Por intentar conocer, entender y controlar el universo que le rodea, el
iniciado corre el riesgo de extraviar el camino, porque se olvida que dentro de
sí está todo, y por lo tanto, es ahí donde debe comenzar y finalizar su
trabajo.
El camino hacia la luz está pleno de obstáculos y engaños, y el iniciado
debe saber caminar sobre el filo de una navaja para poder llegar a alcanzar su
objetivo superior. Nadie que pretenda colaborar con el Plan Maestro de la
Divinidad, puede desconocer su propia realidad y al hacerlo, no trabajar para
mejorarla.
El verdadero laboratorio alquímico del cambio regio está en nosotros;
nuestro cuerpo, nuestros afectos, nuestros pensamientos y nuestros ideales
constituyen las redomas, alambiques, materias, sustancias, alcoholes y fuego,
que bajo el trabajo indicado transformará el plomo de una vida sin sentido en
el oro de la vida del Adepto.
En el
diccionario se define trabajo como: "la acción y efecto de ocuparse en
cualquier ejercicio u obra, o bien, procurar algo con eficiencia y
eficacia" ; en otras palabras involucra un ejercicio u obra a
hacer lo más perfecto posible.
Al
ser sobre sí, la obra sobre la cual debemos ocuparnos es el propio ser, de
aquel que realiza el trabajo. Por lo tanto podríamos definir finalmente el
concepto como sigue:
"Toda ocupación o acción que realicemos para perfeccionar nuestro ser
en forma sistemática y dirigida".
También
podríamos definir el concepto ser para complementar aún más, pero aquí la cosa
se complica, para definir ser, tendríamos que tener bien claro que somos, como
estamos constituidos, cuáles son nuestras metas u objetivos, etc. En otras
palabras existe mucha información que se resuelve entre el conocimiento
objetivo y el subjetivo de cada uno. Y si esto fuera poco, además cada uno de
nosotros es una entidad única e inimitable en el universo.
Seguramente,
por esto el trabajo sobre si jamás concluye y siempre hay algo nuevo que se
descubre y sobre lo cual trabajar.
Cada
uno de nosotros tiene distintas realidades que conforman nuestro ser.
Pero
para simplificar las cosas y comenzar en alguna este trabajo tan especial, se
podría dividir en dos partes o ámbitos:
- Conocimiento de sí
- Cambio y/o desarrollo de los distintos elementos del ser.
Todos
nosotros, o por lo menos la generalidad, poseemos sólo una pequeña evidencia
visible de lo que somos y de nuestras potencialidades. Por ejemplo, actualmente
la ciencia determina que se ocupa aproximadamente el 10% de nuestro cerebro,
estando el 90% restante en letargo, y eso es sólo una parte de nuestra
realidad. Podríamos decir que nuestro ser es como un iceberg en donde sólo el
10%, en el mejor de los casos, permanece sobre la línea de flotación y el resto
permanece oculto bajo el agua, pero por el hecho de que no se vea no significa
que no exista, muy por el contrario corresponde a la principal masa del cuerpo
de hielo.
Este
poco o nada del conocimiento de nuestro ser y de sus potencialidades, nos hace
esclavos o sirvientes de realidades incompletas.
A
continuación nos referiremos brevemente a un ejemplo clásico en que los
maestros de siglos anteriores intentaban ejemplificar la cuestión del
conocimiento de sí y del control de la existencia:
Un
grupo de trabajo normal y ampliamente difundido hace un par de siglos atrás era
el constituido básicamente por tres elementos: Cochero – caballo – carruaje.
El
primero, se vale de la fuerza y empuje del segundo para dirigir el tercer
elemento, y así moverse como un todo de un punto a otro. El cochero puede
interpretarse como la mente, la que dirige todo el conjunto porque sabe el destino
y como llegar a él. El caballo es la fuerza motriz, y corresponde a las
emociones, la vida afectiva, lo que nos impele a querer las cosas; y finalmente
el carruaje corresponde al cuerpo físico, sustento material de todo el sistema,
sin él no habría en que moverse.
Como
se puede observar, los tres elementos son fundamentales y ninguno puede lograr
el objetivo de llegar a su destino excluyendo a los otros, los tres son uno
sólo.
Después
de conocer esto, sería interesante que cada uno de nosotros determinará, según
su sincero parecer, ¿cuál de estos elementos es más y cuál menos importante?
También podemos preguntarnos sobre esta alegoría, ¿si en verdad nos sentimos
cocheros, en que circunstancias nos crea especial problema el asumir este rol?
Este
sistema de tres elementos se complementa perfectamente, pero existe un cuarto
elemento que no se revela, y lo hace solamente cuando esta "tríada"
funciona perfectamente, este es el "Amo" de todo, el señor que viaja
al interior del carruaje, a cuyas órdenes trabajo el cochero y quién determina
finalmente a dónde ir y él solamente sabe por qué ir hacia ese lugar. Él se
mantiene oculto y velado, aunque es el verdadero promotor y sabedor de por qué
y para qué dirigirse a algún lugar determinado. Este cuarto elemento, lo
dejaremos por el momento así, un poco velado.
Espero
que con esta suerte de alegoría del cochero, caballo y carruaje permita
esclarecer el porqué y para que realizar este "trabajo sobre sí", porque
simplemente nos otorga la oportunidad de actualizar lo que por derecho divino
nos pertenece, y de esta forma ir asumiendo el lugar que nos corresponde en la
trama de la vida, con sus derechos y sus responsabilidades.
El
trabajo sobre sí, nos permitirá ir integrándonos en un solo ser, con orden,
sentido y dirección, y para que así podamos llegar a seguir la huella de otros
que ya han hecho un camino de desarrollo interno y superior, el camino de la
iniciación, para posteriormente, y finalmente, llegar a transformarnos en seres
producto de nuestra propia voluntad y actos y no de la voluntad o
circunstancias ajenas.
ALV
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