Esta publicación es el órgano oficial de la Gran Logia de Chile (R.E.A.A.) de Santiago.
A mi parecer, si bien es cierto es un enfoque plenamente masónico, es interesante observar como se puede aceptar para los tiempos actuales, a pesar de que ya ha pasodo medio siglo.
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La
Ciencia actual establece que en el Universo existen "constantes y
permanentes creaciones"; mundos que nacen en el momento que otros mueren
en interminables ciclos cósmicos. Las estrellas Novas, las gigantes azules, las
enanas blancas y todo ese maravilloso cortejo estelar que tachonan los espacios
siderales nos demuestran, palmariamente, que la organización de los sistemas
galácticos y solares responde a funciones propias de una estructura viva. Y,
así, como en nuestro cuerpo nacen y mueren millares de células para permitirnos
la vida que disfrutamos y podemos llegar a tener plena conciencia de lo que
acontece en toda la longitud y profundidad en que pueden aplicarse nuestros
actuales sentidos, se realiza lo propio en los espacios infinitos.
En
esta renovación constante y sistematizada de los organismos cósmicos se observa
que éstos son procesos determinados por ciertas leyes inmutables, que imprimen
los impulsos a los movimientos de ordenación, que le da la periodicidad a los
elementos constitutivos de la materia y un ritmo propio que individualiza las
especies, todo lo cual permite una perfecta armonía en la mecánica celeste,
como en los más insignificantes microcuerpos.
La
creación permanente en todos los estadios de los procesos cósmicos es la razón
excluyente de toda idea creacionista que tienda a identificar a la
manifestación objetiva como un acto providencial que se ejecute por una sola
vez en un determinado tiempo cronológico.
Esta
última y falsa premisa sustentada por la Iglesia y sus panegiristas, dejan de
manifiesto que, en un momento señalado, todo el Universo volverá al caos
primordial, lo cual constituye una flagrante negación a la realidad objetiva y
de todos los fenómenos que se pueden comprobar por medio de los instrumentos
que dispone en la actualidad, la ciencia contemporánea.
Por
otra parte, los racionalistas “químicamente puros” afirman que lo único
permanente en el drama humano que vivimos, son los valores del espíritu, los
cuales pueden estimarse como simples productos sublimales de la materia.
Sobre
este particular, tenemos que observar que toda permanencia, donde jueguen los
factores de tiempo y espacio, no puede construirse con materiales fungibles,
sino con aquellos que presenten, como propia, la cualidad de temporalidad y
espacialidad incorporadas a su propia esencia; es decir: lo perecedero genera
únicamente lo perecedero como es, en su integridad, nuestra estructura
psicosomática; y lo que es permanente, da origen a lo permanente, como son los
valores espirituales que surgen de nuestra existencia finita, en la cual se
manifiestan dichos valores en un proceso de desarrollo cósmico.
Por
lo general, los valores del espíritu más que manifestaciones cualitativas de
bondad o virtud, las cuales también se presentan con ciertas limitaciones en
les animales superiores, que se adscriben al campo psíquico-mental de las
especies animadas, se objetivan en su plenitud, en el sentido creador del sujeto.
De esta manera, florecen los supremos valores del espíritu, exclusivamente en
los ejemplares más evolucionados de la especie humana.
Inteligencia,
memoria, sacrificio, lealtad, fidelidad, mansedumbre, abnegación y otras cualidades
abstractas no son patrimonio propio del Hombre, pues muchos animales presentan
estas características y algunos de ellos, son los símbolos representativos
vivientes de ellas. (Debemos reconocer que, en algunas circunstancias, estas
cualidades son más acendradas y pueden llegar a los estados más heroicos en los
animales domésticos).
No
obstante, estas “virtudes y bondades”, · en ningún ser viviente, excepto el
Hombre, se manifiestan las funciones creadoras, pues los animales, carentes de
lenguaje apropiado, quedan encuadrados en un patrón rígido, cuyos márgenes no
pueden traspasar, en ningún momento o circunstancia, y si algo extraordinario
podemos observar en algunos ejemplares aislados, es a instancias de las enseñanzas
que recibe del amo. Llegará, en muchos casos, a imitarlo; pero en ninguno logrará
superarlo, salvo estados psicopáticos.
Por
otra parte, el sentido creador del Hombre, no es un fenómeno esporádico ni se
concentra en un solo individuo, pues, la acción o el hecho de crear algo más allá
del contorno doméstico, responde a un complejo proceso de plasmación de una
necesidad cósmica de la especie, como cuerpo orgánico. En otras palabras, la
Humanidad imprime cierto impulso creador a sus “neuronas” cerebrales incorporadas
a la especie, requiriendo de ellas la plasmación de algún medio, artefacto,
dispositivo, máquina, sistema, método o planificación a desarrollar, que le
permita aligerar el esfuerzo físico y le otorgue mayores comodidades, confort y
bienestar en el terreno material y una gradación más en la escala de la expansión
espiritual.
Si
consideramos a la especie humana como “un cuerpo cósmico estructurado”, vale
decir, un cuerpo orgánico como el nuestro, que tiene apetitos, pasiones,
sentimientos y necesidades, llegaremos a la conclusión de que descubrimientos,
invenciones, creaciones, sistemas, métodos y planificaciones son frutos o
productos de un requerimiento tácito de la estructura orgánica de la Humanidad
y que se manifiesta en forma amplia y concreta en sus células capaces de
realizar estos cometidos.
Considerando
estas expectativas para la especie humana, nos es dable testificar que los
mayores descubrimientos, inventos y sistemas de convivencia social que han señalado
rutas a la Humanidad, —el transporte a ruedas, la navegación a vapor, el
telégrafo, el teléfono, la radiotelefonía, la televisión, la navegación interplanetaria
y otros que se orientan a acortar las distancias y establecer la integración de
la Humanidad—, no son el producto de la inventiva o investigación de un hombre o
de determinados grupos de hombres, sino es un fenómeno natural que se
manifiesta en diversas partes del planeta con características similares, aun
con diferentes modalidades de vida, idiomas, culturas, etc. Lo mismo podemos considerar
la confección de armas de exterminio, lo cual hace imposible su aplicación en
nuestros días, pues ninguna potencia puede detentar el absoluto predominio de
los frutos y creaciones que fluyen del cerebro humano, ya que responden todos a
una misma estructura orgánica.
En
estas condiciones, ¿podemos considerar que un sabio ha imitado groseramente a otro?
¿Es posible motejar de plagiario, o falta de originalidad, a algún científico, artista
o artesano que realice, en diferentes latitudes, labores paralelas, con algún
otro, aunque sus resultados finales sean semejantes?
Debemos
responder categóricamente que no, pues individuos y grupos científicos, culturales
y artísticos reciben, por decirlo así, un mismo “llamado” superior, que los
insta a desarrollar “independientemente” ciertas ponencias de un determinado
Plan, tendiente a brindarles nuevas conquistas a nuestra especie en su ritmo
incesante de evolución creadora.
Es
curioso e interesante hacer notar que los inventos, particularmente los
destinados a estrechar las distancias del planeta y del espacio, tiendan a
unificar solidariamente a la Humanidad y surjan, simultáneamente, en los vórtices
científicos más apartados unos de otros, y aun completamente divergentes en sus
estructuras socio-económicas.
Ningún
invento o descubrimiento puede considerarse, en forma alguna, como esporádico o
circunstancial, pues todos “obedecen” inconscientemente a una necesidad de
nuestra especie en la suprema lucha por su integración.
A
la idea o el pensamiento, que, en esencia no son otra cosa que energía
vibratoria, orientada, con un determinado fin, les es posible penetrar
imperceptiblemente por todos los ámbitos del planeta de acuerdo con la "intensión"
impulsora. Tampoco se le puede considerar como una fuerza desvaneciente que se
pierde en los espacios. Muy por el contrario, es “algo” que tiene vida y potencia,
y que adquiere mayor intensidad en relación a los aportes individuales que, a
su vez, reciba; que capitaliza, permitiendo, en el proceso de madurez
estructural, las más grandiosas concepciones, especialmente en los centros
donde pueden ser captadas estas ondas emitidas de las “Broadcastings” vivientes
de la especie humana. Esta energía vibratoria, concreta los sentidos, anhelos y
necesidades de la especie y tiene la facultad de despertar a muchas
individualidades del letargo en que se encontraban postradas.
El
pensamiento que fluye espontáneo del Hombre que se identifica, como parte
integrante de la estructura orgánica de su especie o, en otras palabras, “aquel”
que ha recibido la Iniciación, instado por su Amor al Prójimo como a sí mismo, aun
cuando su acción sea débil o pasiva en el campo de las concreciones, surca todos
los espacios, penetra en las fortalezas más sólidas y derrumba las Bastillas más
herméticas. El factor tiempo, Gran Maestro del Devenir histórico, es su mejor
aliado... Y no es aventurado pensar que los impulsos vibratorios de la Energía
Creadora que no han hecho impacto en una época determinada, lo harán en la
siguiente o en las venideras; pero siempre como un decisivo factor de progreso en
la estructura material de la especie humana y en la liberación espiritual de
sus exponentes más evolucionados.
Este
portentoso fenómeno que sólo podemos apreciarlo fragmentariamente, la ciencia
actual recién lo empieza a vislumbrar, —y al que, por carecer de un vocablo
adecuado, llamaremos telepsiquia—, va adquiriendo mayor potencia al irse
integrando en cada uno de los miembros que forman la familia humana.
Un
hecho notable que confirma lo precedente, es aquel que ocurrió hace escasos decenios,
cuando un hombre débil y esmirriado, predicó la resistencia pasiva para liberar
a una sexta parte de la Humanidad... Y su idea magnifica, potenciada por la Energía
Creadora, venció pacíficamente al poderío bélico del que fuera el más grande
imperio contemporáneo.
En
consecuencia lo que se ha expuesto trae, como corolario, el que la idea o
pensamiento (logos, verbo, o razón discursiva) orientado en una finalidad
trascendente de bien a la Humanidad, es más poderoso que todas las fuerzas
artificiales mancomunadas para acallarlo o desvirtuarlo.
No
obstante, muchos procesos cósmicos (de ordenamiento) pueden diferirse o
demorarse, principalmente por falta de madurez ambiental; pero, finalmente, se
realizan pasivamente cuando no se le ponen obstáculos y, “violentamente”, en el
momento que tienen que vencer diques, barreras y obstáculos psicológicos
interesados que traten de detener su marcha evolutiva.
La
Idea o Pensamiento surgido del cerebro humano, como la suprema manifestación objetiva
de la ENERGIA CREADORA es, en esencia y potencia, la HERRAMIENTA CÓSMICA, por
excelencia, con la cual ha sido posible estructurar los universos,
arquitecturar las especies y realizar, posteriormente, los descubrimientos e
invenciones que sean requeridos por la Especie Humana, en su incansable labor
de unificación.
El
hombre considerado como simple individualidad, no puede desarrollar la potencia
creadora, que está incorporada a él, en toda su amplitud, por las razones
expuestas precedentemente.
A
estas razones debemos agregar que el drama cósmico que vivimos y presenciamos, es
una continua “DACIÓN Y RECEPCIÓN DE FUERZAS”, y es lógico asegurar que un mayor
número de individualidades que se sumen a estos cometidos, aumentara la
POTENCIALIDAD REALIZADORA y le permitirá adquirir una mayor frecuencia. En
consecuencia, fluirá con mayor intensidad la ENERGÍA CREADORA, de modo que si
queremos dar mucho, tenemos que congregarnos numerosos individuos cada vez en
mayor cantidad. De este modo serán más fuertes y numerosos los frutos que se
obtengan. Tal cual ocurre en la Cadena de Unión donde nuestras energías se
unifican pasando de Hermano a Hermano, aumentando considerablemente las
propias.
La
Cadena de Unión dramatiza este proceso de ordenamiento, y si nuestra Augusta Orden
ha salido airosa y fortalecida de los enconados ataques que le infieren los que
se erigen como sus gratuitos detractores, ha sido particularmente por ese
Cuerpo Espiritual estructurado por la Energía Creadora que se forma al
finalizar las labores de Logia, que permite potenciar a la Orden y cada uno de
sus integrantes de una FUERZA gigantesca, capaz de resistir los mayores embates
que les pueda presentar otras organizaciones subalternas, carentes en absoluto,
de estas Energías Espirituales, que son las únicas generadoras del pensamiento
liberador, de audaces invenciones y constante orientadora de la evolución
creatriz.
El
Hombre, como DÍNAMO VIVIENTE, agrupado, por afinidad espiritual, en fraternidades
solidarias, cuya orientación doctrinaria es la consecución de elevados fines
que dignifiquen la personalidad humana, multiplica sus Energías Creadoras que
iluminan su entendimiento, entrega y recibe de sus Hermanos importantes aportes
energéticos y se convierte en la vida profana en un indiscutible baluarte de la
vanguardia del progreso y en la perfección de la Humanidad.
Nuestro
Ritual y Ceremonial nos lleva consciente o inconscientemente a estos cometidos,
pues la gimnasia masónica, exenta de
dogmas, fanatismos y supercherías, nos condiciona, en forma conveniente, para
que nuestra eficiencia sea más positiva y eficaz en los campos mentales y
espirituales, tendientes a lograr para el Hombre el lugar que le corresponde en
este drama en que hemos sido los autores, somos los actores, hacemos de críticos
e integramos al público a la vez.
Aunar
nuestras Energías Creadoras, estructurar nuestras ideas y pensamientos hacia el
supremo objetivo de liberación, polarizar nuestras fuerzas en el sentimiento indiscriminado
del progreso y bienestar de la Humanidad, construir arquitectónicamente las
bases de un nuevo mundo fundamentado en la justicia y la equidad, cimentar la igualdad
de derechos y deberes, sembrar la verdadera y solidaria fraternidad entre los pueblos,
es, en resumen, aprovechar integralmente nuestras ENERGÍAS CREADORAS puestas a.
nuestro servicio y elevarnos del nivel terráqueo de seres marginados por los espacios
y los tiempos, y podamos ostentar con dignidad los supremos atributos que emergen
de nuestra personalidad.
Sobre
este planteamiento, no cabe ninguna alternativa, o somos sumisos y resignados
dependientes de las deidades de confección doméstica al igual que los hombres
primitivos, o constituimos, como ESPECIE, los SUPREMOS PRINCIPIOS ORDENADORES DEL
COSMOS, y la ENERGÍA CREADORA que se evidencia en nosotros mismos y tiene una
permanencia más allá de los espacios y los tiempos. Y si nuestro planeta
Tierra, en que circunstancialmente desarrollamos nuestra existencia, se nos
hace inconfortable por motivos ajenos al nuestra voluntad o debe de integrarse
a la pléyade de los organismos maduros y anquilosados y se convierten en una “enana
blanca”, tenemos la suficiente capacidad para crear una perfecta técnica
espacial, como ya estamos viendo en sus inicios, para emigrar a otros planetas,
o sistemas planetarios, donde podamos desarrollar, en mejores condiciones,
nuestra existencia y mantengamos incólume nuestro “cetro”, como los únicos
rectores del acontecer universal.
En
consecuencia, la ENERGÍA CREADORA DEL COSMOS, que subyace “aletargada” en nuestro
Templo interno, nos libera de la triste condición de considerarnos “viles gusanos
de la tierra” y obligarnos a depender de entidades imaginarias, que nos
trasladarán muellemente a fantásticos paraísos o arrojarán a tenebrosos
infiernos, pues, nuestros potenciales energéticos HAN SIDO, SON Y SERÁN los
decidores indiscutibles e insustituibles de los destinos del UNIVERSO y, en
esta calidad y cualidad, debemos “guiar nuestros pasos con la regularidad del
Compás” dejando, en el desván de las cosas olvidadas, cualquier “complejo de
inferioridad cósmica” que se mantuviere latente o se hubiera infiltrado en nuestro
campo mental y que, como verdaderos Iniciados, tenemos el imperativo de
rechazarlo violentamente.
Como
Francmasones libres y especulativos, nos concierne emplear nuestra ENERGÍA
CREADORA, que surge espontáneamente en el espíritu, que florece en nuestras Logias,
en beneficio directo de la PERFECCIÓN DE LA HUMANIDAD y. con la ayuda de esta
herramienta magistral, superar todos los obstáculos que se opongan al progreso
y al bienestar a que tienen derecho todos los seres humanos, cuyo patrimonio y heredad
es el UNIVERSO ENTERO.