Este artículo es de autoría de Serval, guía a los efectos de esta publicación de la citada organización.
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Lamentablemente
encontramos muchos errores en personas o instituciones que tratan de seguir un
camino espiritual. Hay equivocaciones que globalmente se refieren a una
separatividad entre lo material y espiritual, lo real y lo ilusorio, lo esotérico
y lo exotérico.
Esta
marcada disociación produce en los estudiantes actitudes de alejamiento,
rechazo e inadaptación al medio ambiente provocando un mal ejemplo y mala
imagen hacia la sociedad.
Esto
facilita también la llegada a organizaciones espirituales a personas
inadaptadas socialmente que buscan en ella una justificación a su inmadurez y
una posibilidad escapista.
Muchos
estudiantes de buena fe empiezan a desdeñar e incluso aborrecer sus
obligaciones cotidianas en la familia y el trabajo. Consideran que lo único
real y verdadero es encerrarse en templos a oír a un gurú y la única lectura
valida es la de temas espirituales o esotéricos.
Se
van tornando cada vez más sectarios y fanáticos. Incluso van cayendo en la ilusión
de haber adquirido conocimiento y desarrollo sin darse cuenta que están alejándose
de la realidad y del sendero espiritual.
Aprendamos
por que el mundo material precisamente nos sirve para desarrollarnos espiritualmente.
¿Te
has preguntado que entiendes tú, lector, por trabajo espiritual? Quizás se
piense en respuestas tales como: trabajo de templo, oficiar un ceremonial
religioso, orar, meditar. Pero, yo pregunto: y lavar los platos, preparar la
comida, asear una casa, estudiar matemáticas en el colegio, regar las plantas,
trabajar en la oficina, conducir un medio de locomoción colectiva, apilar
ladrillos para hacer una muralla, recoger papeles y cartones para revenderlos, ¿son
o no son trabajos espirituales?
Cualquier
labor que se realice si es con un propósito altruista, si lo hacemos lo más
perfecto posible, con actitud mental ·positiva y con buena voluntad, entonces
es un trabajo espiritual. Si hacemos una oración o un ceremonial sin
concentrarnos en lo que hacemos, sin tener el cuerpo, la afectividad y la mente
puros, entonces no es trabajo espiritual.
Realizando
lo mejor posible nuestras pequeñas labores cotidianas, estamos construyendo un carácter
firme, buenos hábitos. Estos permitirán adquirir fortaleza y sabiduría para
efectuar las grandes decisiones. La rutina diaria bien hecha va templando un
carácter y esto construye una nueva personalidad. Una personalidad más perfecta
permite la correcta manifestación de nuestro espíritu.
Debemos
entrenarnos en tener un cuerpo más sano, una vida afectiva más serena y una
mente entrenada en concentración, positividad y meditación. Una vez alineada
nuestra personalidad, la luz del alma podrá brillar.
De
otra forma es como tener una ampolleta sucia. La luz casi no se percibe, sin
embargo esta allí. Una vez que la limpiamos, ésta se expresa a plenitud. Así es
con usted: tiene una gran potencialidad dentro de sí, un alma maravillosa, las más
bellas cualidades, la más grande felicidad. Sin embargo, necesita un vehículo apropiado para manifestarse.
Por
esto somos seres duales. Tenemos una esencia trascendental e inmortal que debe
expresarse y vivir experiencias en una existencia material y mortal. Es cierto
que nuestra meta es el mundo espiritual. Pero tenemos cuerpo material y es por
algo. También este tiene su realidad.
Fuimos
dotados de conciencia y relativo libre albedrio para ser conscientes de nuestro
impulso espiritual. Debemos darnos cuenta que hay algo dentro de nosotros que
quiere retornar a su mundo. “Mi reino no es de este mundo”, dice nuestra alma.
Pero para retornar, necesita aprender en este mundo material. Ser cada día más
perfectos.
El
ser humano nunca pudo despegar de este planeta hasta que no conociera y
enunciara la ley de gravedad. Solamente entonces, cuando la comprendió pudo
construir maquinas voladores capaces de utilizar la misma fuerza de gravedad
como impulso para salir del planeta. Así ocurre con las almas. Una vez que
conozcan el mundo y sus leyes, las comprendan y participen como co-creadoras, podrán
ser liberadas y pasar a otras dimensiones.
Hay
una ley de Causa y Efecto. Y todo lo que nos ocurre en la vida es de nuestra exclusiva
responsabilidad. Obedece a un propósito y es consecuencia de nuestros actos
anteriores.
Cada
uno debe aceptar los efectos en su vida, no con resignación, pero aceptarlos.
Trabajar por ser consciente de las causas y construir un nuevo destino mejor.
Muchos
se agobian con los problemas y desearían no tenerlos. Pero el día en que usted
no tenga problemas, es porque habrá merecido el infierno. La vida es problema.
Esta
dentro del Plan Divino que tengamos problemas para desarrollarnos, para
aprender y superarnos. Para ser conscientes y constructores. Estaremos siempre
en lucha con el medio. Esto nos mantiene
vivos.
Lo
que se debe aprender es a no aproblemarse con los problemas. Aceptarlos y
enfrentarlos uno a uno. Todos estén preparados para hacerlo. A nadie se le
presenta una dificultad tan grande que no sea capaz de afrontarla.
¿Y
por qué a veces usted se abruma y no se siente con fuerzas? Es porque ha
acumulado. Ha sumado los problemas del pasado (lo que debió haber hecho o no)
con los supuestos problemas del futuro (muchos de los cuales nunca se presentarán
realmente). De este modo hay tanta preocupación y tensión que cuando se le
presenta un obstáculo en el presente, se abruma. Sin embargo, si enfrentara solamente
este obstáculo, podría resolverlo.
Hay
solamente tres posibilidades ante un problema. 1) Se puede resolver. Entonces
proceda y resuélvalo. 2) Es posible de resolver más adelante cuando tenga ayuda
u otros antecedentes. Entonces anótelo en su agenda y busque oportunamente
ayuda. Por el momento, despreocúpese hasta que llegue la ocasión. 3) No lo puede
resolver usted. Entonces acepte con sabiduría y serenidad lo que no puede
cambiar. Y no se preocupe más porque nada saca con ello. Procure cambiar usted
en su modo de reaccionar frente al obstáculo. Esto si está en su poder hacerlo.
¿Y
dónde se presentan los problemas para aprender a madurar y perfeccionar los vehículos
de manifestación del alma? En el trabajo cotidiano, no en los templos.
Al
trabajar en un templo es muy fácil tener serenidad, poner rostro fraterno y
mirada profunda. Pero lo importante es saber si lo podemos hacer en nuestras
labores cotidianas, porque si no, entonces es sólo una máscara. Aún no se ha
templado el nuevo carácter del iniciado que comienza el sendero espiritual.
Las
pequeñas acciones de la vida diaria efectuadas a conciencia, tratando de
hacerlas sin innecesarias tensiones, con serenidad y con actitud mental
positiva, van formando nuevos hábitos. Estos hábitos forman un carácter nuevo.
Si
usted se ocupa de actuar lo mejor y más consciente de si en cada acto del
presente, podrá despreocuparse del futuro: este se construirá solo y será cada
vez más promisorio.
El
devoto trabajo en el mundo material nos eleva espiritualmente al acercarnos a
nuestra alma y a nuestra divinidad esencial.
“SED,
PUES, VOSOTROS PERFECTOS, COMO VUESTR0 PADRE QUE ESTÁ EN LOS CIELOS ES PERFECTO”,
dice Jesús. (Mt. 5:48)
Serval
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