martes, 31 de octubre de 2017

CRISTIANISMO ESOTÉRICO

El texto que publico a continuación pertenece a una enseñanza que fue entregada a mediados del
siglo XX en el Grupo Martinista Bethel, en Chile, y correspondería a archivos de la venerable Orden Martinista y a las enseñanzas Rosa Cruces.

Entre líneas se encuentra un profundo mensaje, el cual se iba esclareciendo y profundizando a medida que se avanzaba en las enseñanzas al interior del Templo...

Que lo disfruten.

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La verdadera historia de la vida de Jesús de Nazaret jamás ha sido relatada abiertamente al mundo, ya sea en los evangelios o en los apócrifos, a pesar que en algunos antiguos documentos relacionados con el  Cristianismo primitivo podemos datos muy interesantes y muy esclarecedores, escritos por los padres de la Iglesia anteriores al Concilio de Nicea (325). Los hechos referentes a la identidad y a la misión de Jesús el Cristo están entre los inapreciables misterios preservados en los archivos secretos en las Casas de los Hermanos. Una parte de la extraña historia les fue confiada a algunos de los Caballeros Templarios que representaban el Círculo Interno de esta Orden y que fueron iniciados en las doctrinas y rituales de los Drusos, Nazarenos, Esenios, Joanitas y otras sectas que aún se perpetúan en las remotas e inaccesibles soledades de Tierra Santa. El conocimiento que tenían los templarios, referente a la primitiva historia del Cristianismo fue, sin duda, una de las principales razones para su persecución y aniquilamiento final. Los escritos de los primeros padres de la Iglesia  presentan discrepancias irreconciliables y ponen en evidencia que aún dentro de los primeros cinco siglos después de Cristo, estos hombres doctos no tenían por base de sus escritos algo un poco más substancial que el folklore y relatos conservados de oídas. Para los creyentes fáciles todo es posible y para ellos no se plantea ningún problema. La persona que no es emotiva y que busca afirmarse en los hechos, sin embargo, es confrontada por un conjunto de problemas que conectan elementos inciertos, de los cuales los siguientes son típicos:
De acuerdo con una concepción peculiar, Jesús fue crucificado en el trigésimo tercer año de su vida y en el tercer año de su ministerio, a contar de su bautismo. Alrededor del año  180 de la era cristiana, San Irineo, obispo de Lyon, uno de los más eminentes teólogos anteriores al Concilio de Nicea (325), escribió una obra titulada “En contra de las Herejías”, la cual constituía un ataque en contra de las doctrinas de los gnósticos. En esta obra Irineo declaraba, fundamentándose en la autoridad de los Apóstoles mismos, que Jesús vivió hasta una edad avanzada. Dice Irineo textualmente: “Ellos, sin embargo, a fin de poder establecer una falsa opinión con respecto a lo que está escrito, para proclamar el año aceptable en que comienza la era cristiana, mantienen que predicó durante un año solamente y luego sufrió el calvario en el duodécimo mes. (Al hablar así), olvidan, para su propia desventaja y destruyen todo su trabajo y le hurtan de esa edad que es más necesaria y más honorable que cualquier otra; porque esa edad más avanzada significó aquella durante la cual también como instructor Él sobrepasó a todos los demás. ¿Cómo es posible que haya tenido discípulos si no enseñara? ¿Y cómo puede haber enseñado a menos de haber alcanzado la edad de un Maestro? Porque cuando fue bautizado aún no completaba su trigésimo año, sino que recién comenzaba a vivir su trigésimo año (es por esto que Lucas que menciona su edad dice: «Jesús  estaba como si fuera, comenzando a tener treinta años, cuando vino para recibir el bautismo»; y (de acuerdo a estos hombres) predicó sólo un año a partir del bautismo. Al completar su trigésimo año sufrió, siendo muy joven, y no habiendo alcanzado una edad avanzada. Ahora bien que la primera fase de su vida abarca treinta años todos lo admiten; pero, desde el cuadragésimo al quincuagésimo el hombre comienza a declinar y a encaminarse hacia la vejez y que nuestro Señor poseía esa edad mientras aún desempañaba el oficio de Maestro, lo testifican el evangelio y todos los ancianos; aquellos que en Asia estaban relacionados con Juan, discípulo del Señor (sostienen) que Juan les trasmitió esa información y que Él permaneció entre ellos hasta la época de Trajano. Algunos de estos discípulos contemplaron no solamente  a Juan, sino también a los otros Apóstoles y escucharon de ellos el mismo relato y atestiguan (la validez) de este hecho. ¿A quién debes creer entonces? ¿A Ptolomeus, que jamás vio a los Apóstoles, ni siquiera en sueños?”
Comentando el pasaje anterior, Godfrey Higgins señala que afortunadamente escapó de las manos de aquellos destructores que habían intentado transformar los Evangelios en relaciones en armonía con los hechos según ellos los aceptaban. También señala que la doctrina de la crucifixión fue una VEXATA QUESTIO entre los Cristianos, aun durante el siglo II. “La evidencia de Irineo, dice, no puede ser controvertida”.

Debe observarse por otra parte, que Irineo esgrimió este argumento para contradecir otro que en apariencia era corriente en su tiempo, que el ministerio de Jesús no duró sino un año. De todos los primeros padres, Irineo, que escribió ochenta años después de la muerte de Juan el Evangelista, debe haber contado con una información razonable y segura. Si los discípulos mismos relataron que Jesús vivió corporalmente hasta una edad avanzada, ¿por qué el misterioso número 33 aparece relacionado con la duración de su vida?  Lo que ocurrió es que los incidentes de la vida de Jesús intencionalmente fueron alterados de manera que sus actos armonizaron más completamente con el modelo establecido por los numerosos salvadores que le precedieron. Es evidente que esta analogías fueron reconocidas y usadas como recurso y medio para convertir a los griegos y romanos, lo que se desprende de la lectura cuidadosa de las obras de Justino Mártir, otra autoridad que vivió en el siglo segundo. En su “Apología”, Justino se dirige de esta manera a los paganos: “Y cuando decimos también que la Palabra, que es el primer nacido de Dios, fue generado sin unión sexual y que nuestro Señor Jesús Cristo, nuestro Maestro, fue crucificado y murió, resucitó y ascendió al cielo, no proponemos nada diferente a lo que vosotros creéis con respecto a los que estimáis Hijos de Júpiter. Y así aseguramos que la Palabra de Dios nació de Dios en una peculiar manera, diferente de la generación ordinaria. Permitidme que os diga, como ya lo dije antes, que no es algo extraordinario para vosotros, puesto que afirmáis que Mercurio es la palabra angélica de Dio, pero si alguien objetara que fue crucificado, en esto también está a la par con aquellos que reputáis Hijos de Júpiter y que sufrieron en la forma que ya hemos enumerado.”
De todo esto resulta evidente que los primeros misioneros de la Iglesia Cristiana estaban deseosos de admitir la similitud entre su fe y la de los paganos, pues estaban destinados a ser sus sucesores en los siglos siguientes. En un esfuerzo para resolver algunos de los problemas que surgen de cualquier intento para trazar una cronología precisa de la vida de Jesús, se ha sugerido que puede haber vivido en Siria en la época en que vivieron dos o más instructores religiosos que tenían el nombre de Jesús, Ihoshua, o bien Ioshua y que la vida de estos hombres puede ser confundida en los evangelios. En su obra “Secrets Sects of Syria and the Lebanon”, Bernard  H. Springett, un autor masónico, cita de un antiguo libro cuyo nombre no tenía libertad para revelar a causa de su conexión con el ritual de una secta. La última parte de su cita se relaciona con el tema que estamos tratando: “Pero, Jehovah hizo prosperar la semilla de los Esenios, en santidad y amor, por muchas generaciones. Luego vino el jefe de los ángeles, de acuerdo con la orden de Dios, para levantar un heredero a la voz de Jehovah. Y en cuatro generaciones más nació un heredero que fue llamado JOSHUA, hijo de José y Mara, devotos adoradores de Jehovah, quienes vivían apartados de todo otro pueblo que no fueran los Esenios. Y este Joshua, en Nazareth restableció a Jehovah y restauró muchos de los ritos y ceremonias que estaban olvidados. En el trigésimo sexto año de su vida fue condenado a muerte en Jerusalén.”
En el último siglo se publicaron varios libros para suplementar las descripciones incompletas de los evangelios acerca del ministerio de Jesús. En algunos casos pretenden complementar la historia de su vida con antiguos manuscritos recientemente descubiertos. En otros casos se fundamentan en una directa revelación espiritual. Algunas de estas obras son plausibles pero algunas son increíbles. Existen rumores persistentes que Jesús estudió tanto en Grecia como en la India y que en esta incluso se acuñó una moneda en su honor en el siglo I, la cual fue descubierta. Se sabe, por otra parte, que en el Tíbet existen archivos cristianos y que los monjes budistas de un monasterio de Ceilán aún conservan archivos que indican que Jesús permaneció con ellos quedando muy versado en sus doctrinas filosóficas.
A pesar que los primeros cristianos evidencian haber experimentado influencias orientales, la iglesia moderna se rehúsa a discutir este tema.  Si se llegara a establecer fuera de dudas que Jesús fue un Iniciado de los Misterios paganos de Grecia y Asia, el efecto que tal hecho produciría en los miembros del credo cristiano sería semejante a un cataclismo. Si Jesús fue Dios encarnado, según fue promulgado en los Concilios de la Iglesia, ¿por qué en el Nuevo Testamento se hace referencia a él como “llamado de Dios como alto sacerdote según el Orden de Melchisedek”?   Las palabras “según el orden”, hacen a Jesús miembro de una línea u orden de sucesión, lo cual significa que debe haber habido otros de igual o aún superior dignidad. Si los “Melchisedeks” fueran los gobernadores divinos o sacerdotales de las naciones de la tierra antes de la inauguración del sistema de los gobernantes temporales, entonces, la anunciación atribuida a  Pablo indicaría que Jesús fue unos de estos “filósofos elegidos” o que intentó restablecer dicho sistema de gobierno. Debemos recordar que Melchisedek también realizó la misma ceremonia de beber el vino y partir el pan, al igual que lo hizo Jesús en la última cena. George Faber sostiene que el nombre original de Jesús fue JESCHUA HAMMASSHIA. Godfrey Higgins, descubrió dos referencias, una en el MIDRASH  JOHELETH y la otra en el ABODAZARA (antiguos comentarios hebreos de las Escrituras), en el sentido de que el apellido de la familia de José era PANTERA, pues en ambas obras se dice que un hombre fue llamado “con el nombre de Jesús ben Pantera”. El nombre Pantera sugiere una directa conexión entre Jesús y Baco, quien fue alimentado por las panteras y a veces se le figura cabalgando sobre una pantera o bien sobre un carro tirado por estos animales. La piel de pantera era una vestidura sagrada en ciertas ceremonias iniciáticas del Egipto. El monograma IHS, que hoy se interpreta como IESUS HOMINUM SALVATOR (Jesús Salvador de los Hombres) insinúa otra conexión directa ante los ritos cristianos y los ritos báquicos. IHS se deriva del griego, cuyo valor numérico (608) es emblema del sol y constituía en nombre sagrado y oculto de Baco.[1] . Se plantea en consecuencia el problema de determinar si la antigua cristiandad romana estuvo confundida con la adoración a Baco, dado el aparente paralelismo que existe entre los sistemas religiosos. Si se encontrara una solución afirmativa a este problema, muchos enigmas, hasta aquí incomprensibles, del Nuevo Testamento, quedarían resueltos.
No es improbable que Jesús originalmente haya recurrido a las alegorías para explicar fenómenos cósmicos, los que posteriormente fueron confundidos con su propia vida. Es incontrovertible que el CHRISTOS representa el PODER SOLAR, reverenciado por todas las naciones de la antigüedad. Si Jesús reveló la naturaleza y la finalidad de este Poder Solar bajo el nombre y personalidad de CHRISTOS, dado consecuencialmente a este Poder Abstracto los atributos de un Dios-Hombre, con ello no hizo sino continuar enseñando una doctrina invariablemente sustentada por los anteriores Maestros del mundo. Este Dios-Hombre, dotado de esta manera, con todos los atributos de la Divinidad, alude a la Deidad latente en cada hombre. El hombre mortal alcanza la deificación solamente a través de la armonización con este Ser Divino. La unión con el Ser Inmortal constituye la inmortalidad y quien encuentra su verdadero Ser, obtiene en consecuencia, la salvación. Este CHRISTOS u Hombre Divino en el hombre, constituye la real esperanza de salvación del ser humano, porque es el viviente MEDIADOR entre la Deidad Abstracta y la humanidad mortal. Como Atys, Adonis, Baco y Orfeo, que con toda probabilidad fueron originalmente hombres iluminados que más tarde fueron confundidos con los personajes simbólicos que ellos crearon como personificaciones de este Poder Divino, de la misma manera, podemos afirmar, Jesús fue confundido con el CHRISTOS o Dios-Hombre, cuyas maravillas predicó. Puesto que el CHRISTOS es el Dios-Hombre aprisionado en cada creatura, el primer deber del iniciado era y es liberar u obtener la “resurrección” de este Eterno Uno dentro de sí mismo. Quien lograba alcanzar la unión o reunión con el CHRISTOS era denominado, en consecuencia, CHRISTIANO o un hombre CRISTIANIZADO.
Una de las doctrinas más profundas de los filósofos paganos se refería al Dios Salvador Universal, quien levantaba las almas de los hombres regenerados a través de su propia naturaleza. Fue incuestionablemente este concepto el que inspiró las palabras atribuidas a Jesús: “Yo soy el Sendero, la Verdad y la Vida; ningún hombre viene al Padre sino por mí”. En un esfuerzo para hacer a Jesús y el CHRISTOS una sola persona, los escritores refundieron una doctrina que debe ser resuelta en sus elementos originales; de esta manera, el significado íntimo del cristianismo puede ser nuevamente descubierto. En los evangelios, las narraciones acerca del CHRISTOS representan al hombre perfecto que, habiendo pasado a través de las fases del “Misterio del Mundo”, simbolizado por sus 33 años, asciende a la esfera celeste donde se reúne con el Padre Eterno. La historia de Jesús es, como ahora se preserva, al igual que la masónica de Hiram Abiff, parte de un ritual secreto de Iniciación que pertenece a los antiguos Misterios  Cristianos y Paganos.
Durante los siglos precisamente anteriores al Cristianismo los secretos de los Misterios Paganos lentamente habían caído en manos de los profanos. Para el estudiante de las religiones comparadas resulta evidente que estos secreto, reunidos por un pequeño grupo de filósofos y místicos, fueron recubiertos con nuevas vestiduras simbólicas y de esta manera fueron conservados por varios siglos bajo el nombre de Cristianismo Místico o Cristianismo Esotérico. Se supone generalmente que fueron los Esenios los custodios de estos conocimientos. En realidad, fueron ellos los educadores e Iniciadores de Jesús. Por esto no nos puede extrañar que Jesús fuera Iniciado en el mismo Templo de Melchisedek, donde Pitágoras había estudiado seis siglos antes.
Los Esenios, la más importante de las antiguas sectas de Siria, era una Orden formada por hombres y mujeres piadosos que vivían ascéticamente, dedicando sus días al trabajo en oficios sencillos y honorables, y la tarde a la oración. Josefo, el gran historiador judío, se refiere a estos iniciados en los términos más elevados: “Enseñan la inmortalidad del alma, dicen que las recompensas que se derivan de la rectitud deben ser buscadas interiormente.” En otra parte añade: “Sin embargo, su comportamiento en la vida es mejor que el de los otros hombres y son completamente adictos al matrimonio”. Se supone que el nombre Esenio deriva de una antigua palabra siria que significa “médico”, pues se cree que la única finalidad de estos seres bondadosos era sanar las enfermedades de la mente, del alma y del cuerpo. De acuerdo con Edouard Schuré, tuvieron dos comunidades o centros principales, uno en Egipto, en las riberas del lago Meris y el otro en Palestina, cerca del Mar Muerto. Algunas autoridades trazan el origen de los Esenios hasta la Escuela de Samuel el Profeta, pero la mayoría está de acuerdo en su origen egipcio u oriental. Sus métodos de oración, meditación y ayuno no eran diferentes del de los hombres santos del lejano oriente. Sólo era posible ingresar como miembro de la Orden Esenia después de un año de probación. Esta Escuela de Misterios, al igual que muchas otras, tenía tres grados y únicamente unos pocos lograban con éxito por esta jerarquía. Los Esenios estaban divididos en dos comunidades diferentes, la de los célibes y la de los casados.
Los Esenios jamás practicaron el comercio ni participaron en la vida comercial de las ciudades, sino que se dedicaban a la agricultura y a la crianza de ovejas para aprovechar su lana; de igual manera practicaron los oficios de alfareros y carpinteros. En los Evangelios y en los Apócrifos, José, el padre de Jesús, es descrito como carpintero y alfarero. En el Evangelio Apócrifo de Tomás y en el pseudo-Mateo, el niño Jesús es mencionado haciendo figuritas o gorriones de arcilla que luego vivían y emprendían el vuelo cuando golpeaba sus manos. Se consideraba a los Esenios entre las personas más educadas de entre los judíos y se refiere que generalmente eran escogidos como tutores y maestros d los hijos de los oficiales  romanos destacados  en Siria. La circunstancia de que tantos artífices figuraran entre los miembros de la comunidad Esenia es responsable de que se les considere como os progenitores de la Francmasonería moderna. Los símbolos de los Esenios incluyen numerosas herramientas de construcción y secretamente se dedicaban a la construcción de un Templo Espiritual y filosófico para que sirviera de morada al viviente Dios.
Al igual que los Gnósticos, los Esenios eran emanantistas. Uno de sus principales temas de estudio era la interpretación de la Ley Mosaica de acuerdo con ciertas secretas claves espirituales preservadas en la Orden desde su fundación. De esto se desprende que los Esenios fueron Quabalistas y que, al igual que otras sectas que florecieron en Siria en esa época, esperaban el advenimiento de un Mesías prometido por las antiguas escrituras bíblicas. José y María, padres de Jesús, se cree que fueron miembros de la Comunidad Esenia. José tenía mucha mayor edad que María. De acuerdo con el Protoevangelio, María era una viuda con hijos mayores y el Evangelio del pseudo-Mateo  se refiere a ella como una muchachita menor aún que su nieto. En su infancia, María fue dedicada al Señor y los Evangelios Apócrifos incluyen relatos asociados con su niñez. Cuando tenía doce años los sacerdotes celebraron un consejo para preocuparse del futuro de esta niña que se había consagrado al Señor y el sumo sacerdote hebreo, llevando el Pectoral entró en el Santo de los Santos, donde se le apareció un Ángel, diciéndole: “Zacarías, anda y haz comparecer a los viudos del pueblo y que cada uno tome una varillita y será María la esposa de aquel a quien el Señor muestre un signo. José compareció ante los sacerdotes a la cabeza de los viudos, José recogió las varillas e los demás viudos, entregándoselas a los sacerdotes. Pro, la varilla de José era la mitad más corta que las otras; sin embargo, los sacerdotes no prestaron atención a José sino que le dejaron permanecer detrás del Santo de los Santos. Cuando todos los viudos recibieron las varillitas, los sacerdotes esperaron que se produjera una señal del cielo, pero nada ocurrió, José, por lo avanzado de su edad, no trató de devolverla pues estimó inconcebible que fuera elegido. Pero, un Ángel se apareció ante el Sumo Sacerdote ordenándole recuperar la varita que permanecía ignorada en el Santo de los Santos. Cuando el Sumo Sacerdote la recibió, una blanca paloma surgió de un extremo y se posó sobre la cabeza del anciano carpintero y a él le fue confiada la niña y su futuro hijo.”
Los editores de los “Libros sagrados y Antigua Literatura del Oriente”, llaman la atención al espíritu peculiar con la cual se trata la niñez de Jesús en la mayoría de los libros apócrifos del Nuevo Testamento, especialmente en una obra atribuida al dudoso Tomás, que es la versión griega más antigua que se conoce, ya que data del año 200 después de Cristo. En esta versión el niño Jesús es presentado como un pícaro, maldiciendo y destruyendo a quienes le molestaban. Este evangelio apócrifo fue calculado para inspirar a sus lectores el temor y fue muy popular durante la Edad Media, ya que calzaba con el espíritu cruel y de persecución que animaba al cristianismo medieval. Como muchos otros antiguos libros sagrados, el libro de Tomás fue elaborado con dos finalidades: primero, para eclipsar a los paganos en la realización de milagros; segundo, para inspirar en los incrédulos paganos el “temor del Señor”. Los escritos apócrifos de esta clase no tienen asidero posible en la realidad. En una época los “milagros” del Cristianismo llegaron a constituir los relatos más abundantes. Los fenómenos sobrenaturales, en una edad crédula, estaban calculados para impresionar a los ignorantes; en este siglo sólo pueden ser considerados como destinados a producir una alienación en los inteligentes.
En el “Evangelio Griego de Nicodemo” se refiere que cuando Jesús fue llevado a la presencia de Pilatos, los estandartes sostenidos por los guardias romanos, inclinaron sus astas en homenaje al Hijo de Dios no obstante los esfuerzos hechos  por los soldados para evitarlo. En las “Cartas de Pilatos” también figura que el César quedó irritado con Pilatos por haber hecho ejecutar a un hombre justo y ordenó que fuera decapitado. Orando para pedir perdón, Pilatos fue visitado por un Ángel, quien tranquilizó al gobernador romano prometiéndole que toda la cristiandad recordaría su nombre y que cuando Cristo volviera por segunda vez para juzgar a su pueblo, Pilatos comparecería ante Él como su testigo.
Relatos como el anterior no son sino agregados al cuerpo del Cristianismo en el transcurso de  los siglos. La mente popular misma fue el autonombrado guardián y perpetuador de estas leyendas ingenuas para separar de la auténtica fe cristiana estas dudosas acumulaciones. Mientras que la tradición popular a menudo contiene ciertos elementos básicos verdaderos, están generalmente tan distorsionados que se hacen inaceptables. De esta manera, mientras la generalidad de los relatos pueden ser fundamentalmente verdaderos, los detalles son erróneos sin lugar a  dudas. De la verdad como de la belleza puede decirse que nunca están mejor adornados que cuando carecen de adornos.
A través de la densa niebla de los relatos fantásticos que oscurecen el verdadero fundamento de la fe cristiana, es apenas débilmente visible para los pocos que disciernen la elevada y noble doctrina comunicada al mundo por un alma grande y noble dotada de la más bella y profunda estructura moral y religiosa.

José y maría, dos almas devotas, consagradas por vida al servicio de Dios y soñando con la venida del Mesías que salvará a Israel, obedecieron los mandatos del Sumo Sacerdote Esenio, en el sentido de preparar un cuerpo para la llegada de una gran alma a este plano terreno. De esta manera, Jesús nació de una inmaculada concepción. Por inmaculada debemos entender limpia y pura más bien que sobrenatural.
Jesús fue instruido y educado por los Esenios y posteriormente fue iniciado en los más elevados y profundos de sus Misterios. Al igual que todos los grandes Iniciados debió viajar hacia Oriente y los años silenciosos de su vida sin duda que estuvieron dedicados a familiarizarse con esa enseñanza secreta que posteriormente comunicó al mundo. Habiendo consumado las prácticas ascéticas de su Orden, obtuvo el bautizo. De esta manera, Jesús se reunió con su propia fuente espiritual. Luego, prosiguió su misión en el nombre del UNO, que ha sido crucificado desde antes que los mundos fueran y, reuniendo a su alrededor discípulos y apóstoles, les instruyó en la doctrina secreta que había sido perdida, en parte a lo menos, en el pueblo de Israel.
Su destino es desconocido pero, con toda probabilidad, sufrió aquella persecución que es inevitable para quienes buscan construir los sistemas éticos, filosóficos o religiosos de su época.
A las multitudes Jesús les habló en parábolas; a sus discípulos también les habló en parábolas, aunque de una naturaleza más exaltada y filosófica. Voltaire dijo que Platón debía ser canonizado por la Iglesia cristiana, porque siendo el primer expositor del misterio del CHRISTOS, contribuyó en mayor grado al establecimiento de las doctrinas fundamentales de la nueva fe. Jesús reveló a sus discípulos que el mundo inferior se encuentra bajo el control de un gran ser espiritual que lo conformó de acuerdo con la Voluntad del Padre Eterno. La mente de este gran Ángel es tanto la Mente del Mundo como también el Mundo de la Mente. A fin de que los hombres no murieran en una esfera de exclusiva mundanidad inferior, el Padre Eterno envió a lo creado al más antiguo y más exaltado de Sus Poderes: la Mente Divina. Esta Mente Divina se ofreció a sí misma en un viviente sacrificio, quedando dispersada  y crucificada en el mundo. Habiendo dado Su Espíritu y Su Cuerpo en una santa y sagrada cena a las doce modalidades de las creaturas racionales, esta Mente Divina llegó a formar parte de cada cosa viviente. El hombre, en consecuencia, quedó capacitado para emplear este Poder como un puente a través del cual poder pasar y alcanzar la inmortalidad. Quien levante su alma hasta armonizarla con esta Mente Divina y la sirve en corrección y virtud, libera a esta Mente Divina, la que vuelve otra vez en gloria a Su propia Fuente Divina. Porque Él ha transmitido este conocimiento a los Electos, los discípulos dicen entre ellos: “¡He aquí, Él es, es Él mismo esta Mente personificada!”.


[1] Consultar la obra “The Celtic Druids” de Godfrey Higgins

domingo, 8 de octubre de 2017

EL MARTINISMO

A continuación publico parte de una charla realizada por Irene Segurèt referida al Martinismo.

Esta charla se dio en el año 1960, momento en el cual la Orden Martinista con sede en Francia, cambiaba su Gran Maestro, debido al paso a dimensiones superiores de el Dr. Philippe Encausse, asumiendo el señor Emilio de Lorenzo.

Pienso que puede servir para aclarar aún más, ¿qué es el Martinismo?...

Que lo disfruten.

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…En su esencia, el Martinismo es Occidental, por lo tanto Cristiano, y su meta es permitirnos, por el canal del Iluminismo místico que el propio Saint-Martin llamaba “la vía interna”, reintegrarnos algún día a nuestra verdadera patria, pues NO SOMOS DE ESTE MUNDO.
Para que se entienda bien lo que es un Martinista, debo poner ante todo en evidencia que Papus decía en 1900 para la introducción para una adición del libro de Saint-Martin, “Cuadro Natural de las relaciones que existen entre Dios, el Hombre y el Universo.”
“Cada uno de los miembros de esta Orden Caballeresca del Ideal que constituye la Orden Martinista, cada uno de los “Soldados de Cristo” que forman nuestros grupos y organizaciones, trabajan en la mejor forma posible en vista a la evolución de sus hermanos y a la evolución de los profanos. El deseo de perfeccionamiento mediante la prueba y el sacrificio; el sacrificio y el celo aportados a estudios frecuentemente áridos; el estudio constante de sí mismo para evitar juzgar a los otros severamente cuando se es tan tolerante para su propias faltas, genera poco a poco en el «Hombre de Deseo» las facultades que harán de él un «Hombre Nuevo».
“El Martinismo se esparce, en general, por la acción individual, por la asistencia moral a un hermano desesperado en esta época de lucha salvaje y despiadada en pos de los goces materiales…
“Soldados del Ideario Cristiano en una época de escepticismo y materialismo, casi todos egresados de centros de instrucción contemporáneos, sin ninguna creencia, nos hemos elevado del positivismo hasta el Iluminismo, dejando a la razón y al libre examen el gran lugar que legítimamente les corresponde.
“Y si nos apartamos de las supersticiones y errores difundidos en los distintos cleros, entendemos que desconfiamos tanto del clericalismo de Loyola como del de Voltaire y no queremos escapar de los límites de una Fe ciega para caer en la esclavitud de na negación y un ateísmo igualmente ciegos.
“Soldados rasos de una gran causa, pobres labriegos del «Gran Granjero», aspiramos a establecer el Reino de Nuestro Señor allí donde reina el «Príncipe de este Mundo», el Dios de plata y egoísmo que guía a la mayoría de los seres terrenales.
“Y, en esta acción, sabemos que no podemos nada por nosotros mismos, abrumados por nuestras faltas e ignorancia, sin la asistencia de arriba.
“Efectivamente, es cuando el hombre se dio cuenta que las llaves de la ciencia actual en las simples «llaves de plata» de que habla Louis Claude de Saint-Martin, y que las «llaves de oro» están en nosotros y no en los libros, es cuando el hombre tiene la entera conciencia de su inferioridad, que se levanta el velo de Isis y que el Iluminismo viene a recompensar al coraje en las pruebas, la humildad real y la confianza insobornable e la asistencia del reparador.
“Entonces, la ciencia terrenal se desvanece bruscamente en la vitalidad de la ciencia integral inmediatamente percibida; entonces se aleja de nosotros este mundo de injurias, de luchas y de calumnias cuando se alcanza el plano donde el perdón y la piedad dar fe de la Paz del Corazón.
“Y allí es donde deba de buscarse la explicación de esta tranquilidad del alma con que Saint-Martin, preso dos veces en los momentos más álgidos de la revolución, se ocupaba únicamente de discutir sobre la importancia de la acción de la Virgen Celestial en la generación del Cristo vivo en nosotros.
“El Filósofo Desconocido se preocupaba tan poco de su vida como de la de una gallina, pues vivía enteramente en la otra vida. Era un partícipe de los dos planos, un «nacido dos veces», un «Dwidja» (DVIJA sansc.: nacido dos veces o regenerado, una vez naturalmente y la otra vez espiritualmente, dedicando la vida a Dios dentro de una Orden religiosa. Dicc. Esot.)”
Agregaba Papus: “Se comprende que estas discusiones en semejantes momentos asombren a los críticos, como tales facultades los desorientan y desconciertan”
Pero el motivo de tal serenidad de espíritu puede ser interesante de conocer: proceda del carácter propio de la Iniciación Martinista.
Y así la concebía Saint-Martin:
“La única iniciación que predico y que busco con todo el ardor de mi alma es aquella que nos permite entrar en el Corazón de Dios y hacer entrar en nosotros el Corazón de Dios para enlazarlos indisolublemente. No hay otro misterio para alcanzar esta santa iniciación que hundirnos más y más en las profundidades de nuestro ser y no abandonarnos hasta tanto hayamos logrado extraer de él su raíz viva y vivificante, porque entonces todos los frutos que según nuestra especie, debemos llevar, se producirán naturalmente en nosotros y fuera de nosotros, como vemos que sucede en nuestros árboles terrenales porque ellos adhieren a su raíz particular y chupan incesantemente su savia.”  
Agregaré después de esta definición de iniciación, que si bien el Martinismo es cristiano, no es clerical, y el propio Saint-Martin no era clemente para el clero de su tiempo. Lucha contra el materialismo porque considera a sus desesperantes doctrinas como la manifestación visible del mal. No tiene por objeto crear Maestros penetrados por sus conocimientos u orgullosos de su saber sino que estudiantes humildes que siembren y se acojan luego al silencio después de haber cumplido con su tarea. Su acción es doble: actúa simultáneamente sobre sí mismo y sobre el próximo.
El Martinismo no se detiene ante historias de sectas o de política… Esto es asunto particular de cada cual, que no lo atañe. Sin embargo, reivindica para sí y para aquellos que son sus miembros, el sacrificio, el trabajo y la prueba que son de todos los partidos y de todas las iglesias.
El Martinismo confiere a aquellos que vienen a él una Iniciación Crística en su forma, que permite al que la recibe convenientemente y, entiendo con esta palabra en buenas condiciones de receptividad espiritual, hallar en él la vía interior que lo conducirá a los lugares de donde inicialmente proviene.
El Martinismo repudia la operación de Magia. Louis Claude de Saint-Martin estimaba que pueden ser peligrosas para el equilibrio mental y conducir a rutinas lamentables en materia religiosa.
En efecto, es necesario ser mentalmente recio para participar en operaciones de magia que comuniquen con fuerzas ocultas que se conocen mal, aun cuando se cree conocerlas bien y poder dominarlas. Se corren riesgos perfectamente inútiles al entregarse a ellas. Se corren peligros seguros que más vale evitar puesto que no conduce al objetivo, pues como decía Saint-Martin: “Todo sucede en una región en que le bien y el mal están íntimamente ligados”.
Si la vía interior preconizada por Saint-Martin lleva a aquel que la sigue a “penetrar en el corazón de Dios y hacer que el Corazón de Dios penetre en él”, por tomar una fórmula del Filósofo Desconocido ya citada, es preciso admitir que ello se lograría sólo por el AMOR y en el AMOR y que el acto ideal para caminar por esta vía es la ORACIÓN. Por eso en todos los grupos Martinistas se hace “Oración” al principio y al final de cada reunión.
Su resultado es altamente beneficioso, pues la oración no es la repetición monótona de una fórmula sino la creación de un estado ánimo que s una suerte de puente entre Dios y nosotros.
Por lo demás, por la oración se toma de verdad el sentido de lo Divino. Orar es para el alma lo que el alimento para el cuerpo y así como se atrofia el cuerpo al no alimentarlo, se debilita el alma al no orar.
Pero conviene orar bien.
Y éste es un consejo del Maestro Philippe, de Lyon, al respecto… “Basta solicitar desde el fondo del corazón, sin fórmulas sabias, pues aunque se buscase en todas las partes de los millones de mundos y soles sembrados por la mano de Dios, nunca se hallará algo mejor que la Oración Dominical y si no os atrevéis a dirigiros a este Padre tan bueno, rogad a la Virgen y ella presentará vuestra solicitud a su Hijo, quien la aceptará.
“Sin embargo, para que vuestra voz suba hacia el cielo, es preciso ser pequeñito; el cielo sólo escucha a los débiles.”
Hecha así, la oración da a la persona humana su completo desarrollo, en sentido Divino penetra en nosotros y asegura a todas nuestras actividades un desarrollo completo.
Si bien el Martinista ora, es también un modesto estudiante que hace que sus hermanos aprovechen los conocimientos que ha adquirido, pues la vía escogida no es una vía pasiva o contemplativa es, por el contrario, activa y operativa en el sentido etimológico y verdadero de la palabra.
Y éste es, a título de ejemplo, el plan de trabajo de uno de los grupos Martinistas del Colegio de París, para el año en curso. Se propone tratar sucesivamente los siguientes temas:
1)               La vía cardíaca, comparación con las diferentes vías de acceso al conocimiento.
2)               El mundo de los Espíritus.
3)               La Oración.
4)               Las pruebas y las tentaciones.
5)               La Vida – la Muerte.
   Este mismo grupo prevé una ayuda material y espiritual a personas enfermas o afligidas. Y a ello hay que agregar la práctica activa del amor al prójimo que es un deber para el Martinista, pues sabe que si lo amase como a sí mismo nada le sería ocultado.
Si cumple bien su programa, cada uno de los miembros de este grupo habrá hecho obra útil para sí y para los otros hombres, sus hermanos.
En efecto, cada uno de los temas que he citado habrá sido objeto de una discusión colectiva en la cual todos los miembros podrán participar. Saldrá de allí una mayor cohesión intelectual del grupo, una amistad fraterna mayor aún entre todos sus miembros, y también una eficiencia acrecentada en el trabajo colectivo e individual.
La meta perseguida por el Martinismo es la Iluminación. ¿De qué se trata?
“Un Iluminado – dice Papus- no es un médium; conserva el control íntegro y cociente de todas sus facultades cerebrales y puede seguir o no los consejos de lo invisible. Es libre y permanece enteramente libre.”
Conducen a la Iluminación dos vías, magistralmente descritas por PAPUS.
La primera, y también la más escasa, es aquella en que el Invisible actúa directamente sobre el Ser elegido. Previo coque que establece una relación entre los dos planos, la comunicación se hace sencillamente. Es el caso de Juana de Arco, de Swedenborg, de Jacob Boehme; continúa siempre bajo la dirección de lo Invisible, sin que el sujeto pierda el control de sus facultades.
La segunda, más común y de acceso más fácil, puede seguirse metódicamente, ya sea solo o ya sea bajo la dirección de Maestros Espirituales.
Dije fácil de acceso, pues está colmada de pruebas, humillaciones y sacrificios que desazonan a menudo a los más entusiastas. Conocemos la historia de Gitchel y sus compañeros. Eran veinte a la partida, muy decididos a llegar a la meta. Vinieron las pruebas: pruebas de dinero, de salud, de esperanza. Diecinueve abandonaron, Gitchel quedó solo, se empecinó y al fin llegó a la meta. Las escuelas iniciáticas conducen en esta vía a veces con un régimen alimenticio conveniente y un entrenamiento mental. El peligro está en el egoísmo y el orgullo; podemos creernos más puros que los demás y no querer entonces mancillar nuestra pureza; abandonamos el plano de la caridad y del amor y… hemos perdido la batalla.
Si ganamos este primer combate será siempre con el auxilio de su Potencia Invisible del Plano Divino, de un enviado cuyo nombre poco importa, pues resulta evidente que solos no logramos nada…
Entonces la humildad que tenemos en nosotros se afirma y conduce por medio de la oración ardiente a los brazos de Aquel que lo es todo, cuando nosotros nada somos. Ya no juzgamos a nuestro próximo; ya no decimos nada de él; sólo pensamos bien de él y finalmente lo amamos como a nosotros mismos. Correlativamente, se desarrollan la audición (por el corazón), la visión directa (por la glándula pineal), el tacto a distancia (por el plexo solar).
Aquel que alcanza este nivel no teme perder su pureza entre los impuros; al contrario, al compartir lo que recibe con aquellos que nada tienen, se afirman en sus aspiraciones y facultades.
Ya nada tiene que temer, salvo el Cristo cuyo soldado es.
Podemos recorres toda la ruta por una hora, como Swedenborg, o esperar por diecinueve años como Willermoz y tantos otros. Podemos esperar más tiempo aún. Todo depende de lo que nos acompañan en lo Invisible y que nos abran, ellos, la puerta cuando sea preciso y también de la tensión de nuestro cuerpo Espiritual.
Concluiremos como PAPUS: “Nada más fácil y nada más difícil que recorrer esta vía”.
Está abierta a toda buena voluntad y ningún ser humano es digno de ella. La puerta es tan baja que sólo los niños muy pequeños pueden entrar. Y generalmente; los que se presentan con hombres grandes y orgullosos, que estiman indigno achicarse. Por lo tanto la entrada les queda largo tiempo invisible. Agregaré: la Orden Martinista nos prepara justamente para verla y esta es su utilidad.
El Martinismo no es sólo una doctrina, es también un modo de vivir. Parte de la comprobación hecha por el propio Saint-Martin de que es “un muy aflictivo espectáculo ver al hombre atormentado a la vez por el deseo de conocer, no discerniendo las razones de nada y sin embrago con la audacia de querer dárselas a todo.”
El problema esencial es el propi hombre, y del estudio de este hecho debe surgir una solución válida sobre su origen y su destino porque preciso es explicarse las cosas por el hombre y no el hombre por las cosas.
Saint-Martin añadía: “Aquel que posee la ciencia de sí mismo sabrá llegar a la ciencia del mundo de los otros seres, pero el conocimiento de sí conviene buscarlo sólo en sí mismo. Sólo del conocimiento de lo que es, puede el hombre servirse con fruto para el conocimiento de las leyes de la Naturaleza y de los otros seres.”
Saint-Martin recomienda, de partida, la experiencia más segura: la de sí mismo y la de la conciencia de su estado. Su filosofía explica los hechos por sus principios: “Mi obra – escribía – tiene su base y su curso en lo Divino; espero que no dejará de tener un fin en este mismo Divino.”
E, invitado al hombre a proceder a su propio examen, le recuerda el adagio de Delfos: “Conócete a ti mismo y conocerás al Universo y a los Dioses”. Del cual, por lo demás, se pide un comentario a toda persona que desee ser Martinista, antes de ser recibida en la Orden.
Mediante el trabajo personal que nos pide Saint-Martin, el hombre descubre primeramente un Principio Superior y luego encuentra sus orígenes. Descubre sus debilidades, sus faltas y su caída. Luego, midiendo la distancia que separa estas dos condiciones, parte de su condición actual para encontrar la felicidad original y obtener su reintegración.
Este es el viaje magnífico al cual nos invita Saint-Martin. Está al alcance de todas las buenas voluntades.
Para Louis Claude de Saint-Martin el camino que lleva a la reintegración es el del Iluminismo por la vía cardíaca o mística.
PAPUS, cuyos conocimientos en el campo de lo oculto son prodigiosos, cuya erudición sólo se igualaba con la abnegación y el amor que profesaba a los otros hombres, sus hermanos, y que fue, bueno es repetirlo, durante treinta años el Gran Maestro jamás olvidado de una Orden Martinista en pleno desarrollo, nunca oculto en sus palabras y en sus escritos la preferencia que da a esta vía para liberar al hombre de su actual servidumbre y devolverle su dignidad primitiva.
Es también la vía que, fiel a sus enseñanzas, siguen en nuestros días los Martinistas y a la que invitan todos los “Hombres de Deseo” a seguir con ellos.
El Martinismo tiene su expresión en la Revista “L’Initiation”, fundada por PAPUS en 1888; recomendamos su lectura en razón de su gran interés y de la calidad de los temas que en ella se tratan.
Agregaré para terminar, que gracias al hijo de PAPUS, nuestro muy querido hermano el Dr. Philippe ENCAUSSE, Gran Maestro de la Orden Martinista, que ha encendido nuevamente la tea, el Martinismo está llamado a obtener nuevos y muy positivos éxitos, no sólo porque se apoya en la tradición, sino también, y ante todo, porque lucha por el Amor, el Bien y la Verdad y que nada, finalmente, puede prevalecer contra ellos ya que son los únicos y auténticos jalones de la vía de la reintegración…
Creedme, queridos amigos, todos juntos tenemos una ruta magnífica ante nosotros y, en esta vía o en otra, caminaremos juntos. Dos versos de Marie de France, escritos en el francés cantante del siglo XIII y con otros fines, lo dicen admirablemente:
“Y así es de nosotros,
Ni vos sin mí, ni yo sin vos…”
I S.