reduce a esto: Si nos reconocemos
dueños de nuestro mecanismo mental, sabemos que podemos conservar nuestros
pensamientos y formar, así, nuestra atmósfera. Si, en silencio, diariamente,
nos mantenemos receptores del bien particular que más deseamos, abrimos el
camino para que se cree la atmósfera que buscamos. Debemos llegar a estas
sesiones en un estado lo más receptivo posible; pero sobre todo libre de toda
duda. Para muchos será bastante difícil aprender a mantenerse en actitud
receptiva. Los momentos empleados de esta manera, contribuirán más que a nada a
que te acerques al fin que te propones.”
Hablando especialmente
de los medios de controlar el pensamiento en beneficio del cuerpo, Carlos
Patterson dice: “Mantengamos clara y limpia la mente; llenémosla de sanos
pensamientos de vida, seamos bondadosos y caritativos en nuestros sentimientos
hacia los demás. No temamos a nada, sino que penetrémonos de que somos uno con
el Poder Universal, el poder que puede proveernos de todo lo que necesitamos;
que la salud, la fuerza y la felicidad nos pertenecen por legítimo derecho; que
ellas existen siempre poderosas en nuestro interior y que nuestros cuerpos
pueden darle expresión. Si asumimos esta disposición mental y persistimos en
ella firmemente, el cuerpo dará muy luego manifestaciones de salud y fuerza.”
Siguiendo estas varias
indicaciones conocidas experimentalmente por personas que las han vivido y que
las han observado en otras, no parece muy difícil levantar nuestro ideal de
vida forzando a penetrar en nuestro pensamiento lo más alto y a eliminar de él
lo más bajo.
Si te rodeas de una atmósfera positiva, es
decir, si alejas de tu mente todo lo negativo, lo que destruye, todos los
pensamientos que sugieren la discordia, las enfermedades, la desgracia y el
fracaso, y conservas en ella sólo las palabras y los pensamientos que crean,
que levantan, cambiarás pronto el carácter de tu alma entera, de tal manera que
aborrecerás a los enemigos del éxito y de la felicidad y los expulsarás de tu
mente en cuanto traten de penetrar en ella; darás abrigo únicamente a
pensamientos y palabras nobles, que alienten, que den luz y belleza e inspiren
y eleven.
Alienta
también el que algunos pensadores e investigadores hayan llegado hasta le
origen mismo de los enemigos del pensamiento y hayan así reducido su número.
“No
es preciso luchar con el pequeño ejército de las pasiones menores”, dice
Horacio Fletcher, “si concentras tus esfuerzos en contra de la ira y las preocupaciones, porque todas ellas son
hijas de estos padres. Combátelas con valentía; defiéndete heroicamente contra
ellas y tanto ellas como sus hijos huirán. Renunciando una vez a ellas
desaparecerá la capacidad de adoptarlas otra vez.”
En un libro publicado
más tarde, Mr. Fletcher llama a la ira y a las preocupaciones sólo formas del
miedo, y W. Atkinson dice también: “Las preocupaciones son hijas del miedo y
tienen mucho parecido con su padre. Trata a la familia del miedo como tratarías
a cualquier sabandija: Líbrate de las ya crecidas antes de que se les presente
la oportunidad de que se reproduzcan.”
Después de que ya hayamos
obtenido el poder de concentración, debemos cultivar esa perfecta serenidad y
confianza, a las cuales acompaña la alegría, la eficiencia, y que proporcionan
el resultado seguro de la felicidad y la prosperidad.
Practica las
siguientes sugestiones y desarrollarás el poder de tu voluntad: Mantén,
resuelta, persistente e inteligentemente una ambición de verdad, ejerciendo la
voluntad constantemente y con firmeza en las cosas elevadas, hermosas, las
ideas rectas, la salud, la paz, la verdad, el éxito, el altruismo, amistades
honorables y las instituciones más nobles de la época.
En tus relaciones con
las otras personas, mantén en tu atmósfera personal una perfecta y constante
calma, que no revele, ya sea en las ondas perturbadoras del éter o en
movimientos en que la subconsciencia de la otra persona reconozca como frialdad
u hostilidad sofocada, los esfuerzos que se hacen.
Evita toda agitación.
No levantes antagonismos.
No reveles a la
conciencia íntima de los demás, nada que pueda lastimar sus sentimientos.
Destierra los
sentimientos de desprecio o de burla.
No permitas que te
penetren pensamientos de ira o de irritación.
Destierra
absolutamente toda sensación de temor hacia las personas con quienes tratas.
Mantén una atmósfera
personal cargada con la fuerza dinámica de una expectación confiada.
O. S. Marden