A continuación una parte de una lección recibida hace algún tiempo por la "Orden del Temple Espiritual", con sede en Sevilla, España. Participe de sus enseñanzas durante algún tiempo (un poco más de un año), hace unos años atrás, y recibí la mejor de las impresiones respecto a su trabajo y, validez y profundidad de sus intenciones. El blog que actualmente manejan en la web es el siguiente, por si quieren leer más a este respecto, o bien entrar en contacto con ellos: http://elblogdelaordendeltemple.blogspot.com/
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LA ÚLTIMA CRUZADA
El Temple, llama a la lucha para salvar a la única obra maestra en peligro, que realmente merece ser salvada: el Hombre.
El Hombre y la Mujer, están atacados en su
integridad física, psíquica y espiritual. Sus famosos “derechos”, son
permanentemente escarnecidos por la sociedad y sus dirigentes, tanto en el
campo político como en el espiritual. ¿No es acaso el derecho principal el de
supervivir después de la vida, el de resucitar después de la muerte?. Si esto
es así (y así lo creemos), podemos comprobar, como todo está estructurado,
precisamente para impedir el disfrute de tal derecho.
En lugar de facilitar
la liberación de la persona, se hace todo para esclavizarla; en lugar de darle
las claves que le permitan realizarse plenamente, se le embrutece, se hace de
ella una maquina de consumir, suscitando constantemente nuevas y artificiales
necesidades, ahogando su espíritu con una desinformación delirante e insidiosa.
La Tierra entera, ser vivo, nuestro planeta
portador, está siendo saqueado, maltratado, polucionado, martirizado, a un
ritmo realmente estremecedor. Si el planeta muere, nosotros lo haremos con él,
privados de un hermoso mañana espiritual, porque nosotros somos de aquí, de la Tierra y no de otro lugar.
Todo está en todo y
todo está unido. No solamente la naturaleza recibe las heridas cada vez más
profundas y graves, sino que el mismo Plano Astral está también muy
polucionado, ya que recibe la proyección de todos los malos actos que se
cometen. Si éste Plano se llega a encontrar también muy corrompido, así como el éter que lo
aureola (y que los sabios no conocen, porque no pueden tocarlo ni medirlo de
forma concreta), la supervivencia y la desencarnación de los seres
espiritualmente forjados, estarán comprometidos.
He ahí, una razón
mayor, para que los Adeptos, los Iniciados y todos los creyentes, vengan de
donde vengan y sea cual sea su religión, se unan en lo básico de la cuestión y
coordinen sus esfuerzos en ésta última Cruzada, por la supervivencia y lo mejor
del hombre y la mujer.
LA VÍA TEMPLARIA
Así, la Vía
Templaria, se sitúa plenamente en el juego de la Tradición Universal,
que se abre sobre el presente y se proyecta al futuro.
El Temple de hoy, como
el de ayer, vive estrechamente con su tiempo, marchando en vanguardia. Toma
ciertas lecciones del pasado, pero en ningún caso se detiene a reconstruirlo ni
en su forma ni en sus figuras. El espíritu del Temple, no se encuentra en las
ruinas de los Castillos o sus Encomiendas. ¡¡ Está más allá, mas alto, en un
diapasón más elevado ¡¡.
La Vía Templaria, es la Iniciación por lo Alto,
con el descenso permanente del Espíritu. Pero ¡¡¡atención¡¡¡¡, cuidado con la contra-Iniciación. Más
que un error, ésta es una falta trágica, cuyo resultado es casi siempre la
perdición. La contra-Iniciación, es una Iniciación al revés, y es por ello que
es preciso desconfiar, de aquellos que ofrecen poderes sobrenaturales y de
quienes con técnicas dudosas, pretenden otorgar una “mágica potencia”, ya que
se trata inevitablemente de poderes que tienen su origen en lo más bajo, en la
materia y en los elementos.
Lo advertimos
lealmente: ES MUY PELIGROSO, querer manejar la potencia sin la Autoridad; el aprendiz
de brujo, acaba siempre devorado por las fuerzas que ha puesto en acción y que
no puede controlar.
El principio de la
verdadera Iniciación, es “que todo viene de lo Alto, y es preciso poseer lo
Alto para tener lo bajo”. Esta Iniciación, viene del Espíritu de quien es la Autoridad. Es una
vía seca, vertical, ígnea, que apunta directamente a “esenciar” en la
existencia, para existir en la esencia; dicho de otro modo, la fragua
espiritual, la condensación del espíritu, permitiendo llegar a una
supervivencia consciente desde ésta existencia, y la garantía de una
existencia individualizada en el mas allá.
La Iniciación Templaria es teúrgica, utilizando prioritariamente
la Metafísica
y la Alquimia,
pero también la Cábala
Solar y en parte la Astrología. Ello
requiere una escrupulosa y cuidada preparación, mediante la persistencia en el
esfuerzo, el trabajo y la acción. La verdadera Iniciación, no es accesible más
que a los hombres y mujeres liberados, aquellos que dominan plenamente sus
instintos, los que vencen siempre sobre sus pasiones.
Esta es la ruta que
siguen ardientemente los Caballeros y Amazonas Blancas del Grial. Así, la Caballería de la Tabla Redonda, que
fue también una manifestación Templaria, fue una búsqueda profunda del
Conocimiento, vinculado al Druidísmo. Y ésta tradición céltica, fue integrada
en el Temple por San Bernardo de Clairvaux, que fue llamado “el último druída”.
La búsqueda para el
Templario, es un camino de aventuras, de combate sobre los tres planos de
cuerpo, alma y espíritu; combate en el que deberá salir victorioso para acceder
al Grial del Conocimiento, la
Copa del Saber. He ahí el por qué de los tres votos
tradicionales, hoy reactualizados de pureza, humildad y desapego de lo
material, ya que éstas son cualidades indispensables para esa Búsqueda y su
culminación con la
Iniciación.
La Divisa de la Orden, condensada en el Non
Nobis (nada para nosotros), participa en éste espíritu. Igualmente decimos de
su Cruz esotérica, circundada por el Beaucens, el famoso estandarte de cuadros
blancos y negros, de profundo simbolismo.
En suma, podría decirse
de nuestra línea de acción, que se trata poco más o menos, de continuar la obra
emprendida por el Papa Juan XXIII, y por todos aquellos, ilustres o no, que le
siguieron en ésta vía de universalismo Templario.
Pero entonces, se nos
podría objetar, ¿por qué crear otra fuerza espiritual, en lugar de adherirse a
las que ya existen?, ¿no hay ya suficientes Iglesias y Organizaciones?.
Nosotros respondemos,
que la Orden
del Temple Espiritual, no es una nueva religión y que no intenta dispersar las
fuerzas existentes, sino por el contrario unirlas.
La Iglesia de Pedro, permanece siempre viva y
pertenece al Cristo, aunque algunas de sus formas de actuar son más que
discutibles. Es preciso comprender, que no se trata de echar el navío a pique,
ya amenazado por sus propias tormentas y las tempestades de los cismas, con la
vana esperanza de reconstruir otro, en el momento en que la humanidad, ya
carece del tiempo suficiente, porque las fechas están cercanas.
La Orden del Temple y el Temple Espiritual,
quieren ser la unidad, el punto de convergencia de todas las Iglesias Crísticas
y fuerzas Mariales dispersas por el mundo. Y el Temple tiene la fuerza; tiene
los medios y tiene la voluntad. Finalmente, no solo tiene el derecho, sino
también el deber.
El Temple, reunirá a
los miembros dispersos de la Iglesia Universal del Espíritu Santo, porque es
el “neutro” activo, el Alfa y el Omega de ésta aventura humana, a la vez
grandiosa e irrisoria, porque ha venido, en cada “pasaje” de la humanidad, a
vivir la “pasión” de la Tierra
en sus sucesivas mutaciones.
Tendrá éxito, porque la Orden no quiera nada para
sí, sino todo para la Gloria
de Dios; y una vez restaurada ésta unidad, finalizada su misión, se retirará
como siempre lo ha hecho, no para ser espectadores indiferentes, sino para
vivir cruelmente éste último “pasaje” del Ciclo, que será, no lo dudemos, un
tremendo holocausto.
Solamente tras mil
aventuras de todas clases, aparecerá finalmente el Grial; pero su venida ahora
está próxima y la enseñanza nos hace saber, que a fin de cuentas, la búsqueda
del hombre contemporáneo, es una historia que acaba bien.
En su resurgimiento, el
Temple está por tanto aquí, para hablarnos de fuego y de luz, y para poner en
guardia contra la peor falta que podría ser cometida, y que sería el pecado
contra el Espíritu: confundir el fuego de los hombres, el del átomo, con la Luz de Dios, la del Verbo.
N.N.D.
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