Quezada Acahrán, de Rión Bueno, República de Chile.
Esta conferencia se publicó en la "Revista Masónica de Chile" Nº 7 Septiembre de 1938. Órgano Oficial, en ese tiempo, de la Gran Logia de Chile (R.E.A.A.).
Aunque es una aproximación muy básica, general y sutil, a la Masonería, sirve para aquellos que aún esta enseñanza permanece en la más completa de las penumbras.
También es importante consignar que el Rito con el cual trabaja la Gran Logia de Chile (Rito Escocés Antiguo y Aceptado: R.E.A.A.) no contempla logias o centros de instrucción igual en hombres y mujeres, haciendo participar a éstas últimas en las "tenidas blancas" (abiertas) y en "Logias de adopción", en las cuales sus miembros se abocan especialmente a labores sociales en la comunidad.
Sin embargo, también es necesario aclarar que existen otras Agrupaciones Masónicas, en los cuales los dos sexos si trabajan en conjunto y con la misma enseñanza y profundidad. Ejemplo de ello tenemos a la Gran Logia Mixta de Chile y el Rito de Memphis y Misraim, entre otros.
Espero que sirva.
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Queridas hermanas:
En una ocasión anterior, cuando
tuvisteis la bondad de concurrir a nuestra reunión, os dije, que gran parte de
las logias masónicas ponen como condición al ingreso de un profano casado, la de
que cuente con el consentimiento de su cónyuge. Os expuse, que tal medida era
de elemental prudencia, dado que la masonería es unas de las instituciones más
perseguidas en el mundo por las calumnias de los ignorantes y por los ataques injustificados
de sus enemigos. En tales condiciones, agregué, es de lógica suponer, que
alguna vez pudiera ocurrir, que alguna mujer se sintiera intranquilizada al
tener, casualmente, conocimiento de que su marido pertenece a esta institución
tan perseguida.
Nosotros, que ante todo, respetamos a
la mujer y deseamos la tranquilidad, la paz y la felicidad del hogar de los
hermanos, estimamos, pues, indispensable que la mujer sea sabedora de los pasos
dados a este respecto por su marido.
Pero no es éste sólo el motivo de la
exigencia que formulamos, sino que de ella se desprende, al propio tiempo, una
consecuencia, que es, en cierto modo, una ventaja egoísta para nosotros. Es
bien sabido que el interés por cualquier asunto, tomado al principio con cierto
entusiasmo y ardor, suele decaer paulatinamente, cuando faltan estímulo e
iniciativas para su prosecución. Seguramente, por ejemplo, que no hay para el
eclesiástico nada más desconcertante, que la falta de asistencia de los fieles
a sus ceremonias. Para el conferencista debe ser deprimente hablar ante
sillones vacíos. Para el político ha de ser, desesperante estar en una reunión
de propaganda, desierta de sus adeptos. Nosotros, a nuestro turno, vemos
naturalmente con desagrado la falta de concurrencia de los hermanos a nuestras
reuniones; vemos que, por causa de esta inasistencia los hermanos se van
distanciando poco a poco de la fraternidad y se pierden para la institución.
Esta pérdida de entusiasmo, este
distanciamiento de elementos y de acción, es arma que fácilmente esgrimen los
enemigos en nuestra contra, como si ella no se volviera, en ocasiones, también contra
ellos mismos. Con cierta apariencia de razón dicen que las logias y la idea
masónica en general no son suficientemente fuertes para retener en sus filas a
individuos que ingresaron a ellas, manifestando entusiasmo e interés por la
causa.
Esta pérdida de interés y de
entusiasmo de algunos de nuestros adeptos, es lo que vosotras podéis fácilmente
contrarrestar. En vosotras deben encontrar vuestros maridos el mejor estímulo y
consejo para frecuentar reuniones de hermanos, de las que,— así lo esperamos
por lo menos―— vuelvan a sus hogares y a sus labores cotidianas, más alegres,
más felices, más satisfechos e idealistas.
Y para que vosotras, queridas
hermanas, podáis y queráis, con amor, prestar este servicio, que de vosotras
esperamos, es menester que os demos a conocer algunos detalles de la historia,
del objeto, de los fines y de la idealidad de nuestra sublime institución. Aún
a riesgo de repetir lo que vosotras ya conocéis, quiero en esta ocasión referir
algo de lo mucho que debe conocer la mujer sobre nuestra institución.
Pero antes de hacerlo, quiero
repetir, lo que ya en anterior ocasión os manifesté: la masonería no es una
institución secreta. Todas sus obras pueden ser públicas y perfectamente publicadas.
Nada hay más fácil y accequible a la pesquisa, que la masonería; sus actas, sus
documentos, sus reglamentos y sus estatutos, pueden ser exhibidos sin ningún
inconveniente a cualquiera autoridad pública, o a cualquier persona que pueda
tener un interés legítimo en ello. Por lo demás, hay bibliotecas enteras que
tratan de esas cosas. Lo que no aceptamos es la divulgación inmotivada de nuestras
obras, acciones y prácticas, a personas que para ello no tienen otro interés
que el de la mofa, de la burla o de la vulgar curiosidad. En este sentido la
masonería es reservada. La caridad que hacemos y la acción social que practicamos,
no la publicamos a campanadas y a todos los vientos. Cumplimos al respecto con
el mandamiento divino: que la mano izquierda no sepa, lo que hace la derecha.
Historia.
El nombre de la masonería y las
formas actuales de la institución; son relativamente nuevos. La causa que
abrazamos y defendemos es antigua. En todos los tiempos y en todos los pueblos ha
habido individuos que, es cierto que aisladamente, pensaban y obraban en forma
correspondiente a nuestro ideal masónico. Esos individuos, contrarios a todo
fanatismo, al chauvinismo, contrario a toda división de clases sociales,
consideraban y amaban a toda la humanidad como hermanos, se preocupaban de los
derechos del hombre y amparaban especialmente ·a los desheredados de la
fortuna. Los más cayeron mártires de sus opiniones. Allí están para demostrarlo
los filósofos Pitágoras, Sócrates y Platón; allí están los profetas Jeremías y
San juan Bautista; allí está Jesucristo; allí están los Apóstoles como San
Pedro; allí están los investigadores Giordano Bruno, Galileo, etc.
Hombres de esta naturaleza, para
escapar de las persecuciones de que eran víctimas en su época, buscaron asilo
en ciertas corporaciones que gozaban de privilegios y la confianza de las autoridades.
Fueron especialmente las sociedades de los arquitectos, constructores, albañiles
y picapedreros, los que recibieron en su seno esta verdadera inyección de
ciencia y de idealismo, al aceptar a estos obreros del ideal, a estos
labradores en obras inmateriales. Estas corporaciones de arquitectos y de
constructores estaban especialmente en auge en Inglaterra, en la época de las grandes
construcciones de Iglesias y Catedrales. Ellas se denominaban
"logias", lodges, Logen, y sus afiliados se llamaban "masons",
masones, Maurer, (albañiles). Los idealistas científicos afiliados a esas
instituciones los llamaron "accepted masons”, masones aceptados, angenommene
Maurer.
'Terminadas las grandes construcciones
en referencia, especialmente las de Londres, los obreros manuales dejaron de
concurrir a las reuniones, y siguieron solos los "aceptados", manteniendo
en sus reuniones muchas de las costumbres de los arquitectos y constructores,
eso sí que dándoles a esas prácticas ritualísticas no ya un carácter material,
sino un tinte idealista, simbólico.
Siguieron `reuniéndose en los
restaurantes de costumbre, y denominándose con el nombre del respectivo
restorán.
En 1717, en la noche del 24 de junio,
conducidos por el conocido predicador Anderson y por el famoso naturalista Desagulieres,
se reunieron cuatro de estas logias y fundaron una Gran Logia. Este es el
origen de la francmasonería en su forma actual, sociedad que, como veis, lleva
algo más de doscientos veinte años de vida.
Organización y desarrollo.
Fundando nuevas logias en todas
partes, en el transcurso de estos dos siglos, la masonería Se extendió por el
mundo entero. El miembro de cualquiera logia es aceptado sin ninguna dificultad
en cualquiera logia del Orbe, de manera que el miembro activo de una logia, de
cualquiera nacionalidad, idioma, religión, credo político o raza que sea,
encuentra en todas partes donde vaya, grupos de hermanos y amigos, dispuestos a
prestarle los auxilios y servicios que necesite.
En este sentido la masonería es una
sola y universal institución y sus miembros todos se reconocen y tratan como
hermanos.
Aunque la institución es universal,
ella, en la práctica, está organizada en forma tal, que todas las logias del
territorio de un determinado país están sometidas a la jurisdicción de una Gran
Logia, la Gran Logia de dicho país, la que se gobierna con absoluta independencia
de cualquiera autoridad, dentro de su territorio. No hay ninguna autoridad
suprema y extraña o universal de la masonería, que tenga jurisdicción sobre las
Grandes Logias o sobre alguna de las Grandes Logias de los diversos países.
Dicha Gran Logia nacional, repito, es la única autoridad sobre las diversas
logias de su territorio, autoridad absoluta, autoridad independiente. Hay, en·
cambio, territorios en que existen varias Grandes Logias independientes entre
sí, como ocurría en Alemania, antes de la clausura oficial de las Logias, en cuyo
país había siete Grandes Logias, que se repartían entre sí la jurisdicción
sobre todas las logias alemanas, siendo todas ellas independientes entre sí.
En Chile, existe la Gran Logia de
Chile desde el año 1862. Ella es el único poder legislador de la masonería
simbólica de Chile y tiene bajo su jurisdicción más o menos setenta logias, con
más o menos seis mil afiliados.
Además de las logias existen algunos organismos
masónicos, que no alcanzan a. formar número suficiente de miembros para reunirse
en logias, y que se denominan "triángulos” masónicos (Freimaurer—Kraenzchen),
como lo es el nuestro de Río Bueno. Todos estos triángulos aspiran y deben
propender a convertirse en logias a la brevedad posible.
El Jefe de cada Gran Logia es elegido
por representantes de las diversas logias de ella dependientes y se llama Gran
Maestro. El Jefe de una Logia, elegido por ella, se llama Venerable Maestro, y
el Jefe de un triángulo, también elegido por sus miembros, se llama Presidente.
Ahora preguntaréis vosotras: ¿Cómo es
universal la masonería si no tiene una autoridad general, universal, central?
Repito, no tenemos tal autoridad. Nos
une únicamente, universalmente, el ideal común, el principio universal.
Objeto y fines de la
masonería.
¿Cuál es ese ideal común, unificador,
universal?
En una palabra puede resumirse, diciendo:
humanizar a la humanidad. Conducir, guiar, a la humanidad hacia su mayor perfeccionamiento,
tanto en el sentido cultural, como en el sentido físico, como en el material,
en el moral o ético.
Ese es nuestro principio común.
Ese es nuestro ideal universal.
Esa es nuestra única autoridad
central. En ese ideal descansa, a falta de otra autoridad, nuestra unidad
armónica y fraternal.
La realización, o por lo menos la
persecución de ese ideal, demanda de nosotros una doble labor; una individual y
una social.
La labor individual consiste en
impregnar o infiltrar, por decirlo así, a todo individuo que se alista en
nuestras filas, de una conciencia completa y perfecta de su responsabilidad
para conservar la pureza de su nombre, para cumplir las obligaciones que tiene en
la sociedad humana, para extremar las que tiene con su País, para cultivar las
que tiene con su familia. El masón a estos respectos debe ser hombre sin
mácula, de carácter leal, fiel padre de familia, altruista miembro dela
sociedad en que vive, patriota ciudadano.
Suponemos a cada masón un individuo
creyente. Sus ideas y creencias particulares no las influenciamos en forma
alguna, ni exigimos cuenta de ellas. Pero si exigimos respeto a la Divinidad, al
Creador, Regulador y Legislador de todo cuanto existe. Con este
"liberalismo religioso", no somos ni tratamos de ser, en forma alguna
irreligiosos, ni arreligiosos, ni indiferentes. Al contrario: en este punto
exigimos que cada cual cumpla con sus particulares deberes.
En esto está, precisamente, el mérito
de la masonería: en este "liberalismo” en varios sentidos. Hombres
separados en el mundo profano por creencias religiosas, por doctrinas políticas,
por diversidades raciales, por diferencias de clases, que por estas causas llegan
a combatirse allá, aquí se reúnen y congregan en santa armonía, guardándose
mutuo respeto, y amándose los unos a los otros fraternalmente.
Esta es la base de nuestra labor social.
En esta forma tratamos de humanizar a la humanidad. Comenzamos por nosotros mismos,
seguimos por nuestras familias, nuestras relaciones sociales, nuestra nación,
para, en esta forma de círculos concéntricos, por decirlo así, llegar a abarcar
fraternalmente a la humanidad entera.
No pretendemos borrar fronteras, no
queremos abolir nacionalidades, ni es nuestro ánimo demoler razas, no queremos
destruir iglesias, ni suprimir religiones, ni dar fin con el patriotismo nacional.
Pero queremos que, a pesar de todas estas diferencias, haya una sola humanidad
fraternal.
Dentro de nuestras logias estimulamos
y tratamos de fortificar estos sentimientos, para propagarlos en seguida en el
mundo profano. Porque cultivamos estas ideas dentro de lo apacible de nuestros
templos, y porque no salimos con ellos a las calles a gritos, se nos caricaturiza,
se hace escarnio y burla de nosotros y se nos pide que obremos a puertas
abiertas. No habría para ello, como ya lo dije, ningún inconveniente, ya que tenemos
plena conciencia de la bondad de nuestra obra. Pero no lo hacemos, ni lo haremos.
Primero, porque nuestros trabajos, en la forma que los realizamos, no tiene
ningún interés, sino para aquéllos que intiman el espíritu masónico. No tienen
interés para el grueso público novedoso. Segundo, porque es precisamente en la
tranquilidad y apacibilidad de nuestros hogares reservados, en donde radica la
intimidad y la confianza con que mutuamente nos tratamos, y en donde exponemos
libremente nuestras opiniones sobre estos puntos. Lo que aquí pensamos, tratamos
y hablamos, lo hacemos sin ostentación, sin vanidad: con tranquilidad. Lo hacemos
en absoluta confianza y con amor fraternal, y eso tiene naturalmente mejor
éxito que si lo hiciéramos en público, con los consiguientes discursos, llenos
de retórica y de efectos oratorios, para que agradara al vulgo.
Así armados, enviamos a nuestros
adeptos al mundo, a luchar allá, individualmente, y sobre todo con el ejemplo,
por los sanos principios que sustentamos.
No es, pues, como veis, queridas
hermanas, el entusiasmo de fiestas, lo que aquí nos reúne, no es la demanda de
entretenimientos, ni el propósito de lucros personales.
No es la masonería fuente de
pasatiempos, sino de austero sacrificio. Es obra que exige la consagración
completa de toda una vida de aquél que quiere luchar en beneficio del mejoramiento
de la humanidad.
Si vosotras, compenetradas de lo que
os he expuesto, os pusierais de nuestro lado en esta magna obra, consagrareis a
ella parte de vuestro interés, y estimulareis a vuestros maridos e hijos para
perseverar en ella, habríais hecho grande y meritoria obra, en beneficio de vuestros
propios hogares, de nuestras logias, de nuestra. Patria y dela .humanidad
entera.
Gracias por vuestra concurrencia y
por la atención que habéis, prestado.
C. S. R.
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