domingo, 16 de febrero de 2014

ESTO ES LA MASONERÍA

A continuación una conferencia dedicada a las mujeres, en una tenida blanca del Triángulo Armando
Quezada Acahrán, de Rión Bueno, República de Chile.
Esta conferencia se publicó en la "Revista Masónica de Chile" Nº 7 Septiembre de 1938. Órgano Oficial, en ese tiempo, de la Gran Logia de Chile (R.E.A.A.).
Aunque es una aproximación muy básica, general y sutil, a la Masonería, sirve para aquellos que aún esta enseñanza permanece en la más completa de las penumbras.
También es importante consignar que el Rito con el cual trabaja la Gran Logia de Chile (Rito Escocés Antiguo y Aceptado: R.E.A.A.) no contempla logias o centros de instrucción igual en hombres y mujeres, haciendo participar a éstas últimas en las "tenidas blancas" (abiertas) y en "Logias de adopción", en las cuales sus miembros se abocan especialmente a labores sociales en la comunidad.
Sin embargo, también es necesario aclarar que existen otras Agrupaciones Masónicas, en los cuales los dos sexos si trabajan en conjunto y con la misma enseñanza y profundidad. Ejemplo de ello tenemos a la Gran Logia Mixta de Chile y el Rito de Memphis y Misraim, entre otros.

Espero que sirva.

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Queridas hermanas:
En una ocasión anterior, cuando tuvisteis la bondad de concurrir a nuestra reunión, os dije, que gran parte de las logias masónicas ponen como condición al ingreso de un profano casado, la de que cuente con el consentimiento de su cónyuge. Os expuse, que tal medida era de elemental prudencia, dado que la masonería es unas de las instituciones más perseguidas en el mundo por las calumnias de los ignorantes y por los ataques injustificados de sus enemigos. En tales condiciones, agregué, es de lógica suponer, que alguna vez pudiera ocurrir, que alguna mujer se sintiera intranquilizada al tener, casualmente, conocimiento de que su marido pertenece a esta institución tan perseguida.
Nosotros, que ante todo, respetamos a la mujer y deseamos la tranquilidad, la paz y la felicidad del hogar de los hermanos, estimamos, pues, indispensable que la mujer sea sabedora de los pasos dados a este respecto por su marido.
Pero no es éste sólo el motivo de la exigencia que formulamos, sino que de ella se desprende, al propio tiempo, una consecuencia, que es, en cierto modo, una ventaja egoísta para nosotros. Es bien sabido que el interés por cualquier asunto, tomado al principio con cierto entusiasmo y ardor, suele decaer paulatinamente, cuando faltan estímulo e iniciativas para su prosecución. Seguramente, por ejemplo, que no hay para el eclesiástico nada más desconcertante, que la falta de asistencia de los fieles a sus ceremonias. Para el conferencista debe ser deprimente hablar ante sillones vacíos. Para el político ha de ser, desesperante estar en una reunión de propaganda, desierta de sus adeptos. Nosotros, a nuestro turno, vemos naturalmente con desagrado la falta de concurrencia de los hermanos a nuestras reuniones; vemos que, por causa de esta inasistencia los hermanos se van distanciando poco a poco de la fraternidad y se pierden para la institución.
Esta pérdida de entusiasmo, este distanciamiento de elementos y de acción, es arma que fácilmente esgrimen los enemigos en nuestra contra, como si ella no se volviera, en ocasiones, también contra ellos mismos. Con cierta apariencia de razón dicen que las logias y la idea masónica en general no son suficientemente fuertes para retener en sus filas a individuos que ingresaron a ellas, manifestando entusiasmo e interés por la causa.
Esta pérdida de interés y de entusiasmo de algunos de nuestros adeptos, es lo que vosotras podéis fácilmente contrarrestar. En vosotras deben encontrar vuestros maridos el mejor estímulo y consejo para frecuentar reuniones de hermanos, de las que,— así lo esperamos por lo menos―— vuelvan a sus hogares y a sus labores cotidianas, más alegres, más felices, más satisfechos e idealistas.
Y para que vosotras, queridas hermanas, podáis y queráis, con amor, prestar este servicio, que de vosotras esperamos, es menester que os demos a conocer algunos detalles de la historia, del objeto, de los fines y de la idealidad de nuestra sublime institución. Aún a riesgo de repetir lo que vosotras ya conocéis, quiero en esta ocasión referir algo de lo mucho que debe conocer la mujer sobre nuestra institución.
Pero antes de hacerlo, quiero repetir, lo que ya en anterior ocasión os manifesté: la masonería no es una institución secreta. Todas sus obras pueden ser públicas y perfectamente publicadas. Nada hay más fácil y accequible a la pesquisa, que la masonería; sus actas, sus documentos, sus reglamentos y sus estatutos, pueden ser exhibidos sin ningún inconveniente a cualquiera autoridad pública, o a cualquier persona que pueda tener un interés legítimo en ello. Por lo demás, hay bibliotecas enteras que tratan de esas cosas. Lo que no aceptamos es la divulgación inmotivada de nuestras obras, acciones y prácticas, a personas que para ello no tienen otro interés que el de la mofa, de la burla o de la vulgar curiosidad. En este sentido la masonería es reservada. La caridad que hacemos y la acción social que practicamos, no la publicamos a campanadas y a todos los vientos. Cumplimos al respecto con el mandamiento divino: que la mano izquierda no sepa, lo que hace la derecha.

Historia.
El nombre de la masonería y las formas actuales de la institución; son relativamente nuevos. La causa que abrazamos y defendemos es antigua. En todos los tiempos y en todos los pueblos ha habido individuos que, es cierto que aisladamente, pensaban y obraban en forma correspondiente a nuestro ideal masónico. Esos individuos, contrarios a todo fanatismo, al chauvinismo, contrario a toda división de clases sociales, consideraban y amaban a toda la humanidad como hermanos, se preocupaban de los derechos del hombre y amparaban especialmente ·a los desheredados de la fortuna. Los más cayeron mártires de sus opiniones. Allí están para demostrarlo los filósofos Pitágoras, Sócrates y Platón; allí están los profetas Jeremías y San juan Bautista; allí está Jesucristo; allí están los Apóstoles como San Pedro; allí están los investigadores Giordano Bruno, Galileo, etc.
Hombres de esta naturaleza, para escapar de las persecuciones de que eran víctimas en su época, buscaron asilo en ciertas corporaciones que gozaban de privilegios y la confianza de las autoridades. Fueron especialmente las sociedades de los arquitectos, constructores, albañiles y picapedreros, los que recibieron en su seno esta verdadera inyección de ciencia y de idealismo, al aceptar a estos obreros del ideal, a estos labradores en obras inmateriales. Estas corporaciones de arquitectos y de constructores estaban especialmente en auge en Inglaterra, en la época de las grandes construcciones de Iglesias y Catedrales. Ellas se denominaban "logias", lodges, Logen, y sus afiliados se llamaban "masons", masones, Maurer, (albañiles). Los idealistas científicos afiliados a esas instituciones los llamaron "accepted masons”, masones aceptados, angenommene Maurer.
'Terminadas las grandes construcciones en referencia, especialmente las de Londres, los obreros manuales dejaron de concurrir a las reuniones, y siguieron solos los "aceptados", manteniendo en sus reuniones muchas de las costumbres de los arquitectos y constructores, eso sí que dándoles a esas prácticas ritualísticas no ya un carácter material, sino un tinte idealista, simbólico.
Siguieron `reuniéndose en los restaurantes de costumbre, y denominándose con el nombre del respectivo restorán.
En 1717, en la noche del 24 de junio, conducidos por el conocido predicador Anderson y por el famoso naturalista Desagulieres, se reunieron cuatro de estas logias y fundaron una Gran Logia. Este es el origen de la francmasonería en su forma actual, sociedad que, como veis, lleva algo más de doscientos veinte años de vida.
Organización y desarrollo.
Fundando nuevas logias en todas partes, en el transcurso de estos dos siglos, la masonería Se extendió por el mundo entero. El miembro de cualquiera logia es aceptado sin ninguna dificultad en cualquiera logia del Orbe, de manera que el miembro activo de una logia, de cualquiera nacionalidad, idioma, religión, credo político o raza que sea, encuentra en todas partes donde vaya, grupos de hermanos y amigos, dispuestos a prestarle los auxilios y servicios que necesite.
En este sentido la masonería es una sola y universal institución y sus miembros todos se reconocen y tratan como hermanos.
Aunque la institución es universal, ella, en la práctica, está organizada en forma tal, que todas las logias del territorio de un determinado país están sometidas a la jurisdicción de una Gran Logia, la Gran Logia de dicho país, la que se gobierna con absoluta independencia de cualquiera autoridad, dentro de su territorio. No hay ninguna autoridad suprema y extraña o universal de la masonería, que tenga jurisdicción sobre las Grandes Logias o sobre alguna de las Grandes Logias de los diversos países. Dicha Gran Logia nacional, repito, es la única autoridad sobre las diversas logias de su territorio, autoridad absoluta, autoridad independiente. Hay, en· cambio, territorios en que existen varias Grandes Logias independientes entre sí, como ocurría en Alemania, antes de la clausura oficial de las Logias, en cuyo país había siete Grandes Logias, que se repartían entre sí la jurisdicción sobre todas las logias alemanas, siendo todas ellas independientes entre sí.
En Chile, existe la Gran Logia de Chile desde el año 1862. Ella es el único poder legislador de la masonería simbólica de Chile y tiene bajo su jurisdicción más o menos setenta logias, con más o menos seis mil afiliados.
Además de las logias existen algunos organismos masónicos, que no alcanzan a. formar número suficiente de miembros para reunirse en logias, y que se denominan "triángulos” masónicos (Freimaurer—Kraenzchen), como lo es el nuestro de Río Bueno. Todos estos triángulos aspiran y deben propender a convertirse en logias a la brevedad posible.
El Jefe de cada Gran Logia es elegido por representantes de las diversas logias de ella dependientes y se llama Gran Maestro. El Jefe de una Logia, elegido por ella, se llama Venerable Maestro, y el Jefe de un triángulo, también elegido por sus miembros, se llama Presidente.
Ahora preguntaréis vosotras: ¿Cómo es universal la masonería si no tiene una autoridad general, universal, central?
Repito, no tenemos tal autoridad. Nos une únicamente, universalmente, el ideal común, el principio universal.

Objeto y fines de la masonería.
¿Cuál es ese ideal común, unificador, universal?
En una palabra puede resumirse, diciendo: humanizar a la humanidad. Conducir, guiar, a la humanidad hacia su mayor perfeccionamiento, tanto en el sentido cultural, como en el sentido físico, como en el material, en el moral o ético.
Ese es nuestro principio común.
Ese es nuestro ideal universal.
Esa es nuestra única autoridad central. En ese ideal descansa, a falta de otra autoridad, nuestra unidad armónica y fraternal.
La realización, o por lo menos la persecución de ese ideal, demanda de nosotros una doble labor; una individual y una social.
La labor individual consiste en impregnar o infiltrar, por decirlo así, a todo individuo que se alista en nuestras filas, de una conciencia completa y perfecta de su responsabilidad para conservar la pureza de su nombre, para cumplir las obligaciones que tiene en la sociedad humana, para extremar las que tiene con su País, para cultivar las que tiene con su familia. El masón a estos respectos debe ser hombre sin mácula, de carácter leal, fiel padre de familia, altruista miembro dela sociedad en que vive, patriota ciudadano.

Suponemos a cada masón un individuo creyente. Sus ideas y creencias particulares no las influenciamos en forma alguna, ni exigimos cuenta de ellas. Pero si exigimos respeto a la Divinidad, al Creador, Regulador y Legislador de todo cuanto existe. Con este "liberalismo religioso", no somos ni tratamos de ser, en forma alguna irreligiosos, ni arreligiosos, ni indiferentes. Al contrario: en este punto exigimos que cada cual cumpla con sus particulares deberes.
En esto está, precisamente, el mérito de la masonería: en este "liberalismo” en varios sentidos. Hombres separados en el mundo profano por creencias religiosas, por doctrinas políticas, por diversidades raciales, por diferencias de clases, que por estas causas llegan a combatirse allá, aquí se reúnen y congregan en santa armonía, guardándose mutuo respeto, y amándose los unos a los otros fraternalmente.
Esta es la base de nuestra labor social. En esta forma tratamos de humanizar a la humanidad. Comenzamos por nosotros mismos, seguimos por nuestras familias, nuestras relaciones sociales, nuestra nación, para, en esta forma de círculos concéntricos, por decirlo así, llegar a abarcar fraternalmente a la humanidad entera.
No pretendemos borrar fronteras, no queremos abolir nacionalidades, ni es nuestro ánimo demoler razas, no queremos destruir iglesias, ni suprimir religiones, ni dar fin con el patriotismo nacional. Pero queremos que, a pesar de todas estas diferencias, haya una sola humanidad fraternal.
Dentro de nuestras logias estimulamos y tratamos de fortificar estos sentimientos, para propagarlos en seguida en el mundo profano. Porque cultivamos estas ideas dentro de lo apacible de nuestros templos, y porque no salimos con ellos a las calles a gritos, se nos caricaturiza, se hace escarnio y burla de nosotros y se nos pide que obremos a puertas abiertas. No habría para ello, como ya lo dije, ningún inconveniente, ya que tenemos plena conciencia de la bondad de nuestra obra. Pero no lo hacemos, ni lo haremos. Primero, porque nuestros trabajos, en la forma que los realizamos, no tiene ningún interés, sino para aquéllos que intiman el espíritu masónico. No tienen interés para el grueso público novedoso. Segundo, porque es precisamente en la tranquilidad y apacibilidad de nuestros hogares reservados, en donde radica la intimidad y la confianza con que mutuamente nos tratamos, y en donde exponemos libremente nuestras opiniones sobre estos puntos. Lo que aquí pensamos, tratamos y hablamos, lo hacemos sin ostentación, sin vanidad: con tranquilidad. Lo hacemos en absoluta confianza y con amor fraternal, y eso tiene naturalmente mejor éxito que si lo hiciéramos en público, con los consiguientes discursos, llenos de retórica y de efectos oratorios, para que agradara al vulgo.
Así armados, enviamos a nuestros adeptos al mundo, a luchar allá, individualmente, y sobre todo con el ejemplo, por los sanos principios que sustentamos.
No es, pues, como veis, queridas hermanas, el entusiasmo de fiestas, lo que aquí nos reúne, no es la demanda de entretenimientos, ni el propósito de lucros personales.
No es la masonería fuente de pasatiempos, sino de austero sacrificio. Es obra que exige la consagración completa de toda una vida de aquél que quiere luchar en beneficio del mejoramiento de la humanidad.
Si vosotras, compenetradas de lo que os he expuesto, os pusierais de nuestro lado en esta magna obra, consagrareis a ella parte de vuestro interés, y estimulareis a vuestros maridos e hijos para perseverar en ella, habríais hecho grande y meritoria obra, en beneficio de vuestros propios hogares, de nuestras logias, de nuestra. Patria y dela .humanidad entera.
Gracias por vuestra concurrencia y por la atención que habéis, prestado.
 C. S. R.

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