viernes, 28 de febrero de 2014

LA VOLUNTAD y EL EGRÉGOR

Arcano XI del Tarot: "La Fuerza"

En esta ocasión les entrego un breve escrito, que aunque muy suscinto, bastante esclarecedor respecto al trabajo y desarrollo de la Voluntad y la relació de fuerza que se produce al unirse y conformar un grupo sobre un ideal común (Egrégor).

La autoría es de Serval, del cual ya he publicado anteriormente.

Que lo disfruten





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Ninguna enseñanza tiene sentido si no provoca en el estudiante un cambio conductual. La voluntad individual debe sintonizarse con la Voluntad Superior. El ser humano está  llamado a transformarse y transformar lo que le rodea. Para ello ha sido dotado de ciertos elementos como la voluntad al bien y la buena voluntad.
La disciplina iniciática tiene por objeto desarrollar la voluntad al bien y la conexión con la voluntad superior.
En el Arcano XI [véase lámina del inicio] encontramos a una joven en actitud serena y relajada, quien sujeta el hocico de un león, manteniéndose este tranquilamente sentado.
El significado fundamental de esta lámina es la fuerza de voluntad, la capacidad de conseguir lo que una persona se propone.
Sobre la cabeza de la joven se suele representar el símbolo del infinito. En este caso, quiere significar el dominio del astral, el conocimiento de la afectividad. Sin embargo, esta afectividad no es emocionalidad, puesto que la joven aparece es una actitud de serenidad.
Para conseguir un propósito determinado debemos reunir tres cosas fundamentales:
1.     Tener claro y definido el objetivo a conseguir;
2.     Tener el sentimiento que impulse a perseverar en el objetivo establecido;
3.     La acción resultante de los dos factores anteriores, el aprovechamiento de las oportunidades que se presenten para llevar a cabo lo que se quiere.
Para que la fuerza actúe en forma correcta y nos lleve a lo que se desee, debe aplicarse con discernimiento, en forma inteligente y perseverante.
TODA PERSONA TIENE VOLUNTAD. Es una cualidad inherente al ser humano. Solamente debemos distinguir que hay fuerzas de voluntad dirigidas, desarrolladas y otras no desarrolladas.
Además podemos distinguir dos tipos de voluntad:
a)     Voluntad Inferior
b)    Voluntad Superior
La Voluntad Inferior se refiere a lograr aquellas cosas que se refieren a la Personalidad; provienen de ella. El profano sólo satisface a ésta, no dejando que la Voluntad Superior se manifieste, lo que lleva a la vanidad, el empecinamiento, el egoísmo, etc.
La Voluntad Superior consiste en sentir influencias cada vez más sutiles que nos llegan de un nivel superior, en la forma de Fuerzas.
Para que la Voluntad Superior se manifieste en nosotros, es necesario:
1.     Estar consciente que en nosotros existe una individualidad, un "Yo Superior".
2.  Observarse a sí mismos para que de este modo nos demos cuenta que en nosotros coexisten varios "yoes". En la persona no entrenada, cada "yo" tiene su propia voluntad y la resultante de todos sus deseos es la Voluntad que generalmente se tiene. Por eso los individuos cambian tan a menudo de propósito, ya que proviene de la falsa personalidad. A medida que un propósito logra mayor profundidad se vuelve más esencial, se convierte en un propósito sin palabras.
3.  Generalmente, se ve a la Voluntad como algo negativo, como una resolución empecinada, porque vemos la Voluntad como una cosa que se ha de ejercer contra otra. Asociamos la Voluntad a resistencia. La Voluntad ordena, une, por eso crea algo nuevo, contiene nuevas posibilidades. No hay contradicción, no hay negación. Tiene que ver con la certeza de que es posible una solución y con cierta clase de paciencia activa y cierta confianza en que la situación presente, no resuelta actualmente, tendrá solución.
4.     La clave está en encontrar el significado nuevo. Darse cuenta de que la Voluntad es deleite antes que privación.
5.     Se necesita sinceridad interior, realmente aspirar a lo Superior, querer dejar lo que somos actualmente, la falsa personalidad. Tener un objetivo que se encuentre sobre lo que somos actualmente.
La Voluntad Superior proviene de lo alto, no de la vida y su nivel de intereses. Si una persona no tiene esto en perspectiva, no tiene oportunidad alguna de atraer esta voluntad; lo cual sucede cuando dejamos de ser egoístas, de auto-admirarnos, va más allá de los prejuicios, de la vanidad.
La voluntad Superior ignora todo lo del mundo externo, las cosas y personas captadas por los sentidos, no proviene de lo superior.
La voluntad es una fuerza y como tal tiene tres características que la determinan:

  • ·        Magnitud (medida o intensidad de la fuerza)
  • ·        Sentido
  • ·        Dirección
 
Efectos:
a     a)     Efecto directo: canalizando toda la fuerza en un solo punto y en forma directa.
b    b)  Efecto de carambola: la fuerza se aplica a varios puntos a la vez, por lo que llega con menor intensidad; el efecto es menor. Sí uno aplica la fuerza de voluntad a varias cosas a la vez, la magnitud de ella es menor
Debemos perseverar para mantener la magnitud de la fuerza el tiempo suficiente. Debemos tener claro el objetivo para aplicar la fuerza en el punto apropiado y darle el debido sentido y la correcta dirección.
Una de las mayores dificultades para conseguir algo es el problema que la persona no entrenada, no consciente de sí, tiene ese conjunto de "yoes" y cada uno tiene propósitos distintos. Uno puede decir "quiero comer esto" y otro puede decir "no debo comer eso". Finalmente triunfa el más fuerte o el propósito común a la mayoría de los yoes.
Debemos tomar conciencia que tenemos que transformar los viejos hábitos inconscientes por otros conscientemente determinados. Para ello podemos empezar a actuar con pequeños esfuerzos diarios, pequeñas cuotas. La perseverancia en ello nos llevará a construir nuevos hábitos. Trasladar una montaña de piedras puede parecemos algo muy complicado, pero podemos hacerlo piedra por piedra y pronto nos encontraremos con la montaña trasladada. Recordemos el cuento de Gulliver y los liliputienses. Estos últimos eran seres muy pequeñitos que aprovecharon el hecho que el gigante estaba dormido para atarlo. Lo hicieron con unos hilitos muy finos, pero les dieron tantas vueltas que finalmente lo consiguieron y el gigante con toda su fuerza no logró liberarse. Los liliputienses tuvieron paciencia, perseverancia, claridad de objetivos y confianza en sí mismos.
Tener confianza en sí mismo es un requisito fundamental para desarrollar la voluntad. Esta confianza puede irse adquiriendo precisamente a través de esos pequeños pasos, de pequeñas acciones que nos llevan a pequeños triunfos. Así veremos que vamos siendo capaces de obtener lo que nos proponemos y tendremos cada vez más confianza para emprender tareas mayores. Esto permitirá tener mayor motivación en lo que hacemos, mayor afectividad, mayor corazón, lo que es otro requisito para tener voluntad disciplinada.
Procuremos no compararnos con los demás, porque puede desanimarnos sin fundamento. A veces se observa que una persona en pocos minutos puede desarrollar con mucha facilidad una tarea. Creen muchas personas que pueden hacer otro tanto y al intentarlo, fracasan. Esto es porque no han comprendido que para que la otra persona llegue a esa maestría ha requerido un trabajo perseverante de muchos años. Nadie puede llegar a esa perfección si no ha perseverado paso a paso, si no ha pasado por muchos fracasos. Una persona que no se ha dado ese esfuerzo, sin ello no puede llegar a conseguirlo. Pero tengamos presente, que todos pueden llegar a una maestría si se persevera el tiempo suficiente en cada cosa. La comparación debe ser consigo mismo. Observar si esta semana estamos consiguiendo más que la semana anterior. Entonces estamos avanzando. La persona que tiene maestría en algo no nació con esa cualidad, la conquistó a través de un esfuerzo dirigido. Vemos una vez más que la explicación de las cosas está en lo invisible, en lo que no se aprecia a simple vista. La causa de las cosas está más allá de nuestra primera impresión. Esto es una actitud esotérica. Esoterismo no es intelectualizar, sino comprender y practicar esta enseñanza.

Adiós ―dijo el zorro― He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos. ―Lo esencial es invisible a los ojos― repitió el principito, a fin de acordarse.[1]
 
La imaginación es una facultad que apoya la voluntad. Con ella podemos anticiparnos en el tiempo y visualizar el objetivo propuesto ya conseguido y con ello impregnar al subconsciente con esta idea. Esto permitirá mantener nuestro esfuerzo y aprovechar cada oportunidad que se nos presente para conseguirlo. Podemos también escribir los objetivos y cada día leerlos para grabarlos en nuestra mente. Imaginando lo que queremos, el subconsciente lo acepta como real, porque esa es la forma en que capta las cosas, entonces se va a cumplir inevitablemente lo que se quiere. La mente debe aceptar la idea que es capaz de conseguir lo que se ha propuesto. Esta convicción, esta certeza en que se puede conseguir lo que se desea, si se persevera en ello, si se actúa con disciplina, con un ritual, es lo que nos da la serenidad. Nace una seguridad en sí mismo. Por esto, la joven de la lámina actúa con seguridad, con tranquilidad y serenidad. Sabe que puede conseguir lo que se ha propuesto.
El último aspecto que podemos estudiar en esta ocasión es que la unión hace la fuerza. Si se junta un grupo de personas para conseguir un objetivo, aumenta la rapidez con que pueden conseguirlo. Puede ser cualquier propósito. Un grupo de personas deportistas puede reunirse y formar un club. Con la acción conjunta conseguir equipamiento y terreno para hacer sus actividades. Un grupo de personas que siente deseos de ayudar, puede agruparse en una institución de servicio y aumentar así su acción, conseguir la cooperación de la comunidad para estos objetivos.
Ahora si la persona tiene objetivos más espirituales, más trascendentes, entonces puede agruparse para estudiar y desarrollarse. O mejor aún, integrarse a algún grupo de desarrollo real que posea un guía espiritual que haya realizado los objetivos deseados. En este caso es posible entonces incrementar enormemente la capacidad de evolucionar. Pero además hay una gran diferencia en este tipo de grupos.
Existe una "forma" mental, un '‛sentimiento'‛ grupal, formado por la suma de los pensamientos y sentimientos de los integrantes. Esta "forma" grupal se une a través del espacio y tiempo con todos los maestros y grupos que trabajan en lo mismo o que trabajaron en ello. Esto naturalmente, si el grupo es realmente un grupo de desarrollo espiritual y si tiene a lo menos un guía espiritual. Hay nombres muy hermosos, estatutos con palabras hermosas, puertas muy bellas y macizas, pero que no conducen a ninguna parte. Es sólo letra.
Los integrantes se alimentan de esta forma grupal. Si sus objetivos coinciden con los del grupo, entonces resuenan con esta ’‛forma" y se produce una conexión que une a través de toda una cadena que trasciende el espacio y tiempo. Además, como son objetivos conformes a las Leyes y Principios Universales, hay un alimento con el Todo, con la creación, con la divinidad. De allí que sus integrantes al participar de una reunión en la cual comparten los objetivos, salen completamente fortalecidos.
Pero sí hay personas que no comparten sinceramente un deseo de superación, de aprender, de perfeccionarse, de amar, de servir, entonces no entenderán nada. Sólo verán lo externo. Entonces se les mostrarán las cosas y no verán, se les hablará y no oirán. Son como ciegos y sordos, y por lo tanto, terminan separándose. Sólo quien sinceramente abre su corazón y es humilde, puede avanzar y llegar a construir su destino y encontrar el cielo. Sólo quien comprende que necesita de los demás, que necesita servir lo superior, que se requiere buscar la unidad y la unión podrá avanzar a gran velocidad y transformarse en un superhombre, en un ‛‛mago'‛ como lo indica la página l del Libro del Tarot. En resumen, tenemos que la unión hace la fuerza si la fuerza es la de la Unidad.

 Esta fuerza unitaria, esta '‛forma'‛ mental de un grupo iniciático real se llama "egrégor". Veamos un poco lo que esto significa.
Un conjunto de personas que tienen objetivos comunes y mantienen ciertas relaciones internas entre sí, constituyen un grupo. Si este grupo se reúne regularmente, inspirado en estos objetivos, va formando poco a poco un sentimiento grupal. Este sentimiento o ‛'espíritu‛‛ grupal está formado por la suma de los pensamientos, deseos, ideales, sentimientos, etc., de los integrantes del grupo. Si el grupo se reúne y trabaja en forma sistemática, esta ‛'forma‛‛ grupal va adquiriendo fuerza y vitalidad. Comienza a hacerse tan real que puede ser sentido de alguna forma por los integrantes. Este sentimiento grupal adquiere así una característica definida. De allí que podamos denominarla "forma'‛ grupal. Cada integrante aporta algo de su energía "psíquica'‛ para su formación y esta adquiere así, entonces, existencia. Se produce una interacción entre esta "forma" y los integrantes. Cada miembro del grupo la alimenta con sus pensamientos y deseos, y a la vez se estimula por la presencia de este sentimiento grupal. Las características de esta forma grupal serán más o menos positivas o negativas, según los pensamientos y deseos de los integrantes. Cuando un nuevo miembro se incorpora al grupo, se sentirá más o menos cómodo en él según sea su modo de pensar y sentir. Si su manera de ser está en general acorde con el espíritu grupal, se sentirá bien. Si no es así, deberá adaptarse o irse.
En los grupos con objetivos espirituales, esta forma puede adquirir nuevas e importantes características. Si sus directivos tienen los objetivos bien claros y definidos, si tienen siempre presente los principios de la organización a la cual pertenece, si tienen en cuenta las Leyes Universales y si actúan conforme a todo esto, entonces podrán hacer un trabajo consciente para la creación de una forma grupal que reúna las siguientes características:
1.     Estar provisto solamente de cualidades y pensamientos positivos (evolutivos), y
2.     Estar conectado con las jerarquías superiores o con formas superiores más altamente evolucionadas.
Serval




[1] “El Principito” de Antoine de Saint-Exupery

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